Lo quisiéramos decir con toda el alma, con la vida entera:
Dios existe.
Más allá de las dudas, del fracaso, del miedo, del trabajo,
del cansancio, del dolor. Más acá de las alegrías, de la ternura, de la
amistad, del consuelo. Más dentro que mi conciencia, que mis pensamientos, que
mis penas, que mis esperanzas. Más arriba de las montañas, de los cometas, de
las galaxias, de la poesía.
Dios existe. La fe sencilla, la profundidad reflexiva, la
mirada asombrada, la sonrisa del alma, nos llevan a esta certeza. Con todo lo
que ella implica, con todo lo que puede nacer en un corazón que recibe entre
sus manos la llave para comprender la vida y la muerte, la angustia y la
esperanza, la ternura y el dolor.
Dios existe. Y se llama amor. Porque el nombre de Dios tiene
que ser el más hermoso, el más grande, el más profundo, el más misterioso, el
más deseado, el más lleno de riquezas. Porque lo más sublime entre los hombres
tiene que venir precisamente del Corazón que nos dio origen, que nos abrió a la
vida, que nos modeló desde su soplo divino, que nos plasmó con sus manos de
Padre bueno.
Si Dios se llama amor, si soy imagen suya, no puedo vivir de
otra manera más que amando. Nací desde Su amor y camino hacia ese mismo Amor
misterioso e inmenso. Amor cercano y amor pleno, amor de Amigo y amor de Padre,
amor apasionado y amor que pasa por la experiencia de la Cruz en el Calvario.
Dios existe y se llama amor. Hoy miraré el mundo con ojos
diversos. Descubriré ternura, abrazaré esperanzas, me daré a quien pida ayuda,
tomaré la mano de quien busca luz entre las sombras.
Dios. Estos momentos, este instante, quieren ser simplemente
un momento para aprender a vivir de la vida verdadera, para avanzar en la
belleza del Evangelio. “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que
hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi
Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15,15). “Y nosotros hemos conocido el amor
que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el
amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn 4,16).
Autor: Padre Fernando Pascual L.C. en Church Forum
¿Qué son los ángeles? Espíritus que contemplan a Dios y que viven en medio del misterio. Espíritus que participan de la alegría divina y colaboran en sus planes sobre los hombres débiles y necesitados de ayuda y protección.
Por eso los ángeles sufrirán, de algún modo que no podemos imaginar, al ver que hay corazones que se cierran al amor o pierden la esperanza. O se alegrarán profundamente cuando vean que otros corazones lloran por sus pecados e inician el camino del regreso al Amor de Dios.
El Evangelio nos habla de fiestas y gozo entre los ángeles por cada pecador convertido. Cada vida es importante para Dios, es observada por los ángeles, es bendecida de mil formas por compañeros celestes que nos invitan a soñar en el cielo que nos espera.
Dios desea que algunos ángeles intervengan en nuestras vidas. Por eso en la Biblia encontramos la narración de presencias angélicas. Especialmente bella resulta la salida de san Pedro de la cárcel, guiado por un ángel. Ya en la calle exclama fuera de sí: "Ahora me doy cuenta realmente de que el Señor ha enviado su ángel y me ha arrancado de las manos de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos" (Hch 12,11).
Es muy conmovedora la historia de Tobit y de su hijo Tobías, a los que Dios envió el arcángel Rafael. Sólo al final, cuando Tobías ha podido contraer matrimonio con Sarra, y cuando Tobit ha recuperado la vista, los dos descubren que habían sido ayudados por un ángel.
El mismo Rafael les explica cómo había intervenido en sus vidas:
"Cuando tú y Sarra hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos. Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba. También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tu nuera Sarra. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor" (Tb 12,12-15).
Rafael añade inmediatamente, para tranquilizar a sus amigos, estas palabras llenas de afecto: "No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre. Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir todos los días, a él debéis cantar. Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia. Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios" (Tb 12,17-20).
Servidores de Dios y amigos de los hombres: así son los ángeles. Las palabras de Rafael nos llenan de alegría y esperanza. Con la ayuda angélica podemos descubrir el amor de Dios y recibir una fuerza concreta, oportuna, en tantas pruebas de la vida.
Por eso hemos de sentirnos invitados a dar gracias a Dios, porque no deja sin recompensa ningún gesto de amor que podamos ofrecer a los hermanos nuestros más necesitados. Porque nos envía, en ocasiones totalmente inesperadas, un ángel que rompa nuestras cadenas y nos lleve a descubrir lo inmensamente bello que es el Amor del Padre de los cielos. Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Dios mismo es justicia por excelencia. Todas sus obras
son justas, ordenadas desde toda la eternidad por su gran potencia, sabiduría y
bondad. De la misma manera que lo ajustó todo lo mejor posible, trabaja sin
cesar y conduce cada cosa a su fin... La misericordia es la obra de la bondad
de Dios; continuará actuando tanto tiempo como se le permita al pecado
atormentar a las almas justas. Cuando este permiso sea retirado... todo se
establecerá en la justicia, para quedar establecido allí eternamente. Dios permite
que caigamos. Pero con su poder y su sabiduría, nos guarda. Por su misericordia
y su gracia, nos eleva a una alegría infinitamente más grande. Así quiere ser
conocido y amado en la justicia y en la misericordia, ahora y para siempre...
Yo, no haré
nada más que pecar. Pero mi pecado no impedirá a Dios obrar. La contemplación
de su obra, es alegría celeste para el alma temerosa, que desea siempre cumplir
amorosamente la voluntad de Dios con la ayuda de la gracia. Esta obra comenzará
aquí abajo. Será gloriosa para Dios y de gran ventaja para todos aquellos que
le aman en la tierra. Cuando lleguemos al cielo, seremos testigos de una
alegría maravillosa.
Esta obra perdurará hasta el último día. La gloria y la
santidad que emanarán de esto subsistirán en el cielo, delante de Dios y todos
sus santos, para siempre... Esta será la mayor alegría: ver que Dios mismo es
el autor.
El hombre, él, no es más que pecador. Me parecía que
nuestro Señor me decía: "¡Ve pues! ¿No tienes allí ocasión para humillarte?
¿No tienes allí ocasión para amar? ¿No tienes allí ocasión para conocerte a ti
mismo? ¿No tienes allí ocasión para regocijarte en mí? Entonces, por amor a mí,
regocíjate en mí. Nada puede gustarme más".
Después de haber explicado las vestiduras veamos ahora los
diversos colores de las vestiduras que se usan en la liturgia.
Tienen también su sentido. Por un lado, expresan lo
característico de los misterios de la fe que se celebran, y por otro lado,
exteriorizan con mayor eficacia el sentido progresivo de la vida cristiana a lo
largo del año litúrgico. Son como los semáforos para orientar nuestro camino y
nuestra peregrinación al cielo. También nosotros nos ponemos un vestido de color
según el tiempo, la estación, la fiesta o la circunstancia que celebramos. La
Iglesia es pedagoga, maestra que enseña con todo lo que nos ofrece en la
liturgia.
