lunes, 28 de noviembre de 2016

Oración ante el ADVIENTO 2016



Un Adviento más Cristo Jesús llega de nuevo a nosotros

y queremos reconocerlo como Señor, al salir aquí y ahora a nuestro encuentro.

Desea hablarnos con la cercanía del Hermano a los hermanos.

Sigue actuando en nuestra fe en Dios, en nuestra oración de cada día,

en el centro mismo de nuestro quehacer cotidiano,

y de manera muy especial, cuando nos acercamos al pobre y al necesitado.

¡Cuánto necesitamos tu venida a nosotros una vez más

para que nos hagas personas cristianas de verdad!

¡Ojalá te contemplemos tal como te muestras en el Evangelio

y te sintamos a nuestro lado con la fuerza de su Espíritu!

¡Ven, Señor Jesús!

En este tiempo de gracia invítanos Señor Jesús

a dejarnos decir por Dios mismo quién es Él para nosotros:

el Abba que nos ama y en todo lo bueno nos lleva la iniciativa.

A oír de sus labios lo que quiere de los creyentes:

que amemos al prójimo como a nosotros mismos,

sin cansarnos de hacer siempre el bien, incluso a los enemigos.

A experimentarlo en la intimidad cómo el Padre querido,

que se acerca a nuestras vidas para engrandecerlas y llenarlas de sentido;

que con su misericordia entrañable nos acompaña siempre;

que nos consuela en las flaquezas y nos protege en los peligros;

que nos perdona de forma incondicional y se olvida de nuestros pecados.

¡Ven Señor, Jesús!

En este tiempo de salvación ínstanos Señor Jesús

a recuperar el silencio interior como acto primero, necesario

para dejar hablar a Dios en lo hondo del corazón,

para escuchar su Palabra en la Escritura Santa

y estar dispuestos a cumplirla con fidelidad y responsabilidad.

A introducir en nuestra plegaria las necesidades ajenas, como propias;

a dejarnos confrontar con los acontecimientos que se suceden,

porque ellos son otra forma de la revelación divina;

a luchar por la justicia y contra las distintas formas del mal,

para aliviar así el dolor de tantos heridos en el camino.

¡Ven, Señor Jesús!

Señor y Hermano nuestro, en este tiempo de conversión,

enséñanos a contemplar la vida diaria como el lugar propicio

donde Tú te manifiestas con la fuerza del Espíritu,

donde la oración personal y comunitaria van creciendo

y se toma en serio el compromiso con los marginados de la sociedad.

Toda nuestra existencia diaria se realiza ante el Padre y los hermanos.

Y para ello, necesitamos abrir los ojos de la fe,

de modo que podamos encontrarlos donde están realmente:

en lo más íntimo de nuestra alma y en las relaciones continuas con los otros.

¡Hijo de Dios, sigue siendo para cada uno de nosotros nuestra esperanza!

¡Ven, Señor Jesús!


Autor: sacerdote Luis Ángel Montes Peral
Tomado de: revista ecclesia

sábado, 26 de noviembre de 2016

Adviento, Motivos de esperanza



El Año Litúrgico nos ofrece un tiempo nuevo, el Adviento, durante cuatro semanas las lecturas diarias que nos acompañarán irán desgranando las profecías mesiánicas, que tendrán su concreción en la venida del Hijo de Dios a nuestra historia.

Este tiempo es propicio para contemplar, no solo las antiguas profecías, sino las que acontecen junto a nosotros, y que son motivos que alegran el corazón y consolidan la esperanza teologal, la que se funda en el hecho del nacimiento de Jesús, y que por Él muchos viven como testigos del Amor de Dios.

Conozco a quien asume de manera discreta la necesidad de su prójimo y pasa mensualmente el coste de un salario, para que el menesteroso pueda cubrir sus gastos y vivir con dignidad.

Conozco a quienes, ante el rompimiento familiar y la dolorosa ejecución del reparto del patrimonio entre los que han compartido todo y por cuestión legal una parte debe indemnizar a la otra, salen fiadores, adelantan créditos sin intereses, y así hacen posible que permanezca abierta la casa para los hijos pequeños.

Conozco a quienes ante las obras necesarias en los templos de lugares deprimidos y un tanto deshabitados, prestan su dinero sin afán de lucro ni especulación, para se realicen las mejoras sin agobio para las pequeñas comunidades cristianas que aún permanecen en los pequeños pueblos.

Conozco a quienes jubilados por motivos de salud o alguna dolencia, sin embargo prestan sus manos voluntariamente y en gratuidad como ayuda al sostenimiento de obras sociales, que de otra manera no podrían realizar sus programas solidarios.

Conozco a quienes abren sus puertas a la hospitalidad amiga, y comunican la alegría familiar, acrecentando vínculos afectivos que ayudan en momentos de soledad, sufrimiento, pruebas de salud.

Conozco a quienes rezan por los demás, sin quizá nadie lo sepa, y ofrecen sus vidas por la paz del mundo, por la estabilidad de las familias, porque los enfermos recuperen la salud, o al menos tengan fuerza en sus pruebas. Son sin duda los brazos levantados que obtiene el favor del cielo de manera generosa.

Conozco a quienes en medio de las pruebas se mantienen fieles, y aun en la oscuridad se convierten en signos luminosos de fe y de confianza en Dios.

La esperanza cristiana no es una reacción optimista por tener un carácter positivo, sino la virtud teologal por la que se permanece confiado en Dios, pues Él cumple siempre su palabra, y la ha comprometido hasta el extremo de dárnosla encarnada en su propio Hijo, como testimonio de su fidelidad.

Atrévete a sumarte a quienes son testigos de esperanza, porque dan crédito a la promesa amor divino, hecho Niño en Belén.

Autor: sacerdote Ángel Moreno de Buenafuente
Tomado de: revista ecclesia

viernes, 25 de noviembre de 2016

Adviento



El tiempo de Adviento nos introduce en un nuevo año litúrgico. Las lecturas de la Palabra de Dios nos invitan a la conversión personal y comunitaria para celebrar con gozo desbordante la primera venida del Señor, con la mirada puesta en su última venida al fin de los tiempos. Dios nos brinda así una nueva oportunidad para que vivamos cada instante de la vida con la clara conciencia de que todo es regalo de su infinita bondad y para que acojamos a su Hijo con total responsabilidad.

