lunes, 3 de octubre de 2011

Ave Maria



 El Ave María (en Latín) es sin duda una de las más hermosas y familiares oraciones de la Iglesia Universal. Tú preguntas por qué recitamos esta oración si no se encuentra en la Biblia. Te sorprenderá saber, sin embargo, que en realidad el Ave María está muy enraizada en la Escritura.
Déjame decirte en primer lugar que la oración es por definición, un llamado, un grito, una plegaria o petición que se hace a Dios. No tiene que hallarse necesaria y explícitamente en la Biblia. La oración es siempre un diálogo con Dios y muchas de nuestras más atesoradas oraciones, incluyendo el Ave María, están ciertamente inspiradas por o encuentran su base en la Escritura.
Las palabras del Ave María son como sigue: “Alégrate María, llega de gracia, el Señor es contigo; bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.” Como puede reconocerse fácilmente, la oración puede ser dicha en dos partes, la primera siendo una salutación y la segunda una petición, un ruego serio y urgente.
¿Quién fue quien saludó a María diciendo, “Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo? No fue un Papa, un obispo o un líder de la iglesia; fue el arcángel Gabriel, el que “está delante de Dios” (Lucas 1:19). Lucas nos narra la espléndida y maravillosa historia de la Anunciación (Lucas 1:26-38). Aunque las traducciones pueden variar, no puede haber duda de que esta primera declaración o saludo en el Ave María, nos viene del Evangelio de Lucas. (Lucas 1:19). Gabriel dijo estas palabras y él era un mensajero enviado directamente por Dios.
Así pues, es sencillo ver cómo los primeros Cristianos adoptaron estas hermosas palabras del ángel tan pronto como la devoción a María surgió en la Iglesia.
La segunda parte del saludo también viene de la Escritura. Recordemos las palabras de Isabel cuando María la visitó. Cuando ella escuchó el saludo de María, Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó con gran voz, “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno (Lucas 1:42). Los Cristianos posteriormente añadieron el nombre de Jesús a efecto de identificar más exactamente que Él era “el fruto del seno de María.” Así, es evidente que la primera parte del Ave María está tomada directamente de las palabras que se encuentran en la Biblia, palabras pronunciadas por el ángel del Señor y por Isabel, la prima de María, quien también fue elegida por Dios para dar a luz a Juan el Bautista, el que prepararía el camino para el Salvador. Algo más en la cuenta de la Visitación nos lleva a la segunda parte del Ave María, la cual dijimos es una petición. Sin embargo, lo primero que observamos es que esta parte inicia declarando que María es santa. De nuevo, vemos en el Evangelio de Lucas que la Bendita Virgen dice esto sobre sí misma en el Cántico o “Magníficat” – “desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lucas 1:48). La palabra “bienaventurada” y “santa” tienen el mismo significado.

Autor: Felipe Santos, Salesiano. Málaga-octubre-2006

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