Desde el Papa Inocencio III (siglos XII y XIII) quedaron
como oficiales, para la liturgia, los siguientes colores: blanco, rojo, verde,
morado y el negro. Y, aunque el simbolismo de los colores cambia de cultura a
cultura, sin embargo, podemos dar a los colores litúrgicos un simbolismo que
hasta ahora la Iglesia ha aceptado.
Blanco: simboliza la luz, la gloria, la inocencia. Por eso
se emplea en los misterios gozosos y gloriosos del Señor, en la dedicación de
las Iglesias, en las fiestas, en las conmemoraciones de la Virgen, de los
ángeles, de los santos no mártires, y en la administración de algunos
sacramentos (primera comunión, confirmación, bodas, orden sagrado).
Rojo: es el color más parecido a la sangre y al fuego, y por
eso es el que mejor simboliza el incendio de la caridad y el heroísmo del
martirio o sacrificio por Cristo. Se emplea para el Domingo de Pasión (domingo
de Ramos), Viernes Santo, Pentecostés, fiestas de la Santa Cruz, apóstoles,
evangelistas y mártires.
Verde: indica la esperanza de la criatura regenerada y el
ansia del eterno descanso. Es también signo de vida y de frescura y lozanía del
alma cristiana y de la savia de la gracia de Dios. Se usa los domingos y días
de semana del tiempo ordinario. En la vida ordinaria debemos caminar con la
esperanza puesta en el cielo.
Morado o violeta: es el rojo y negro amortiguados o si se
quiere, un color oscuro y como impregnado de sangre; es signo de penitencia, de
humildad y modestia; color que convida al retiro espiritual y a una vida algo
más austera y sencilla, exenta de fiestas. Se emplea durante el Adviento y la
Cuaresma, vigilias, sacramentos de penitencia, unción de enfermos, bendición de
la ceniza. Y hoy reemplaza al negro, que se utilizaba en las exequias de
difuntos.
Negro: es el color de los lutos privados, domésticos y
sociales. Hoy se cambia por el morado para que así resplandezca mejor el
misterio Pascual.
Rosa: es símbolo de alegría, pero de una alegría efímera,
propia solamente de algunos días felices, de las estaciones floridas de cierta
edad. Se puede usar en los domingos Gaudete y Laetare , tercer domingo de
Adviento y Cuaresma, respectivamente. Es para recordar a los ayunadores y
penitentes de esas dos temporadas la cercanía de la Navidad y Pascua.
Azul: color del cielo. Se puede usar en las misas de la
Virgen, sobre todo el día de la Inmaculada Concepción.
Todos estos colores deben estar marcados también en nuestro
corazón:
Debemos vivir con el vestido blanco de la pureza, de la
inocencia. Reconquistar la pureza con nuestra vida santa.
Debemos vivir con el vestido rojo del amor apasionado a
Cristo, hasta el punto de estar dispuesto a dar nuestra vida por Cristo, como
los mártires.
Debemos vivir el color verde de la esperanza teologal, en
estos momentos duros de nuestro mundo, tendiendo siempre la mirada hacia la
eternidad.
Debemos vivir el vestido morado o violeta, pues la
penitencia, la humildad y la modestia deben ser alimento y actitudes de nuestra
vida cristiana.
Debemos vivir el vestido rosa, solo de vez en cuando, pues
toda alegría humana es efímera y pasajera.
Debemos vivir con el vestido azul mirando continuamente el
cielo, aunque tengamos los pies en la tierra.
Las vestiduras pertenecen también a los elementos materiales
de la liturgia. Tienen también su profundo significado. Vestir una determinada
ropa significa asumir la personalidad correspondiente, asumir una identidad,
puesta de manifiesto en esas vestiduras; por ejemplo, la bata del médico, el
uniforme militar, la sotana del sacerdote, etc. Estas vestiduras no indican un
poder sobre nadie; sino un servicio a los demás.
Vestiduras del diácono
Dalmática: Del latín “dalmatica vestis”, túnica o vestidura
de Dalmacia. Vestido litúrgico en forma de túnica hasta las rodillas, con
mangas amplias, que usan los diáconos sobre el alba y la estola. Los primeros
cristianos la tomaron de los romanos y éstos, del pueblo de los dálmatas (hoy
países balcánicos). La vestían las personas de dignidad.
Estola cruzada: de hombro izquierdo hacia el derecho, en
forma descendente.
Vestiduras del presbítero o sacerdote
Amito: pequeño lienzo rectangular, de lino blanco, colocado
debajo del alba que pueden usar los ministros sobre los hombros y alrededor del
cuello, debajo del alba, para ocultar los vestidos comunes. Tenía un
significado alegórico: servía en defensa contra las tentaciones diabólicas y la
moderación de las palabras. Hoy ya no se suele usar, porque las albas vienen confeccionadas
de forma que cubran el cuello, y ya no con cuello en forma de V. Esta es la
oración que rezaba el sacerdote al ponerse el amito: “Impón en mi cabeza,
Señor, el casco de la salvación, para rechazar los asaltos del diablo”.
Alba: Del latín “alba”, blanca. Es una vestidura litúrgica
común a todos los ministros. Es una túnica talar blanca de mangas largas que
cubre todo el cuerpo y se reviste sobre el vestido común. El sacerdote
representa con esa alba la pureza que el hombre recibe por los méritos del
misterio pascual de Cristo. También significa la penitencia y la pureza de
corazón que debe llevar el sacerdote al altar. El alba se coloca sobre el
clergyman o la sotana. Esta es la oración que reza el sacerdote al ponerse el
alba: “Purifícame, Señor, y limpia mi corazón, para que purificado con la
sangre del Cordero, pueda disfrutar de los goces eternos”.
Roquete: Del latín “Rochetum”, especie de alba corta, hasta
la altura de las rodillas, que se usa sobre la sotana o el hábito religioso.
También se llama sobrepelliz. Puede ser usada por el sacerdote o el diácono
para exponer el Santísimo, para una celebración de Bautismo, para un
matrimonio.
Cíngulo: Del latín “cingulum”, cinturón. Es cuerda o cordón
con la que se ajusta el alba a la altura de la cintura. Aunque su uso es
simplemente utilitario, sin embargo, podríamos ver que con el cíngulo el
sacerdote ata a la pureza del alba a todo el mundo, a los fieles y los lleva al
altar para ofrecerlos en la celebración. Esta es la oración del sacerdote al
ponerse el cíngulo: “Cíñeme, Señor, con el cinturón de la pureza y extingue en
mis entrañas el fuego de la concupiscencia, para que permanezca en mí la virtud
de la continencia y de la castidad”.