Para acoger el gran regalo que el Padre nos hace enviando a su Hijo al mundo, hemos de permanecer vigilantes y atentos para hacer frente al sueño, al cansancio y a la rutina de nuestras prácticas religiosas. Todos hemos de reflexionar sobre la autenticidad de nuestra fe para descubrir si ésta nos ayuda a adentrarnos en la contemplación del misterio del amor del Padre que nos regala a su Hijo para mostrarnos su amor y para ofrecernos su salvación.

La gran verdad de la religión cristiana consiste en que Dios, por amor al hombre, viene al mundo para compartir nuestra condición humano en todo menos en el pecado. La constatación y reconocimiento de nuestros pecados y miserias nos ayudará a descubrir que el Padre, por medio de Jesús, no sólo nos traza el camino a seguir, sino que nos acompaña en el recorrido del mismo. Cuando acogemos a Jesucristo como el único Señor y Salvador de nuestras vidas, podemos experimentar que Dios, al hacerse hombre, quiere compartir nuestras pobrezas para colmarnos de sus riquezas.

Frente al activismo y a las prisas, que afectan a tantos hombres y mujeres en nuestros días, Dios nos invita a “ser” antes que a “hacer”, a descubrir nuestra identidad antes que a comprometernos en la realización de muchas actividades. La principal tarea de todo ser humano consiste en el descubrimiento de lo que le constituye como persona creada a imagen y semejanza de Dios. Este conocimiento de la identidad personal resultará imposible realizarlo, si no permanecemos atentos a la voz de Dios y a las necesidades de nuestros semejantes. Sólo la apertura a Dios y a los hermanos nos permite crecer como personas y establecer relaciones de fraternidad con todos los hombres.

Esto nos obliga a pararnos y a preguntarnos cómo estamos viviendo la invitación de Dios a ser sus hijos y a crecer como comunidad de hermanos. En el horizonte de nuestro ser y de nuestro quehacer debe estar siempre Dios, que es comunidad de personas y quiere hacernos partícipes de su vida y de su amistad. Así mismo, han de estar también los otros, con quienes hemos de tejer relaciones de justicia, verdad y solidaridad para llegar juntos a la meta.

Autor: Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara
Tomado de: revista ecclesia

lunes, 25 de julio de 2016

¿Por qué los treintañeros se han vuelto locos con Pokémon Go?



Está pasando: adultos, niños y adolescentes invierten su ocio en la misma actividad. ¿Es para tanto este videojuego o estamos muy aburridos?

Durante estos días, se habrá topado en algún momento con un grupo de personas apuntando con su móvil a un edificio emblemático, un grafiti o una parada de metro, como si sacaran fotos. Si usted no forma parte de la marabunta, quizá piense que son turistas inmortalizando un monumento, pero lo más probable es que sean desconocidos cazando Pokémon o adquiriendo pokéballs. En el raro caso de que esto le siga sonando a chino, aquí va la explicación resumida: los Pokémon son los protagonistas de aspecto animal de un videojuego creado en 1996 que se ha reinventado recientemente como una aplicación móvil de realidad aumentada llamada Pokémon Go. ¿En qué consiste? Cada jugador es un cazador que debe recopilar estos pequeños monstruos (su lema es "hazte con todos") por la ciudad, guiados por su GPS. Para ello, debe usar las pókeballs, bolas virtuales que se lanzan contra el animalito y lo encierran para entrenarlo y usarlo como guerrero en posteriores combates con otros usuarios. Lo que quizá le sorprenda es la edad de algunos jugadores: le doblan los años a los participantes adolescentes. Pero, ¿qué lleva a toda una generación de treintañeros a estar pendiente de un juego de niños?

Cara a cara con Pikachu
El primer encanto de esta aplicación es el uso de la realidad aumentada. No solo le hace creer al usuario que tiene ante sí a una criatura fantástica, sino que en este caso en concreto pensará que puede tocar a Squirtle, Magnemite, Palkia o Pikachu, algunos de los protagonistas del juego que conocen bien tanto los más jóvenes como las personas que hoy en día rondan la treintena, "lo que hace del videojuego un potente nexo intergeneracional", asevera José María Moreno, director general de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI)

Esta regresión a la década de los 90 explicaría en parte el porqué de este comportamiento. Sin embargo, la imagen de tantos adultos, móvil en mano, persiguiendo criaturas ficticias da que pensar. "Pokémon Go ha puesto de relevancia algo que parecía insólito, que niños y adultos jueguen a lo mismo", afirma el doctor en Psicología y autor de Ciberpsicología: relación entre mente e Internet, Juan Moisés de la Serna. El experto constata un fenómeno: "existe una creciente homogeneización en la forma en la que generaciones distantes entre sí ocupan su tiempo libre".

"Existe una creciente homogeneización en la forma en la que generaciones distantes entre sí ocupan su tiempo libre", Juan Moisés de la Serna

¿Eso significa que vivimos en una sociedad infantilizada? ¿Son los videogamers de más de 30 años una especie de adultos atrapados en mentes pueriles? Julio Meneses, profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, no está de acuerdo: "Quien opina de ese modo suelen ser personas que no juegan nunca", asegura. Es más, según Meneses "son muchas las ocasiones en que un videojuego puede proporcionar a un adulto una forma de entretenimiento sencilla que, de hecho, está plenamente aceptada en nuestra sociedad. Jugar es una actividad saludable a cualquier edad, desde muchos puntos de vista, aunque como sucede con todo, el exceso no es una buena opción".

¿Evasión aumentada?
Otra duda que puede surgir es que la realidad aumentada suponga un método de huir de la realidad palpable. Ante este enfoque, de la Serna recalca que "no sustituye el mundo real, ya que está pensada para rellenar la realidad. Lo que puede ocurrir en algún caso es que, por comparación, acabe siendo menos atractiva y se cree la posibilidad de que el jugador prefiera permanecer en la ficción".

Sin embargo, donde de la Serna detecta un riesgo para nuestro equilibrio emocional, Meneses solo ve "un juego en el que se utiliza un algoritmo para situar objetos con los que es posible interactuar". E insiste: "explorar nuestro entorno no tiene por qué ser más que el reflejo de un interés por experimentar las diferentes expresiones culturales que tenemos a nuestra disposición. Si nuestro objetivo es escapar de la vida real, lo haremos usando Pokémon Go o cualquier otra vía, como puede ser leer una novela, ver una película o convertirnos en un seguidores acérrimos de una serie de televisión".

En cualquier caso, de la Serna apunta, cauteloso, que todavía es pronto para conocer si la realidad aumentada puede provocar problemas mentales: "Aunque, en mi opinión, si la estela de la ciberadicción que se vive en la actualidad sigue su curso, no sería extraño que en unos meses puedan empezar a darse los primeros casos. Tratar de mantener dos realidades a la vez puede llevar a una psicosis en ciertos individuos".

