domingo, 9 de octubre de 2011

El Valor de la Vida



Un gran escritor español José María Gironella, cuenta que allá en diciembre de 1936, iniciada ya la guerra civil española, en un momento en que temían que su vida peligrara en Gerona, decidió pasarse a Francia, y su padre lo acompañó hasta la frontera. Al pasarla, los gendarmes franceses le registraron y, en sus bolsillos, encontraron un papel que, sin que él lo advirtiera, había introducido su padre momentos antes de cruzar dicha frontera. Era una brevísima carta que decía: No mates a nadie, hijo. Tu padre, Joaquín.

La carta era realmente conmovedora, sobre todo en aquel momento. Porque lo lógico hubiera sido que en esa circunstancia un padre hubiera aconsejado a su hijo: “Ten cuidado, no te maten”. Pero aquel padre sabía algo muy importante: que es mucho más mortal matar que morir. El que mata a otro ser humano, queda mucho más muerto, mucho más podrido que el que es asesinado.

Por esta razón Dios, cuando los hombres nacemos, desliza en los bolsillos de nuestra conciencia otra carta que dice: No mates a nadie, hijo. Tu Padre Dios.

El precepto moral del “no matarás” tiene un sentido negativo inmediato: indica el límite, que nunca puede ser transgredido por nadie, dado el carácter inviolable del derecho a la vida, bien primero de toda persona. Pero tiene también un sentido positivo implícito: expresa la actitud de verdadero respeto a la vida, ayudando a promoverla y haciendo que progrese por el camino de aquel amor que la acoge y debe acompañarla.

Jesucristo vino a destruir la muerte y a traer vida y a traerla en abundancia, nos dice san Juan en su evangelio en el capítulo 10. Y la vida que nos trajo Jesús es la vida eterna. Y Él lucha y luchará para que nadie nos arrebate esta vida eterna. Y esta vida eterna traída por Jesús abarca salvar nuestro cuerpo y nuestra alma, es decir, nuestra persona.

¿Quién eres tú para quitar la vida a alguien que está llamado a la vida eterna con Dios?

El escritor americano Louis Begley ha denominado al siglo XX como “réquiem satánico”. Es un infierno de asesinatos y homicidios, de masacres y crímenes violentos, un compendio de atrocidades. En el siglo XX se ha matado a más hombres que nunca. A este siglo le corresponden el holocausto y la bomba atómica. ¿Qué hacer? ¿Dónde ha quedado la vida y la salvación traída por Cristo hace más de veinte siglos?


Autor: P. Antonio Rivero L.C.

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