Estola: Del griego “stolé”, vestido. Es prenda de tela alrededor
del cuello del sacerdote, usada para las celebraciones litúrgicas. La usan los
obispos y presbíteros, colgando del cuello hacia delante; y los diáconos, desde
un hombro hasta la cintura atravesando en diagonal la espalda y el pecho. Es
símbolo de los poderes sagrados que recibe el sacerdote, como pastor que lleva
a sus ovejas sobre sus hombros, como maestro que enseña a sus discípulos; como
guía que conduce a las almas hacia la vida eterna. Esta es la oración que reza
el sacerdote al ponerse la estola: “Devuélveme, Señor, la túnica de la
inmortalidad, que perdí por el pecado de los primeros padres; y, aunque me
acerco a tus sagrados misterios indignamente, haz que merezca, no obstante, el
gozo eterno”.
Casulla: Del latín “casula”, cabaña. Vestimenta litúrgica
amplia y abierta por los costados para la celebración de la Misa. Se usa sobre
el alba y la estola. Confeccionada en tela, tiene la forma de una capa cerrada
por delante o poncho. Cambia su color según la celebración y el tiempo
litúrgico. Simboliza la caridad que cubre todos los pecados y por apoyarse
sobre los hombros, el suave yugo del Señor. Esta es la oración que dice el
sacerdote al ponerse la casulla: “Señor, que dijiste: Mi yugo es suave y mi
carga ligera, haz que lo lleve de tal manera que alcance tu gracia. Amén”.
Vestiduras del obispo
Mitra: Gorro que usan los obispos y abades desde el siglo X.
Está formado por dos trozos de tela acartonada cosidos o pegados por los
costados, y abierto en la parte superior. Símbolo del poder y servicio
espiritual. “El obispo neoelecto la recibe como si fuera una exhortación a
esforzarse para que en él “brille el resplandor de la santidad” y merezca
recibir “la corona de gloria que no se marchita” cuando aparezca Cristo, el
“Príncipe de los pastores” .
Ínfulas: Cintas que cuelgan detrás de la mitra. Significan
que el ministro debe poseer la ciencia del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Anillo: Del latín “anellus”, anillo. Insignia propia de los
obispos. Simboliza su desposorio con la Iglesia local o diócesis. También
pueden usarlo algunos abades y abadesas. “El anillo que se impone al obispo
significa que contrae sagradas nupcias con la Iglesia....”Recibe este anillo,
signo de fidelidad y permanece fiel a la Iglesia, esposa santa de Dios”...Este
anillo, símbolo nupcial, expresa el vínculo especial del obispo con la Iglesia.
Para mí es una llamada cotidiana a la fidelidad. Una especie de interpelación
silenciosa que se hace oír en la conciencia: ¿me doy totalmente a mi Esposa, la
Iglesia?¿Soy suficientemente para las comunidades, las familias, los jóvenes y
los ancianos, y también para los que todavía están por nacer? El anillo me
recuerda también la necesidad de ser sólido “eslabón” en la cadena de la
sucesión que me une a los Apóstoles...” .
Báculo: Del latín “baculum”, bastón. Insignia litúrgica
propia del obispo como pastor de la comunidad; lo recibe el día de su
ordenación y lo usa cuando preside una celebración en su diócesis. Simboliza
que es buen pastor de las ovejas, que apacienta, instruye, guarda y las
defiende, como Cristo, el Buen Pastor. “Es el signo de la autoridad que compete
al obispo para cumplir su deber de atender a su grey. También este signo se
encuadra en la perspectiva de la preocupación por la santidad del Pueblo de
Dios... En él veo simbolizadas tres tareas: solicitud, guía, responsabilidad.
No es un signo de autoridad en el sentido corriente de la palabra. Tampoco es
signo de precedencia o supremacía sobre los otros; es signo de servicio...
¡Servir! ¡Cómo me gusta esta palabra! Sacerdocio “ministerial”, un término que
sorprende...El obispo tiene la precedencia en el amor generoso por los fieles y
por la Iglesia” .
Solideo: Del latín “solus”, solo, y “Deo”, a Dios. Gorro de
tela en forma de casquillo que usan los obispos, y cubre la coronilla. Si son
obispos, el color del solideo es violeta; si son cardenales, es rojo, y el Papa
lo usa de color blanco. Simboliza la protección de Dios y la dedicación a solo
Dios.
Pectoral: Del latín “pectus”, pecho. Es cruz de metal,
madera, marfil que llevan los obispos sobre el pecho, como insignia de su cargo
y dignidad. En la celebración de la Misa pueden llevarla sobre la casulla. El
día de la ordenación episcopal toman y aceptan sobre sus espaldas, de un modo
más comprometido, la cruz de Cristo, que no faltará en su ministerio episcopal.
Vestiduras del papa
Tiara: Especie de mitra circular con triple corona que,
desde el siglo XII hasta el Papa Pablo VI, usaban los obispos de Roma como
insignia propia. Representaba el triple poder del Papa como obispo de Roma,
supremo pastor de la Iglesia y jefe de los Estados Pontificios.
Las vestiduras del Papa son blancas: sotana, faja, solideo.
Vestiduras de los ministros extraordinarios de la Sagrada
Comunión
Túnica o toga: Vestidura sagrada que deben colocarse los
ministros para repartir la Comunión. Indica el respeto y la veneración con que
hay que repartir la Sagrada Comunión.
Apariciones de la Virgen María a Santa Catalina Laboure y la
Medalla Milagrosa. París, 1830.
Las apariciones.
El 1830 es un año clave: tiene lugar en París la primera
aparición moderna de la Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó la
"era de María" una etapa de repetidas visitaciones celestiales. Entre
otras: La Salette, Lourdes, Fátima... Y como en su visita a Santa Isabel,
siempre viene para traernos gracia, para acercarnos a Jesús, el fruto bendito
de su vientre. También para recordarnos el camino de salvación y advertirnos
las consecuencias de optar por otros caminos.
Santa Catalina Laboure.
Catalina nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers,
Borgoña (Francia.) Entró a la vida religiosa con la Hijas de la Caridad el 22
de enero de 1830 y después de tres meses de postulantado, 21 de abril, fue
trasladada al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140.
El Corazón de San Vicente.
La novicia estaba presente cuando trasladaron los restos de
su fundador, San Vicente de Paul, a la nueva iglesia de los Padres Paules a
solo unas cuadras de su noviciado. El brazo derecho del santo fue a la capilla
del noviciado. En esta capilla, durante la novena, Catalina vio el corazón de
San Vicente en varios colores. De color blanco, significando la unión que debía
existir entres las congregaciones fundadas por San Vicente. De color rojo,
significando el fervor y la propagación que habían de tener dichas
congregaciones. De color rojo oscuro, significando la tristeza por el
sufrimiento que ella padecería. Oyó interiormente una voz: "el corazón de
San Vicente está profundamente afligido por los males que van a venir sobre
Francia." La misma voz añadió un poco mas tarde: "El corazón de San
Vicente está mas consolado por haber obtenido de Dios, a través de la
intercesión de la Santísima Virgen María, el que ninguna de las dos
congregaciones perezca en medio de estas desgracias, sino que Dios hará uso de
ellas para reanimar la fe."