"Hazte con todos" fuera del sofá
Moreno también le da importancia al hecho de que el jugador "sea parte activa, no solo en las acciones de caza sino también al tener que tomar decisiones, como a qué gimnasio ir o a qué equipo pertenecer", apunta Moreno. Por su parte, Carlos González Tardón, psicólogo y fundador de People&Videogames, empresa dedicada a la asesoría, desarrollo y gestión de proyectos sobre videojuegos y gamificación, cree que, en este caso, "lo adictivo es el impulso de completud, ya que al ser humano le encanta acumular y poder mostrar sus logros".

El espíritu de competición, pasar de nivel o relacionarse online con otros jugadores es parte de la fórmula que, según Moreno, todo videojuego que aspire a enganchar debería tener. Y Pokémon Go no solo cumple con esas condiciones, sino que también (y eso es lo que parece haber marcado la diferencia) ha sacado a los videojugadores a la calle. Es más, los ha sacado con el móvil en la mano.

No solo existe la posibilidad de jugar extramuros, sino que es que es la única manera de hacerlo. Por esto, Pokémon Go "podría tener efectos muy positivos en aquellas personas que mostraran síntomas depresivos, ya que les incentiva a salir a la calle y relacionarse", explica de la Serna, quien matiza: "Hay que tener en cuenta que este juego está orientado a un público específico cuyas características no corresponden con las de un grupo proclive a la depresión, por lo que habría que ser prudente a la hora de atribuirle este tipo de efectos".

Autor: Colegio de Contadores Públicos de Guadalajara Jalisco A.C.

Nota:

Hablando con mi neurólogo respecto a este juego me comenta que hay que tener mucho cuidado con todas las personas propensas a ataques epilépticos dado que con el manejo de los colores y luces puede suscitar un ataque epiléptico por lo que en el aspecto personal sugiero supervisión y el cuidado del uso de esta aplicación que es bastante adictiva y además utiliza la triangulación para elaborar sitios de actividades para el juego.

jueves, 21 de julio de 2016

¿Cuál es la diferencia entre un sacerdote, un fraile y un monje?



Buenos días, ¿podrían ayudarme a entender las diferencias entre fraile, monje y sacerdote? Agradezco el favor de su atención. Lorena F.

Son términos ambiguos y flexibles. En el lenguaje popular se aplica sin propiedad, como si los tres términos fueran equivalentes. Sin embargo, no son lo mismo:

Un sacerdote, en la Iglesia católica, es un hombre que ha recibido el sacramento del Orden Sacerdotal, y que en virtud del mismo puede celebrar el sacrificio de la misa y realizar otras tareas propias del ministerio pastoral. Puede pertenecer a una orden o familia religiosa, o a una diócesis.

Un monje o un fraile, en cambio, es una persona que ha hecho los votos de pobreza, castidad y obediencia, y pertenece a una congregación o familia religiosa concreta (franciscanos, dominicos, jesuitas…). Puede coincidir que además de ser religioso sea sacerdote, pero no tiene por qué. Su vocación religiosa no tiene por qué ser una vocación al sacerdocio.



¿Y cuál es la diferencia entre monje y fraile? Pues tiene que ver con el origen de ambas palabras: monje viene del latín tardío monachus, palabra para designar a los anacoretas, y que ya en su misma raíz tenía implícito el significado “soledad”.

Se relaciona con el surgimiento de las primeras experiencias de vida contemplativa (en los siglos IV-VI d.C.), como por ejemplo los Padres del Desierto, ermitaños que abandonaban el mundo y vivían en el desierto, o san Benito de Nursia, fundador de la orden religiosa más antigua de Occidente, los benedictinos.

Monje, por tanto, es un término más adecuado para referirse a hombres consagrados que viven en conventos, dedicados por entero a la oración y a la penitencia. Es el caso de las órdenes contemplativas, como la Cartuja.

Fraile en cambio es un término más moderno, que procede de la Edad Media (del provenzal fraire), y que significa “hermano”. Fraile se suele emplear más para órdenes dedicadas a la vida activa, como los franciscanos o los hospitalarios.

El uso de esta palabra se relaciona con el surgimiento de las órdenes mendicantes en la Baja Edad Media, que supusieron un gran cambio en la vida religiosa: estos nuevos religiosos ya no se encerraban en conventos alejados de la gente para dedicarse a la oración, sino que estaban en las ciudades, dedicados a los pobres, a la enseñanza, a los enfermos…

Autor: ALETEIA TEAM  1 DICIEMBRE, 2015

miércoles, 20 de julio de 2016

Reliquias: ¿Qué poder tienen?




El encuentro con las reliquias tiene que cambiar algo en mí. No se trata de un poder mágico, no es el culto por el culto. No adoramos los huesos, sino reconocemos la santidad de la persona, explica en la siguiente entrevista el dominico Jacek Szymczak.

¿De dónde viene lo del culto de las reliquias?

Es una forma de devoción que nació entre los fieles y se formó desde abajo. Está presente en la Iglesia desde el principio, desde los primeros siglos, incluso décadas, de la existencia del cristianismo.

Tuvimos entonces muchos mártires. La gente empezó a acudir espontáneamente a sus tumbas para honrar los restos enterrados.

Pero no todo el mundo tenía esa oportunidad. De ahí la idea de que los mismos trozos, partes del cuerpo, viajaran por el mundo y en cierto sentido peregrinaran a nosotros.

¿Todos los católicos deberían venerar las reliquias?

No hay ninguna orden por parte de la Iglesia. Esta forma de culto no es obligatoria.

Cuando alguna reliquia llega a tu parroquia y, por ejemplo, hay una procesión o adoración, y te sientes distante, sientes en ti mismo que esto no te atrae, no pasa nada si te quedas sentado.

Sentirse distante es decir poco. Muchos católicos simplemente no lo entienden, y algunos incluso lo consideran un tipo de chamanismo.

El culto a las reliquias, contrariamente a lo que muchos creen, es profundamente cristiano. Y esto debido a que, paradójicamente, muestra que el cuerpo humano no es un saco ni una jaula para el alma de la que sólo la muerte nos libera.

No, el cristianismo aporta un enorme valor al cuerpo. Recordamos a san Pablo, quien en la primera carta a los Corintios escribe: “¿No sabéis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo? (…) Por lo tanto, alabad a Dios en vuestro cuerpo”.

Esta es la primera perspectiva del culto: del cuerpo vivo. Sin embargo, aún hay otra que es la de la resurrección.