Visiones del Señor en la Eucaristía.
Durante los 9 meses de su noviciado en la Rue du Bac, sor
Catalina tuvo también la gracia especial de ver todos los días al Señor en el
Santísimo Sacramento.
El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el
Señor se mostró durante el evangelio de la misa como un Rey, con una cruz en el
pecho. De pronto, los ornamentos reales de Jesús cayeron por tierra, lo mismo
que la cruz, como unos despojos desperdiciables. "Inmediatamente -escribió
sor Catalina- tuve las ideas mas negras y terribles: que el Rey de la tierra
estaba perdido y sería despojado de sus vestiduras reales. Sí, se acercaban
cosa malas."
Catalina sueña con ver a la Virgen.
El domingo 18 de Julio 1930, víspera de la fiesta de San
Vicente de Paúl, la maestra de novicias les había hablado sobre la devoción a
los santos, y en particular a la Reina de todos ellos, María Santísima. Sus
palabras, impregnadas de fe y de una ardiente piedad, avivaron en el corazón de
Sor Laboure el deseo de ver y de contemplar el rostro de la Santísima Virgen.
Como era víspera de San Vicente, les habían distribuido a cada una un pedacito
de lienzo de un roquete del santo. Catalina se lo tragó y se durmió pensando
que San Vicente, junto con su ángel de la guarda, le obtendrían esa misma noche
la gracia de ver a la Virgen como era su deseo. Precisamente, los anteriores
favores recibidos en las diversas apariciones de San Vicente a Sor Catalina
alimentaban en su corazón una confianza sin limites hacia su bienaventurado
padre, y su candor y viva esperanza no la engañaron. "La confianza
consigue todo cuanto espera" (San Juan de la Cruz)
El Ángel la despierta.
Todo era silencio en la sala donde dormía Sor Catalina y
cerca de las 11:30 PM oyó que por tres veces la llamaban por su nombre. Se
despertó y apartando un poco las cortinas de su cama miro del lado que venia la
voz y vio entonces un niño vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o
cinco años, y el cual le dijo: "Levántate pronto y ven a la capilla; la
Santísima Virgen te espera."
Sor Catalina vacila; teme ser notada de las otras novicias;
pero el niño responde a su preocupación interior y le dice: "No temas; son
las 11:30 p.m; todas duermen muy bien. Ven yo te aguardo."
Ella no se detiene ya ni un momento; se viste con presteza y
se pone a disposición de su misterioso guía, "que permanecía en pie sin
separarse de la columna de su lecho."
Vestida Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo
sigue marchando a "su lado izquierdo." Por donde quiera que pasaban
las luces se encendían. El cuerpo del niño irradiaba vivos resplandores y a su
paso todo quedaba iluminado.
Al llegar a la puerta de la capilla la encuentra cerrada;
pero el niño toca la puerta con su dedito y aquella se abrió al instante.
Dice Catalina: "Mi sorpresa fue mas completa cuando, al
entrar a la capilla, vi encendidas todas las velas y los cirios, lo que me
recordaba la Misa de media noche." (todavía ella no ve a la Virgen)
El niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado
al P. Director, donde solía predicar a las Hijas de la Caridad, y allí se puso
de rodillas, y el niño permaneció de pie todo el tiempo al lado derecho.
La espera le pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver
a la Virgen. Miraba ella con cierta inquietud hacia la tribuna derecha, por si
las hermanas de vela, que solían detenerse para hacer un acto e adoración, la
veían.
Por fin llego la hora deseada, y el niño le dijo: "Ved
aquí a la Virgen, vedla aquí."
Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de
seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que
una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio,
"fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del
Evangelio."
Sor Catalina en el fondo de su corazón dudaba si
verdaderamente estaba o no en presencia de la Reina de los Cielos, pero el niño
le dijo: "Mira a la Virgen."
Le era casi imposible describir lo que experimentaba en
aquel instante, lo que paso dentro de ella, y le parecía que no veía a la
Santísima Virgen.
Entonces el niño le habló, no como niño, sino como el hombre
mas enérgico y palabras muy fuertes: -"¿Por ventura no puede la Reina de
los Cielos aparecerse a una pobre criatura mortal en la forma que mas le
agrade?"
Entonces, mirando a la Virgen, me puse en un instante a su
lado, me arrodille en el presbiterio, con las manos apoyadas en las rodillas de
la Santísima Virgen. "Allí pasé los momentos más dulces de mi vida; me
sería imposible decir lo que sentí."
Ella me dijo cómo debía portarme con mi director, la manera
de comportarme en las penas y acudir (mostrándome con la mano izquierda) a
arrojarme al pie del altar y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría
todos los consuelos de que tuviera necesidad. Entonces le pregunté que
significaban las cosa que yo había visto, y ella me lo explicó todo."
Instrucciones de la Santísima Virgen.
Fueron muchas las confidencias que Sor Catalina recibió de
los labios de María Santísima, pero jamas podremos conocerlas todas, porque
respecto a algunas de ellas, le fue impuesto el mas absoluto secreto.
La Virgen le dio algunos consejos para su particular
provecho espiritual: (La Virgen es Madre y Maestra)
1- Como debía comportarse con su director (humildad profunda
y obediencia). Esto a pesar de que su confesor, el padre Juan María Aladel, no
creyó sus visiones y le dijo que las olvidara.
2- La manera de comportarse en las penas, (paciencia,
mansedumbre, gozo)
3- Acudir siempre (mostrándole con la mano izquierda) a
arrojarse al pie del altar y desahogar su corazón, pues allí recibiría todos
los consuelos de que tuviese necesidad. (corazón indiviso, no consuelos
humanos)
La Virgen también le explicó el significado de todas las
apariciones y revelaciones que había tenido de San. Vicente y del Señor.
Luego continuó diciéndole:
Dios quiere confiarte una misión; te costara trabajo, pero
lo vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tu conocerás cuán
bueno es Dios. Tendrás que sufrir hasta que los digas a tu director. No te
faltaran contradicciones; mas te asistirá la gracia; no temas. Háblale a tu
director con confianza y sencillez; ten confianza no temas. Veras ciertas
cosas; díselas. Recibirás inspiraciones en la oración.
Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover desgracias
sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero se verá afligido por
calamidades de todas clases (al decir esto la Virgen estaba muy triste). Venid
a los pies de este altar, donde se prodigaran gracias a todos los que las pidan
con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres.
Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo
ardientemente. Me causa dolor el que haya grandes abusos en la observancia, el
que no se cumplan las reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades
a pesar de que hay almas grandes en ellas. Díselo al que esta encargado de ti,
aunque no sea el superior. Pronto será puesto al frente de la comunidad. El
deberá hacer cuanto pueda para restablecer el vigor de la regla. Cuando esto
suceda otra comunidad se unirá a las de ustedes.
Vendrá un momento en que el peligro será grande; se creerá
todo perdido; entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi visita
y la protección de Dios y de San Vicente sobre las dos comunidades.
Mas no será lo mismo en otras comunidades, en ellas habrá
víctimas (lágrimas en los ojos.) El clero de París tendrá muchas víctimas.
Morirá el señor Arzobispo.
Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo
será otra vez traspasado; correrá la sangra por las calles ( la Virgen no podía
hablar del dolor, las palabras se anudaban en su garganta; semblante pálido.)
El mundo entero se entristecerá. Ella piensa: ¿cuando ocurrirá esto? y una voz
interior asegura: cuarenta años y diez y después la paz.
La Virgen, después de estar con ella unas dos horas,
desaparece de la vista de Sor Catalina como una sombra que se desvanece.
En esta aparición la Virgen:
Le comunica una misión que Dios le quiere confiar.
La prepara con sabios consejos para que hable con sumisión y
confianza a su director.
Le anuncia futuros eventos para afianzar la fe de aquellos
que pudieran dudar de la aparición.
Le Regala una relación familiar de madre-hija: la ve, se
acerca a ella, hablan con familiaridad y sencillez, la toca y la Virgen no solo
consiente, sino que se sienta para que Catalina pueda aproximarse hasta el
extremo de apoyar sus brazos y manos en las rodillas de la Reina del Cielo.
Todas las profecías se cumplieron:
1-la misión de Dios pronto le fue indicada con la revelación
de la medalla milagrosa.
2-una semana después de esta aparición estallaba la
revolución. Los revoltosos ocupaban las calles de París, saqueos, asesinatos, y
finalmente era destronado Carlos X, sustituido por el "rey ciudadano"
Luis Felipe I, gran maestro de la masonería.
3-El P. Aladel (director) es nombrado en 1846 Director de
las Hijas de la Caridad, establece la observancia de la regla y hacia la década
del 60 otra comunidad femenina se une a las Hijas de la Caridad.
4-En 1870 (a los 40 años) llegó el momento del gran peligro,
con los horrores de la Comuna y el fusilamiento del Arzobispo Mons. Darboy y
otros muchos sacerdotes.
5- solo queda por cumplir la ultima parte.
Aparición del 27 de noviembre del 1830.
La tarde el 27 de Nov. de 1830, sábado víspera del primer
domingo de Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación,
cuando le pareció oír el roce de un traje de seda que le hace recordar la
aparición anterior.
Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas
largas y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que
sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso
describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su mayor
belleza.
Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente
se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas
amarillas. Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo
pequeño de oro, coronado por una crucecita.
La Stma. Virgen mantenía una actitud suplicante, como
ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto
sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que brillaban
y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal
claridad, que no era posible verla.
Tenia tres anillos en cada dedo; el mas grueso junto a la
mano; uno de tamaño mediano en el medio, y no mas pequeño, en la extremidad. De
las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia
abajo; llenaban toda la parte baja.
Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró
y dijo a su corazón:
Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al
mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos
simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que
no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden.
Con estas palabras La Virgen se da a conocer como la
mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo.
El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de
entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los
rayos de luz seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies.
La Medalla Milagrosa.
En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la
Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación:
"María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti."
Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la
altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima
Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda.
Oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe
una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes
gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con
confianza."
La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en
el mismo lugar el reverso de la medalla.
En el aparecía una M, sobre la cual había una cruz
descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su
altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero
estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una
espada. En torno había doce estrellas.
La misma aparición se repitió, con las mismas
circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de
1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya no veras, hija mía; pero
oirás mi voz en la oración."
Un día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que
inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le
dijo: "La M y los dos corazones son bastante elocuentes."
Símbolos de la Medalla y mensaje espiritual:
En el Anverso:
-María aplastando la cabeza de la serpiente que esta sobre
el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder en virtud de su gracia para
triunfar sobre Satanás.
-El color de su vestuario y las doce estrellas sobre su
cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.
-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal
de su misión de madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el mundo y a
quienes pidan.
-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la
definición dogmática de 1854). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la
Madre.
-El globo bajo sus pies: Reina del cielos y tierra.
-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus
manos.
En el reverso:
-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo.
obediencia, sacrificio, entrega
-La M: símbolo de María y de su maternidad espiritual.
-La barra: es una letra del alfabeto griego "yota"
o I, que es monograma del nombre, Jesús.
Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el
Salvador.
-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda
sobre los apóstoles y que nace en el Calvario de su corazón traspasado.
-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura
devoción a los dos y su reinado.
Nombre:
La Medalla se llamaba originalmente: "de la Inmaculada
Concepción" pero al expandirse la devoción y haber tantos milagros
concedidos a través de ella, se le llamó popularmente "La Medalla
Milagrosa."
Conversión de Ratisbone:
Alfonso Ratisbone era abogado y banquero, judío, de 27 años.
Tenía gran odio hacia los católicos porque su hermano Teodoro se había
convertido y ordenado sacerdote, tenía como insignia la medalla milagrosa y
luchaba por la conversión de los judíos.
Alfonso pensaba casarse poco después con una hija de su
hermano mayor, Flora, diez años menor que el, cuando en enero de 1842, haciendo
un viaje de turismo a Nápoles y Malta, por una equivocación de trenes llego a
Roma. Aquí se creyó en la obligación de visitar a un amigo de la familia, el
barón Teodoro de Bussiere, protestante convertido al catolicismo.
El barón le recibió con toda cordialidad y se ofreció a
enseñarle Roma. En una reunión donde Ratisbone hablaba horrores de los
católicos, este barón lo escuchó con mucha paciencia y al final le dijo:
"Ya que usted está tan seguro de si, prométame llevar consigo lo que le
voy a dar-¿Que cosa? Esta medalla. Alfonso la rechazó indignado y el barón
replicó: "Según sus ideas, el aceptarla le debía dejar a usted
indiferente. En cambio a mi me causaría satisfacción." Se echó a reír y se
la puso comentando que él no era terco y que era un episodio divertido. El
barón se la puso al cuello y le hizo rezar el Memorare.
El barón pidió oraciones a varias personas entre ellas al
conde La Ferronays quien le dijo: "si le ha puesto la medalla milagrosa y
le ha hecho rezar el Memorare, seguro que se convierte." El conde murió de
repente dos días después. Se supo que durante esos dos días había ido a la
basílica de Sta. María la Mayor a rezar cien Memorares por la conversión de
Ratisbone.