No se puede contemplar de una manera madura la adoración de las reliquias sin la resurrección. Sin ella, todo se rompe. Se convierte en teatro o en una compañía de circo ambulante.

La cuestión de la resurrección, según muestran algunos estudios, es bastante ajena a nosotros…

Tengo la impresión de que la doctrina de la resurrección, que después de todo es el fundamento de nuestra fe, es apenas enseñada por la Iglesia.

Aún podemos hablar de ella desde el púlpito de una manera inteligente e interesante, pero los fieles no tratan la verdad de la resurrección como fundamental para su fe.

Pero ¿por qué la cuestión de la resurrección es importante para una buena comprensión del culto de las reliquias?

Recordemos que después de la muerte de cada cuerpo, el santo, menos santo o incluso de un gran pecador, tendrá su resurrección. Se trata de la perspectiva tanto del que irá al cielo, como del que puede ir al infierno.

Si Dios ha querido que nuestros cuerpos después de la muerte de algún modo resurgieran, significa que se merecen la debida atención.

Así pues, la doctrina de la resurrección nos lleva por el camino del respeto por los restos de nuestros seres queridos depositados en las tumbas.

Si veneramos las cenizas de los miembros de nuestras familias, también podemos venerar las reliquias o los restos de los santos.

Bueno, pero a veces ocurre que tratamos con objetos pertenecientes a los santos, no sólo sus propios cuerpos.

Soy escéptico con este tipo de historias, tales como la presentación de la canoa en la que navegaba san Juan Pablo II, como una reliquia.

Me dan pequeños escalofríos cuando veo este tipo de personas que están intentando celebrar de alguna manera tal objeto como algo mágico.

Si detrás del culto de las reliquias no va la enseñanza de la Iglesia que lo explica de forma pastoral y desde la perspectiva adecuada, la gente empieza a entrar en terrenos que no tienen nada que ver con la fe.

Y para las personas que miran desde el exterior, efectivamente, este hecho puede verse como un acto del chamanismo.

Me he dado cuenta de que las reliquias disfrutan en nuestras iglesias de mucha popularidad. Cada vez más se las colocan de forma permanente en las capillas laterales y la gente se arrodilla delante de ellas para rezar como ante el tabernáculo.

En el culto a las reliquias es muy importante que no eclipse el culto eucarístico. No culpo aquí a los fieles, sino a nosotros, el clero.

Si se insiste tanto en, por ejemplo, que una Eucaristía se celebre con un cáliz de san Juan Pablo II, y al mismo tiempo la conciencia de la Eucaristía entre los fieles no es muy elevada, no nos debemos sorprender de que para algunos esta copa será más importante que los contenidos de la misa.



¿Después de todo, sería posible mostrarle positivamente las reliquias al hombre moderno y darle una idea novedosa para utilizarlas?

Veamos. Nosotros mismos guardamos diversos artículos que pertenecieron a nuestros muertos. Todos aquellos que vivieron la muerte de un ser querido, saben lo difícil que es deshacerse de sus cosas.

Hace poco alguien me mostró un hermoso abanico de su bisabuela. Sabemos que la historia de este objeto no es la historia del abanico, sino de la bisabuela.

Si un objeto así nos ayuda a recordar a la persona, lo harán aún más unos huesos humanos.

Contemplando los huesos o veces todo el cuerpo de alguien que ha vivido consagrado a Dios de manera tan estricta que se convirtió en santo, deberíamos proyectar en nosotros el deseo de una vida similar.

El encuentro con las reliquias tiene que cambiar algo en mí. Esto no es la toma mágica del poder, no es un culto por el culto. No les rendimos culto a los huesos, sino a la santidad de la persona.

Y cómo tratar tales ocasiones, como la peregrinación de las reliquias del beato Peter George Frassati en Polonia?

Se podría decir que es como si nos regalaran unas gafas. Asumo que estas gafas de la marca Frassati tienen el poder de ayudarme a enfocar correctamente la perspectiva adecuada para mirar en dos dimensiones: en la de Dios presente en la vida de la persona cuyas reliquias adoro y en la de mi propia vida.

Y aún más, se refiere a un vistazo de ti mismo en su totalidad. Si en el marco del culto a los santos, junto con la oración, imitación de sus vidas, aprendizaje de sus biografías y sus preciosos escritos y pensamientos, veneramos además sus reliquias, o sus cuerpos, esto significa algo.

Es una llamada al sabio cuidado de nuestros propios cuerpos.

Este tipo de eventos, como el relacionado con la peregrinación de las reliquias del beato Frassati, vale la pena tratar como el encuentro con alguien quien vivió plenamente en Dios.

De esta manera, se convierte en una guía para mí, en una brújula que me puede mostrar cómo vivir para caminar en santidad. Porque esta persona ya se encuentra en el lugar, que también es mi objetivo.

[Venerar las reliquias] no consiste en mirar un hueso a través de un cristal, ni en adorar un ataúd. Se debería hacer diciendo: Quiero llegar al mismo lugar donde tú te encuentras.

Autor: Konrad Sawicki, en http://es.aleteia.org/  19 julio, 2016

sábado, 16 de julio de 2016

¿Te gusta el café? Agradécele al papa Clemente VIII



El café es, sin duda, una de las bebidas más populares del mundo. Sin embargo, no fue siempre ese el caso. En realidad, la popularidad del café en el hemisferio occidental se debe en gran medida al papa Clemente VIII, en una fecha relativamente reciente: el siglo XVI.

No es que el café apareciera de repente, en el planeta, en los tempranos 1500. En realidad, esta bebida ha existido, casi en la misma forma en la que la conocemos hoy, desde el siglo IX, cuando algunos pastores musulmanes notaron por primera vez que los granos de café que sus rebaños comían de cuando en cuando, mientras pastaban, tenían un efecto particularmente estimulante sobre sus ovejas.

Al poco tiempo, los clérigos islámicos aprendieron a cultivar la planta y a preparar la bebida, que se extendió rápidamente en todo el mundo musulmán.

La historia cuenta que le llevaron al Papa una buena taza de café caliente. Tras tomar el primer sorbo, se comenta, Clemente VIII dijo: esta bebida del demonio es tan deliciosa que deberíamos engañar al diablo bautizándola.

Es por eso que cuando el café llegó a Europa, no fue recibido con los brazos abiertos. Después de todo, era la bebida favorita de los musulmanes, con quienes los cristianos habían estado en guerra durante siglos, tanto en España, como en prácticamente el resto del Mediterráneo y, para más inri, en Tierra Santa. Algunos fieles europeos incluso llegaron a llamar al café “la bebida de Satanás”.