Por la Plaza España se encuentra el barón con Ratisbone en
su último día en Roma y este le invita a pasear. Pero antes tenía que pasar por
la Iglesia de San Andrés a arreglar lo del funeral del conde. Ratisbone le
acompaña a la Iglesia. He aquí su testimonio de lo que entonces sucedió:
"a los pocos momentos de encontrarme en la Iglesia, me sentí dominado por
una turbación inexplicable. Levanté los ojos y me pareció que todo el edificio
desaparecía de mi vista. Una de las capillas (la de San Miguel) había
concentrado toda la luz, y en medio de aquel esplendor apareció sobre el altar,
radiante y llena de majestad y de dulzura, la Virgen Santísima tal y como esta
grabada en la medalla. Una fuerza irresistible me impulsó hacia la capilla.
Entonces la Virgen me hizo una seña con la mano como indicándome que me
arrodillara... La Virgen no me habló pero lo he comprendido todo."
El barón lo encuentra de rodillas, llorando y rezando con
las manos juntas, besando la medalla. Poco tiempo mas tarde es bautizado en la
Iglesia del Gesu en Roma. Por orden del Papa, se inicia un proceso canónico, y
fue declarado "verdadero milagro."
Alfonso Ratisbone entró en la Compañía de Jesús. Ordenado
sacerdote, fue destinado a París donde estuvo ayudando a su hermano Teodoro en
los catecumenados para la conversión de los judíos.
Después de haber sido por 10 años Jesuita, con permiso sale
de la orden y funda en 1848, las religiosas y las misiones de Ntra. Sra. de
Sión. En solo los diez primeros años Ratisbone consiguió la conversión de 200
judíos y 32 protestantes. Trabajó lo indecible en Tierra Santa, logrando
comprar el antiguo pretorio de Pilato, que convirtió en convento e Iglesia de
las religiosas. También consiguió que estas religiosas fundasen un hospicio en
Ain-Karim, donde murió santamente en 1884 a los 70 años. Autor: Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.| Fuente: Corazones.org
El escapulario del Carmen es el signo externo de devoción
mariana, que consiste en la consagración a la Santísima Virgen María por la
inscripción en la Orden Carmelita, en la esperanza de su protección maternal.
El distintivo externo de esta inscripción o consagración es
el pequeño escapulario marrón.
El escapulario del Carmen es un sacramental, es decir, según
el Concilio Vaticano II, "un signo sagrado según el modelo de los
sacramentos, por medio del cual se significan efectos, sobre todo espirituales,
que se obtienen por la intercesión de la Iglesia". (S.C.60).
2.- Origen y propagación
A finales del siglo XII o principio del XIII nacía en el
monte Carmelo, de Palestina, la Orden de los Carmelitas. Pronto se vieron
obligados a emigrar a Occidente. En Europa, tampoco fueron muy bien recibidos
por todos. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba
con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración:
Flos Carmeli
Vitis Florigera
Splendor coeli
Virgo puerpera
Singularis y singular
Mater mitis
Sed viri nescia
Carmelitis
Sto. Propitia
Stella maris
Flor del Carmelo
viña florida
esplendor del Cielo
Virgen fecunda
¡Oh madre tierna!
intacta de hombre
a los carmelitas
proteja tu nombre
(da privilegios)
Estrella del mar.
En 1251, la Bienaventurada Virgen María, acompañada de una
multitud de ángeles, se apareció a San Simón Stock, General de los Carmelitas,
con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo: "Tú y todos los
Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego
eterno"; es decir, quien muera con él, se salvará.
Este relato lo encontramos ya en un santoral de fines del
siglo XIV, que sin duda lo toma de códices más antiguos. En el mismo siglo XIII
Guillermo de Sandwich O.C. menciona en su "Crónica", la aparición de
la Virgen a San Simón Stock prometiéndole la ayuda del Papa.
La promesa del escapulario es de tal trascendencia, que
precisamente por ello suscitó fuerte oposición.
3. Significado del Escapulario
Al vestir el escapulario, y durante toda la vida, es muy
importante que sepamos apreciar su profundo y rico significado, como
pertenencia a una Orden, a la del Carmen, con obligación de vivir según su rica
espiritualidad y su propio carisma. Quien viste el escapulario debe procurar
tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de copiar sus virtudes,
su vida y obrar como Ella, María, obró, según sus palabras: "He aquí la
esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
El escapulario del Carmen es un MEMORIAL de todas las
virtudes de María. Así lo recordaba a todos: religiosos, terciarios, cofrades.
"Que forman, por un especial vínculo de amor, una misma familia de la
Santísima Madre", el Papa Pío XII, el 11.2.1950.
Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de
humildad y castidad.
•Vean, en la forma sencilla de su hechura, un compendio de
modestia y candor.
•Vean, sobre todo, en esta librea que visten ida y noche,
significada, con simbolismo elocuente, la oración con la cual invocan el
auxilio divino.
•Reconozcan, por fin, en ella su consagración al Sacratismo
Corazón de la Virgen Inmaculada, s recientemente recomendada".
Cada escapulario tiene sus privilegios o gracias
particulares, pero todos pueden sustituirse por la medalla-escapulario (cfr.
Decreto de 16-XII-1910). Sería falta de fe en la autoridad suprema del Vicario
de Cristo que confiere a esta medalla tal privilegio, creer que vale menos,
para ganar las promesas, llevar la medalla que los trozos de paño (aunque en
determinados casos, por otras razones externas de mayor visibilidad, etc.,
puede ser preferible el escapulario de paño).
La medalla-escapulario debe tener por una parte la imagen de
Jesús con el Corazón, y por la otra una imagen de la Virgen bajo cualquier
advocación. Lo mismo que los escapularios ha de estar bendecida por un
sacerdote.
4. Valor de la promesa del Escapulario
Es doctrina católica, repetida por el Concilio Vaticano II:
"El conjunto de los fieles, porque tiene la unción del Espíritu Santo
(cfr. 1 Jn. 2, 20-27) no puede equivocarse cuando cree, y esta peculiar
propiedad suya la manifiesta por el sentido sobrenatural de fe de todo el pueblo
cuando, desde los Obispos hasta los últimos fieles, presta su consentimiento
universal en lo referente a la fe y costumbres. Con este sentido de fe... y
bajo la guía del sagrado Magisterio... se adhiere infaliblemente a ella, con
certero juicio la penetra más profundamente y la aplica más plenamente a la
vida" (L.G. 12).
Esta precisa y espléndida formulación conciliar no puede ser
más explícita. Y es que la misma prerrogativa de infalibilidad concedida por
Jesús a su Vicario mediante la asistencia del Espíritu Santo, tiene
precisamente como finalidad que el conjunto del Pueblo de Dios, su Iglesia y
Cuerpo místico, no se equivoque, por ejemplo, con una devoción aceptada por
todos.