Más temprano que tarde, el café llegó al Vaticano. En concreto, a las manos del papa Clemente VIII. Muchos de sus asesores le pidieron explícitamente que prohibiese la bebida, pero el Papa rehusó hacerlo hasta probarla por sí mismo.

La historia cuenta que le llevaron al Papa una buena taza de café caliente. Tras tomar el primer sorbo, se comenta, Clemente VIII dijo: “esta bebida del demonio es tan deliciosa que deberíamos engañar al diablo bautizándola”.

Así, la próxima vez que tomes una taza de café en la mañana, o que estés disfrutando de un café frío en el verano, levanta tu bebida y da gracias a Dios por el papa Clemente VIII.

AUTOR: DANIEL R. ESPARZA  8 JULIO, 2016

viernes, 15 de julio de 2016

10 citas bíblicas para descansar de tus problemas




Estas citas son muy apropiadas para que las consultes en momentos de tormenta en tu vida, pues el Señor te invita a encontrar en Él la calma

Hoy volví a casa apurado ya que debía resolver algunos temas para el día siguiente que me ocupaban y preocupaban. Me bañé, preparé algo para cenar y me dispuse ha hacer un tiempo de oración, de repente mi Biblia, con sorpresa de mi parte, me habló trayendo a mi memoria una serie de citas bíblicas que descansaban empolvadas en el olvido y logró unirlas en un mensaje coherente que me permitió descansar:

1) Me gustaría recordarte que: “Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en él confían” (Nahúm 1,7).

2) “Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente y los problemas nos persiguen, pero Dios no nos abandona. Las contrariedades nos hacen caer, pero no nos destruyen” (2 Corintios 4,8-9).

3) Sabiendo esto, puedes decir como el salmista: “Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás la mano y tu mano derecha me pondrá a salvo” (Salmo 138,7).

4) Puedes decir con gratitud: “Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma” (Salmo 31,7)

5) Hay muchísimas cosas de las cuales tal vez nunca entenderás su por qué en este mundo, pero “Sabemos que Dios va disponiendo todo para el bien de los que le aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan” (Romanos 8,28).

6) Sabiendo que Dios tiene un propósito en medio de la situación que estas viviendo, puedes decir: “A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi auxilio? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra” (Salmo 121,1-2).

7) Así que, Hijo, “pon tus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ti” (1 Pedro 5,7).

8) No te preocupes por lo que pasará mañana. Ya tendrás tiempo para eso. Recuerda que ya tenemos bastante con los problemas de cada día” (Mateo 6,34).

9) ¡Dale gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Él es un Padre bueno y amoroso, y siempre nos ayuda. Cuando tenemos dificultades, o cuando sufrimos, Dios nos ayuda para que podamos ayudar a los que sufren o tienen problemas” (2 Corintios 1,3).

10) No te preocupes por nada. Más bien, ora y pídele a Dios todo lo que necesitas, y se agradecido. Así Dios te dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo. (Filipenses 4,6-7).

-Gracias querida Biblia, recordar estos textos me calman el alma, la mente y el corazón de manera que quiero dormir en los brazos de Dios, viéndome de niño descansando el regazo de mi madre.

Para responder en Comunidad o en el Silencio de tu Corazón:

En momentos de angustia, ¿recurriste a los brazos de Dios? ¿Qué resultado obtuviste? ¿Obtuviste la Paz que necesitabas?
¿Por qué problemas deberíamos angustiarnos menos y dejarnos llevar más por el auxilio del Señor?

Autor: Daniel Gassmann

jueves, 14 de julio de 2016

Los 15 beneficios prometidos por la Virgen a quien reza el Rosario



Las quince promesas de la Virgen a quien reza el Rosario. Las recoge el padre Livio Fanzaga con Saverio Gaeta en “Il Santo Rosario. La preghiera che Maria desidera” (El Santo Rosario. La oración que María desea, Sugarco edizioni)

El codificador más importante del Rosario fue el monje dominico Alan de la Roche, que murió en 1475 y está considerado el apóstol de la devoción por el Rosario en varios países de Europa. En sus memorias, Alan narra que recibió directamente de la Virgen quince promesas válidas para todos los devotos del santo Rosario, aún hoy de gran actualidad y que manifiestan la intensidad del amor que la Virgen siente por todos nosotros.

Primera promesa

“A todos los que recen devotamente mi Rosario, prometo mi especial protección”.

Es una garantía que la Virgen ha repetido muchas veces, y que recuerda la antigua oración Sub tuum praesidium (Bajo tu amparo nos acogemos).

Segunda promesa

“El que persevere en el rezo de mi Rosario recibirá gracias poderosísimas”.

Tercera promesa

“El Rosario es un arma poderosa contra el infierno: destruirá los vicios, librará del pecado y abatirá las herejías”.

Se trata de una promesa muy particular: aunque no se nombra a satanás, se habla de la lucha contra el infierno.

Cuarta promesa

“El Rosario hará florecer de nuevo las virtudes y las obras buenas, y obtendrá a las almas la más abundante misericordia de Dios”.

Esto nos impulsa a comprender que el Rosario rezado con Maria hace florecer en nosotros la vida y la imagen de la Virgen.

Quinta promesa

“El que confíe en mí rezando el Rosario no será oprimido por las adversidades”.

Satanás por una parte nos persigue y por la otra nos seduce, utilizando siempre su arma más insidiosa que es el desánimo. María se pone a nuestro lado y nos asegura que el que reza el Rosario encontrará siempre cerca su corazón maternal, dispuesto a sostenernos y a ayudarnos.

Sexta promesa

“Quien rece el Rosario meditando sus misterios no será castigado por la justicia de Dios: se convertirá si es pecador, crecerá en gracia si es justo y será hecho digno de la vida eterna”.

Con estas palabras se subraya que el Rosario traza una vía de santidad porque, rezado con María, hace que seamos guiados por ella. La Virgen ilumina el camino.

Séptima promesa

“Los devotos de mi Rosario, en la hora de la muerte, no morirán sin sacramentos”.

Viene a la mente una página de san Alfonso María de Ligorio, en su obra de arte, “Las glorias de María“, donde se dice que en el momento de la muerte, cuando los demonios se coaligan en el intento de llevar el alma a la desesperación, la Virgen debe ser invocada en la oración.

Octava promesa

“Los que rezan mi Rosario encontrarán, durante la vida y en la hora de la muerte, la luz de Dios y la plenitud de sus gracias, y participarán de los méritos de los beatos en el paraíso”.

Novena promesa

“Cada día libraré del purgatorio a las almas devotas de mi  Rosario”.

Por varias revelaciones privadas, en las que la Virgen se presenta como Reina del purgatorio y Reina de las almas purgantes, sabemos que la Virgen ha obtenido de Dios gracias especiales al respecto.

Décima promesa

“Los verdaderos hijos de mi Rosario gozarán de una gran gloria en el cielo”.

¿De qué gloria está hablando María? De la gloria de la que está revestida ella misma, haciendo reflejar en ellos su propia imagen, su propio fulgor.

Undécima promesa

“Todo lo que se pida mediante el Rosario será obtenido”.

Es la promesa de la intercesión más plena, que comprende en particular la gracia de la conversión.

Duodécima promesa

“Los que propaguen mi Rosario serán socorridos por mi en cada una de sus necesidades”.

Una referencia que podría referirse por ejemplo a los misioneros y misioneras que se empeñan de varias formas para difundir esta devoción, creando confraternidades, animando grupos de oración, difundiendo los rosarios.

Décimo tercera promesa

“He obtenido de mi Hijo que todos los devotos del Rosario tengan como hermanos en la vida y en la hora de la muerte a los santos del cielo”.

María, lo sabemos, es la Reina de todos los santos, y en el momento de la muerte, ella misma viene con todos los santos para hacernos partícipes de su comunión.

Décimo cuarta promesa

“Los que reciten mi Rosario fielmente serán todos hijos míos amadísimos, hermanos y hermanas de Jesús”.

Rezando el santo Rosario nos profesamos hijos de María. Por ello ella se manifestará a nosotros como Madre y así tendremos un lugar especial en su corazón maternal y bajo su manto.

Décimo quinta promesa

“La devoción a mi Rosario es un gran signo de predestinación”.

Ninguno de nosotros está seguro de ir al paraíso o al purgatorio, aunque obviamente todos esperamos no ir al infierno.

AUTOR: GELSOMINO DEL GUERCIO  16 MAYO, 2016

miércoles, 13 de julio de 2016

Decálogo de la oración




1. Orar es sencillo.Conversa con Dios con toda confianza, sin necesidad de escoger las palabras. Por muy bonitas consideraciones que busques para dirigirte a Él, infinitamente más bellas son las que Él tiene.

“Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has mostrado a los pequeños” (Lc 10, 21)

2. Orar es dejarse agarrar por la mano de Dios. Él te elevará hasta su rostro, como a un niño pequeño, para llenarte de besos.

“Fui para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas y se inclina hasta él para darle de comer” (Os 11,4).

3. Orar es escuchar y hablar con Dios como con un amigo íntimo. Déjate encontrar por Él, te conducirá a ese espacio de tu alma donde oirás su voz y tú tendrás la confianza suficiente para responderle.

“Y las ovejas escuchan su voz y a sus ovejas las llama una por una”(Jn 10, 3).

4. Orar es vaciarse de cosas, de preocupaciones, de ti mismo. Ofrécele tu pobreza, tu egoísmo, tu tiempo, tu rutina y, sobre todo, tus deseos. Él llenará el vacío que vaya quedando en tu corazón.

“Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto”(Mt 6, 6).

5. Orar es empobrecerse Al principio abundan las palabras de amor, confianza y entrega, hasta que desaparecen en el silencio. El sentimiento de la presencia de Dios es quien llena ese silencio.

“Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van ser escuchados” (Mt 6, 7).

6. Orar es permanecer en la presencia de Dios sin desfallecer. Dios no busca personas que profundicen en consideraciones intelectuales, sino hombres y mujeres que no se cansen de orar. A los que oran mucho les concede el don de la oración pura. La “cantidad” depende de nosotros, la “calidad” del Padre de las luces.

“Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer” (Lc 18, 1).

7. Orar es descubrir a Jesucristo dentro de ti. Si te acercas a Él con fe y humildad te admitirá entre sus seguidores, los pobres, que todo lo esparan de Dios y nada de sí mismos. Déjate que te mire y te ame, no te escondas a su mirada y consiente en dejarte abrazar por Él.

“La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!” (Gal 4, 6).

8. Orar es amar. El termómetro que mide la autenticidad de tu oración es la caridad con el prójimo. La oración te ayudará a descubrir lo que hay dentro de su rostro, detrás de su cara: sus sufrimientos y alegrías, sus ansiedades y proyectos. La oración te llevará a descubrir al hermano y unirte a él.

“La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación” (St 1, 27).

9. Orar es dejar hablar al corazón. Estudiamos métodos de oración, muchos avalados por la santidad de quienes los practicaron, buscamos un buen libro de oración. El centro de la oración, la fuente de donde brota la más fresca y cristalina es nuestro corazón.

“Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí,. Como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de aguas viva” (Jn 7, 37)

10. Orar es entrar. Dios está en el corazón, ahí vive y ahí actúa, ahí quiere comunicarse. El hombre está fuera de sí, en las cosas. Vive distraído y exiliado. En la oración los `protagonistas inician un movimiento de aproximación, hasta que se encuentran en un profundo silencio de amor.

“Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14, 23).

AUTOR: Benigno Colinas, CSsR en OLEADA JOVEN 30 ABRIL, 2016

martes, 12 de julio de 2016

10 hechos asombrosos sobre el poder de la Eucaristía



La Eucaristía viene a nosotros como obra y don de toda la Trinidad.
– Raniero Cantalamessa, OFM

Hace poco una amiga me contaba que su padre solía ayudar a su madre en la cocina con las tareas más tediosas. Una cosa que le gustaba hacer era pelar las nueces y clasificarlas en cubos; luego las metía en bolsitas y las ofrecía a familia y amigos.

El padre de mi amiga falleció recientemente. Pocos meses más tarde, cuando mi amiga fue al congelador a por nueces para hacer pan de plátano, vio la bolsa de nueces y se percató de que, aunque su padre ya no estaba, le había dejado alimento para su viaje.

En aquel momento, mi amiga sintió de repente una comprensión más profunda de lo que es la Eucaristía. Jesús sabía que iba a ascender a los cielos, pero dejó a sus seguidores algo para que les nutriera, no una mera comida terrenal, sino sus propios Cuerpo y Sangre.

Alguien vela por nosotros.

Alguien cuida de nosotros.

Tenemos un Padre celestial que conoce todas nuestras necesidades y que no escatima en esfuerzos para darnos lo que requerimos.