En consecuencia: Si la promesa del Escapulario aplicada a
todos los fieles (proceda de la visión de San Simón Stock o de donde sea) no
fuese verdadera, el Espíritu Santo no hubiera permitido que la Iglesia, el
conjunto del Pueblo de Dios, la tuviese por cierta. Para muchos la prueba es
irrefutable, ni para ello es necesaria una definición del Magisterio Supremo.
Aunque sí hubo controversias y fueron dirimidas por la Santa Sede
5.- Privilegio sabatino
El Escapulario del Carmen además de la promesa de salvación
para quienes mueran con él, lleva también consigo el llamado privilegio
sabatino.
Según la tradición, a la muerte de Clemente V (1314), en el
cónclave que duró dos años y tres meses, la Santísima Virgen se apareció al
Cardenal Jaime Duesa, muy devoto de ella, y le anunció que sería Papa con el
nombre de Juan XXII, y añadió: "Quiero que anuncies a los Carmelitas y a
sus Cofrades: los que lleven puesto el Escapulario, guarden castidad conforme
con su estado, y recen el oficio divino, - o los que no sepan leer se abstengan
de comer carne los miércoles y sábados -, si van al purgatorio Yo haré que
cuanto antes, especialmente el sábado siguiente a su muerte sean trasladadas
sus almas al cielo".
Se ha escrito mucho sobre la "Bula sabatina", que
en ese sentido publicó Juan XXII, pero no hay suficientes pruebas documentales
de ella. Sin embargo en el siglo XV es muy citada, por ejemplo por el seudopapa
Alejandro V (elegido por el Concilio de Pisa, después de haber éste destituido
a Gregorio XII y Benedicto XIII, para acabar con el cisma; pero es claro que
uno de ellos debía ser legítimo, y un concilio no puede destituirle, sin
embargo algunos, como San Roberto Belarmino, consideran a Alejandro V Papa
verdadero, y el próximo Alejandro se tituló VI); aunque su bula de 7-07-1409
confirmando el Escapulario no tenga valor magisterial, es interesante su
testimonio de que conocía la de Juan XXII. Esta también fue citada por Sixto IV
(1-04-1477), Clemente VII (1530) y San Pío V (1566) - quienes además citan y
confirman la de Alejandro V -; etc.
En las citas de la "Bula sabatina" por los diversos
autores, se encuentran diversas lecturas de ella (lo que prueba que no dependen
de un solo documento inmediato). Por ejemplo, algunos en vez de ser
"sábado" cuando la Virgen socorre a los cofrades del purgatorio leen
"súbito" (cuanto antes), lo que parece una errata de transcripción,
aunque así ha pasado a la liturgia y a las encíclicas de Pío XII.
El privilegio sabatino fue muy impugnado, no histórica, sino
teológicamente, llegando el Inquisidor General de Portugal, en 1609, a prohibir
a los Carmelitas el predicarlo. Estos apelaron al Romano Pontífice, quien
confió la causa al Santo Oficio, y por fin, en 1613 dio un decreto renovado
literalmente por Inocencio XI (1678), San Pío X (1908) y Pío XI (1922). En él
se estableció: se permite a los PP. Carmelitas predicar que el pueblo cristiano
puede creer... (sigue lo dicho antes).
Pío XII en su citada Carta Magna del Escapulario del Carmen
de 1950, enseña: "A la verdad, no dejará la piadosísima Madre que sus
hijos que expían sus culpas en el purgatorio, no consigan cuanto antes la vida
eterna por su intervención delante de Dios, en conformidad con el privilegio
sabatino".
En resumen: el privilegio sabatino consiste en que la
Santísima Virgen sacará del purgatorio cuanto antes, especialmente el sábado
después de su muerte, a quienes hayan muerto con el Escapulario y durante su
vida hayan guardado castidad según su estado y rezado todos los días el oficio
parvo. (Este se puede sustituir por la Liturgia de las Horas o por la
abstinencia de carne los miércoles y sábados, o un sacerdote con facultad para
ello, lo puede conmutar por otra obra piadosa, v.gr. el rezo diario del
Rosario). Si uno peca contra la castidad o deja un día de hacer la obra
prescrita, podrá recuperar el privilegio al confesarse y cumplir la penitencia
(de manera semejante a como se recuperan los méritos perdidos por el pecado
mortal, lo cual parece casi excesiva generosidad de Dios, pero es doctrina
católica).
La certeza de este privilegio más que histórica, como
decíamos del Escapulario, está fundada en la potestad de la Iglesia que así lo
propone y recomienda. Sería temerario y ofensivo para la Iglesia, cuya Cabeza
es Cristo y su alma vivificante el Espíritu Santo, creer que comete una
equivocación secular y universal en algo que pertenece a la doctrina y vida
cristiana.
En 1950 recordaba Pío XII: "Ciertamente, la piadosa
Madre no dejará de hacer que los hijos que expían en el Purgatorio sus culpas,
alcancen lo antes posible la patria celestial por su intersección, según el
llamado privilegio sabatino, que la tradición nos ha trasmitido" con estas
palabras:
"Yo, su Madre de Gracia, bajaré el sábado después de su
muerte y a cuantos - religiosos, terciarios y cofrades - hallaré en el
Purgatorio los liberaré y los llevaré al monte santo de vida eterna".
6.- Protección maternal
Por su profundo simbolismo mariano, por los grandes
privilegios y por el gran amor y privilegiada asistencia, que ha manifestado a
través de los siglos la Santísima Virgen del Carmen a quienes visten
devotamente su escapulario, es lo que tan prodigiosamente se ha extendido por
doquier esta piadosa devoción de vestir su escapulario.
Sobre todo por su rico simbolismo: ser hijo de María, ver en
él todas las virtudes de María, ser símbolo de nuestra consagración filial a la
Madre Amable. Por Morir en gracia de Dios, quien lo vista piadosamente.
•Por que saldrá del Purgatorio cuanto antes quien muera
devotamente con él.
•Por llegar su protección a todos los momentos de la vida, a
la muerte y aún más alla". En la vida protejo; en la muerte ayudo, después
de la muerte salvo, con sus credenciales.
•Por los innumerables prodigios que ha obrado.
•Por las relaciones con sus apariciones mas recientes en
Lourdes y Fátima.
Por las muchas indulgencias que disfrutan quienes visten
este escapulario.
7.- Indulgencias
He aquí las indulgencias plenarias y parciales para los que
visten el escapulario.
A)Indulgencias plenarias
1. El día que se viste el escapulario y el que es inscrito
en la Tercera Orden o Cofradía.