Nuestro pan diario no es un símbolo ni un simple sustento terrenal; es auténtico alimento espiritual, la verdadera carne y sangre de nuestro Salvador, el Dios hecho hombre.

La Eucaristía es un alimento que trasciende la ceremonia y encuentra su poder y su esencia en la obra de la mismísima Trinidad.

Aquí están algunos de los asombrosos efectos de la Eucaristía:

1) Unión con Cristo: Al recibir a Jesús en la Eucaristía fusionamos nuestro ser con el de Cristo. San Cirilo de Alejandría lo describía a algo parecido a “cuando la cera derretida se fusiona con otra cera”. El viaje cristiano es el viaje para ser como Cristo, para “permanecer en Él” y Él en nosotros. La Eucaristía es el medio para que esto suceda.

2) Destrucción del pecado venial: La Eucaristía destruye el pecado venial. ¡Lo destruye! A través del pecado, el fervor de nuestra caridad puede disminuir por nuestro pecado venial. Pero cuando recibimos la Eucaristía, nos unimos con la misma Caridad, que quema los vestigios de nuestros pecados veniales y nos purifica para poder empezar de nuevo.

3) Protección contra el pecado mortal: Aunque deberíamos abstenernos de recibir la Eucaristía cuando sabemos que estamos en estado de pecado portal, deberíamos recibir la Eucaristía tanto como nos fuera posible porque nos protege de los pecados graves. Es como si el poder de la Eucaristía limpiara el pecado venial de nuestras almas y luego lo cubriera con una capa protectora que nos ayuda a permanecer a salvo de pecados graves.

4) Relación personal con Jesús: Muchos cristianos hablan de la importancia de mantener una relación personal con Jesús, lo cual es muy acertado. Pero, ante todo, es a través de la Eucaristía como realmente podemos establecer un encuentro íntimo con la Persona de Jesús. Benedicto XVI destacó una vez esta conexión:

“Hoy se necesita redescubrir que Jesucristo no es una simple convicción privada o una doctrina abstracta, sino una persona real cuya entrada en la historia es capaz de renovar la vida de todos. Por eso la Eucaristía, como fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia, se tiene que traducir en espiritualidad, en vida ‘según el Espíritu’” (Sacramentum Caritatis).

5) Da vida: Según el Catecismo, la Eucaristía “conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo” (CIC 1392). En otras palabras, recibir la Eucaristía incrementa la vida de la gracia ya presente dentro de nosotros. ¡Suena mejor incluso que irse de circuito de spa!

6) Unidad con el Cuerpo de Cristo: Puesto que estamos más íntimamente unidos con Cristo a través de la Eucaristía, ¡también estamos más unidos con todas las personas que reciben la Eucaristía! Dicho de otra forma, la Eucaristía es como el pegamento que nos mantiene unidos a Jesús y a todos los hermanos y hermanas en la Iglesia.

7) Nos compromete con los pobres: Las palabras de san Juan Crisóstomo avergüenzan a los que abandonan la mesa eucarística sin preocupación por los pobres:

“Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. […] Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento con el que ha sido juzgado digno […] de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aun así, no te has hecho más misericordioso”.

8) Consuelo espiritual: La Sagrada Comunión es un anticipo de la dicha del paraíso, así que produce dicha en nosotros en esta experiencia real de unidad con Dios. Si nos sentimos abatidos por las dificultades de la vida, podemos ir a la Eucaristía, nuestra fuente de alegría, y pedir al Señor que nos colme de consuelo y paz.

9) Pacificador: En el Sínodo sobre la Eucaristía en 2005, los obispos discutieron cómo la recepción de la Eucaristía en áreas devastadas por la guerra transformaba a las gentes de Dios y les daba el ímpetu para buscar la paz:

“Gracias a las celebraciones eucarísticas, pueblos en conflicto se han podido reunir alrededor de la Palabra de Dios, escuchar su anuncio profético de reconciliación a través del perdón gratuito, recibir la gracia de la conversión que permite la comunión en el mismo pan y en el mismo cáliz” (Propositio 49).

10) Ofrece un punto focal en nuestras vidas: Si entendiéramos de verdad la profunda naturaleza de la Eucaristía, empezaríamos por centrar nuestras vidas en torno a la Sagrada Comunión. No hay nada más importante en nuestras vidas. Ni partidos de fútbol, reuniones de amigos ni picnics. No hay nada más importante en nuestro calendario semanal que recibir la medicina del médico de almas, Jesús.

¡Todos estos asombrosos efectos y muchos más están a tu disposición el domingo! O mejor aún, intenta ir a misa diariamente.

Pero recuerda que tu disposición a la hora del recibimiento de la Eucaristía puede determinar tu nivel de apertura a sus poderosos efectos. Así que sé respetuoso, concéntrate y ruega a Dios que te ofrezca, a través del poder de la Eucaristía, todas las gracias que necesites en este momento de tu vida.

Como buen Padre que es, te escuchará.

AUTOR: THERESA NOBLE  7 JULIO, 2016

lunes, 11 de julio de 2016

10 útiles citas de san Benito






“Escucha, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón” (Prólogo de la Regla de San Benito)

El 11 de julio es la fiesta de san Benito, un hombre que abandonó la ciudad y la promesa romana de nobleza en búsqueda de una vida de soledad. Vivió durante tres años como ermitaño en una cueva, pero a la muerte del abad local, la comunidad le imploró que regresara a ayudarles.

Sin embargo, aunque reverenciaban a Benito por su santidad, los monjes no podían ponerse de acuerdo en nada e intentaron envenenarle con una bebida. Como es sabido, el santo pronunció una bendición sobre la copa y frustró el insidioso plan. Se le atribuyeron numerosos milagros durante su vida y todos buscaban su sabio consejo.

San Benito llegó a fundar 13 monasterios y dedicó el resto de su vida a crear el plan o “regla” de un monasterio ideal. A esta obra se la conocería como Regla de san Benito y continúa siendo una fuerza impulsora de la vida religiosa —e incluso de los principios de algunas empresas y negocios— de nuestros días.

Para ayudarnos a valorar mejor al hombre que decidió emular el papa Benedicto XVI, aquí hay diez citas inspiradoras del “Padre del monacato occidental”:

1) “El primer grado de humildad es una obediencia sin demora”.

2) “Los somnolientos gustan de poner excusas”.

3) “Proceda con prudencia y no sea extremoso en nada, no sea que, por querer raer demasiado la herrumbre, rompa la vasija”.

4) “Dense prisa mientras tienen aún la luz de la vida, antes que les sorprendan las tinieblas de la muerte”.