2. En estas fiestas:
a) Virgen del Carmen (16 de Julio o cuando se celebre);
b) San Simón Stock (16 de mayo);
c) San Elías Profeta (20 de Julio);
d) Santa Teresa de Jesús (15 de Octubre),
e) Santa Teresa del Niño Jesús (1 de octubre);
f) San Juan de la Cruz (14 de Diciembre);
g) Todos los Santos Carmelitas (14 de Noviembre).
B) Indulgencias Plenaria el día del Carmen
El día del Carmen, 16 de Julio, o en la fecha que
exactamente se celebre, tiene concebida una indulgencia plenaria.
C) Indulgencia parcial
Se gana indulgencia parcial por usar piadosamente el santo
escapulario. Se puede ganar no sólo por besarlo, sino por cualquier otro acto
de afecto y devoción. Y sólo al escapulario, sino también a la
medalla-escapulario.
8.- Recomendación pontificia
Desde el siglo XVI -que es cuando se extiende por toda la
cristiandad el uso del escapulario del Carmen- casi todos los Papas lo han
vestido y propagado. El Papa Juan Pablo II, que era terciario carmelita, ha
recordado en diversas ocasiones que vistía con devoción, desde niño, el
escapulario del Carmen.
La Iglesia, como reconocimiento y estímulo de las más
importantes verdades y prácticas cristianas, instituye las fiestas litúrgicas
(misa y oficio propio, etc.). Ese es el valor que tiene la fiesta de la Virgen
del Carmen, el 16 de julio, extendida por Benedicto XIII a toda la Iglesia
universal. Además a la Virgen del Carmen la veneran como Patrona de pescadores,
marineros y toda la gente del mar; también la república de Chile bajo su
advocación de Nuestra Señora del Carmen de Maipú.
9.- Bendición e imposición
La Sagrada Penitenciaria Apostólica -de quien depende esta
legislación- ha dicho que se recomienda el uso tradicional del escapulario en
cuanto a tamaño, materia, color, etc., que pueden usarse también otros.
Cualquier sacerdote puede bendecir e imponer el escapulario
del Carmen a los fieles en general.
Para quedar inscrito en la cofradía organizada o Tercera
Orden del Carmen, este sacerdote debe estar facultado por el superior General
de los Carmelitas. Los simples fieles no pueden bendecirlos ni imponerlos.
Esta es la fórmula para bendecirlo e imponerlo: V:
Muéstranos Señor, tu misericordia.-
R: Y danos tu salvación.
V: Escucha, Señor, mi oración.
R: Y llegue a ti mi clamor.
V: El Señor esté con vosotros.
R: Y con tu espíritu.
OREMOS. Señor nuestro Jesucristo, Salvador del género
humano, bendice con tu diestra a est hábito que, por tu amor y el de tu Madre
la Virgen María del Monte Carmelo, va a llevar con devoción tu siervo (o
sierva), a fin de que por la intercesión de tu misma Madre y defendido(a) del
maligno espíritu, persevere en tu gracia hasta la muerte: Que vives y reinas
por los siglos de los siglos.- R: Así sea.
A continuación rocía el escapulario con agua bendita y
después lo impone a la persona o personas (a cada una por separado). Diciendo a
cada una.
Recibe este hábito bendito, suplicando a la Santísima Virgen
que, por sus méritos, lo lleves sin mancha, le defienda contra todas las
adversidades y te conduzca a la vida eterna. R: Así sea.
Y añade: Yo, usando de la potestad que se me ha concedido,
te recibo a la participación de todos los bienes espirituales que, por la
misericordia de Jesucristo, practican los religiosos Carmelitas. En el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.- R: Así sea.
Que te bendiga el Creador del cielo y de la tierra, el Dios
todopoderoso, que se ha dignado incorporarle a la Cofradía de la Santísima
Virgen del monte Carmelo, a quien imploramos que en la hora de tu muerte abata
la cabeza de la serpiente infernal y finalmente, consigas las palmas y la
corona de la herencia sempiterna. Por Jesucristo nuestro Señor.- R: Así sea. Y
rocía el nuevo cofrade con agua bendita. Cuando son más de una de las personas
que han de recibir el santo escapulario, se dice en plural. No deje de
exhortarles a que vistan dignamente el escapulario, tratando de imitar las
virtudes de María.
En caso de necesidad, basta para bendecir el escapulario la
señal de la cruz del sacerdote y las palabras. "En el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, Amén".
10. Tipos de escapularios
•Escapulario café (Carmelita)
La Virgen María, se aparece al General San Simon Stock, en
el convento de la ciudad de Cambridge (Inglaterra) el 16 de julio de 1251. San
Simón, ya cansado por su avanzada edad, y debilitado por la penitencia, pedía a
Dios por las angustias y tribulaciones que su orden padecía constantemente.
Suplicaba a la Virgen, que lo socorriera con una Gracia especial. Ella, ante el
llamado suplicante de su hijo, apareció rodeada de ángeles, con el Escapulario
en sus manos. Le dijo : " Recibe, hijo mío, amadísimo, esta prenda de mi
amor para con vosotros, este será un privilegio, para ti y para todos cuantos
lo usen ; Quien muera con él, no irá al fuego del infierno".
•Escapulario verde
Cuando en la familia hay algún familiar o amigo que se
encuentra lejos de la fe y uno desea hacer algo al respecto, María Madre
Santísima nos dió una forma de convertirles cuando ella se le apareció a la
Hermana Justina Bisqueyburu en 1840, llevando "la vestidura de la conversión
- El escapulario verde." Ella dijo:
" Esta insignia santa de mi Inmaculado Corazón ha de
ser un gran medio para la conversión de almas..."
Por un periodo de más de seis años, La Virgen se le apareció
a la Hermana Justina y le respondió muchas preguntas con relación al
escapulario y a su uso. La Virgen María dijo que el Escapulario Verde no
necesita ninguna bendición especial, y no necesita inscripción como el
Escapulario Café. Puede ser bendecido por cualquier Sacerdote. Si la persona
que nosotros queremos que se beneficie de este escapulario no conviene en
llevarlo consigo, este se puede colocar en cualquier sitio de su habitación.
Cada día se debe decir la siguiente oración: "Inmaculado corazon de maria,
ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte" Si la persona por
quien se tiene intención en el escapulario no va a decir la oración, entonces
aquel que lo regala debe de decirla en su lugar, todos los días. La Virgen
María dijo:
"Las gracias mas grandes se obtienen por el uso del
escapulario, pero estas gracias vienen en proporción directa con el grado de
confianza que el usuario tenga en mi." Santa Brigida tenía tal confianza
en la Virgen María. Por esto la Virgen le reveló:" no hay pecador en el
mundo, que aunque se encuentre en enemistad con Dios, no pueda regresar a Dios
y recuperar su Gracia si el o ella tiene recurso a mi y pide mi
asistencia."