5) “La oración ha de ser breve y pura, a no ser que se alargue por una especial efusión que nos inspire la gracia divina”.

6) “La ociosidad es enemiga del alma”.

7) “En mucho charlar no faltará pecado”.

8) “Y, aunque leamos que el vino es totalmente impropio de monjes, porque creemos que hoy día no es posible convencerles, convengamos, al menos, en no beber hasta la saciedad, sino sobriamente, porque ‘el vino hace claudicar hasta a los más sensatos’” (Eclo 19:2).

9) “A todos los huéspedes que se presenten en el monasterio ha de acogérseles como a Cristo, porque Él lo dirá un día: ‘Era peregrino, y me hospedasteis’” (Mateo 25:35).

10) “Hasta en la manera de saludarles deben mostrar la mayor humildad a los huéspedes que acogen y a los que despidan; con la cabeza inclinada, postrado el cuerpo en tierra, adorarán en ellos a Cristo, a quien reciben”.

AUTOR: PHILIP KOSLOSKI  11 JULIO, 2016

lunes, 13 de junio de 2016

Sagrado Corazón Milagro de Axion Estin en el Monte Athos




A cierta distancia de Karyes, capital de Monte Athos, Grecia, vivía un monje virtuoso y su joven discípulo. Un sábado en la noche, el anciano dejó solo a su discípulo. Al llegar la noche, un monje desconocido tocó a la puerta y el discípulo lo acogió por la noche.

Se reencontraron al alba para cantar el Oficio de Orthros en la capilla. Cuando llegaron a la novena oda, el extranjero la precedió con las siguientes palabras: “Es verdaderamente digno de proclamarte, Madre de Dios siempre bienaventurada completamente Inmaculada, y Madre de Nuestro Dios…”

Sorprendido de escuchar este canto por primera vez pidió a su huésped escribir como no encontraban papel, el monje grabó profundamente y sin dolor con su dedo, el himno en una placa de piedra. Agregando “A partir de este día, todos los ortodoxos canten así el himno a la Madre de Dios” Y desapareció.



Al escuchar, a su regreso, lo que había sucedido y viendo la placa grabada, el anciano comprendió que el monje extranjero no era otro que el Arcángel Gabriel. Estos hechos tuvieron lugar en 982. Transfirieron el icono delante del cual se llevó a cabo el milagro a la iglesia a de Protaton, Grecia donde se encuentra actualmente. A este icono se le llama “Axion Estin.”

Autor: Association Marie de Nazareth 59 Avenue de la Bourdonnais Paris 75007 France

miércoles, 8 de junio de 2016

El poder de intercesión de San José




Hay ciertos hombres, a lo largo de la Historia, cuya grandeza sobrepasa cualquier leyenda. Hombres que parecen ser objeto de una especial predilección de un Dios complacido en adornar sus almas con el brillo de las virtudes y de rarísimos dones.

Desde toda la eternidad, cuando la Encarnación del Verbo fue determinada por la Santísima Trinidad, Dios Padre quiso que la llegada de su Hijo al mundo fuese revestida con la suprema pulcritud que conviene a un Dios. A pesar de los aspectos de pobreza y humildad con los cuales habría de mostrarse, Él debería nacer de una Virgen concebida sin pecado original, reuniendo en sí las alegrías de la maternidad y la flor de la virginidad. Pero era indispensable la presencia de alguien capaz de asumir la figura de padre delante el Verbo de Dios hecho hombre. Para eso, bien podemos aplicar las palabras dichas por la Escritura sobre el Rey David: "El señor buscó un hombre según su corazón". Este hombre fue San José.

Para formar una idea de quien fue San José, precisamos considerar que él fue esposo de Nuestra Señora y padre adoptivo del niño Jesús. El esposo debe ser proporcionado a la esposa. Ahora, ¿quién es Nuestra Señora? Ella es, de lejos, la más perfecta de todas las criaturas, la obra-prima del Altísimo. Si sumamos las virtudes de todos los ángeles, de todos los santos y todos los hombres hasta el fin del mundo, no tendremos siquiera una pálida idea de la sublime perfección de la Madre de Dios. El hombre escogido para ser el esposo de esa excelsa criatura debía poseer una virtud mayor que la de los antiguos patriarcas. ¡Es la grandeza de alma que debía tener el Esposo de la Madre de Dios!

¡Su misión, como padre del Niño Jesús, consistió en ser la imagen de Dios Padre a los ojos del propio Hijo de Dios! En la simplicidad de la vida cotidiana, San José ejercía como jefe de la Sagrada Familia, una verdadera autoridad sobre el Hijo de Dios.

¿Quién iría a responder a las preguntas de Dios? Esta gracia solo fue concedida a San José, varón humilde y puro. Imaginemos el Niño Jesús parado delante de él e indagando cómo hacer tal cosa. ¡Y San José, mera criatura, consciente de que es Dios quien pregunta, da el consejo!

Consideremos a San José como modelo de castidad y de fuerza; un varón de santidad inimaginable, en el cual Dios reunió, como en un sol, todo cuanto los demás santos juntos tienen de luz y esplendor.

Todas las glorias se acumularon en este varón incomparable.

Hubo, también, en el Antiguo Testamento un personaje llamado José, hijo del Patriarca Jacob que llegó a ser virrey de Egipto. En tiempo de hambre, el Faraón mandaba a los egipcios dirigirse al sabio José para que él distribuyese los alimentos, diciéndoles: ¡"Id a José"! De la misma manera, podemos oír la voz de Dios que nos dice durante nuestras dificultades: ¡"Id a José"! Así como José fue virrey de Egipto y el más importante del reino después del Faraón, Dios constituyó a San José, virrey de la Iglesia, es decir, señor y cabeza de su casa, custodio y administrador de todos sus bienes.

¿Quién podrá calcular el poder de intercesión de San José junto a María Santísima y a su Divino Hijo? Su patrocinio y poder de intercesión son superiores a los de todos los demás santos, sin duda alguna. San José todo lo puede delante del Divino Redentor.
Ciertamente, Jesús, que le fue sumiso durante su vida terrena, seguirá siéndole obediente por toda la eternidad...

¡Imploremos, siempre, su poderosa intercesión!

Por la Hna. Cintia Louback, EP. Redacción (Jueves, 17-03-2016, Gaudium Press)

martes, 7 de junio de 2016

A vuestra protección recurrimos…




En una madrugada fría, del riguroso invierno de la lejana Rusia, mientras subía la pendiente de la montaña principal de la región del Tykrapshol, el tren de Marie se desvió de su ruta normal y atrasó el horario de su llegada, dejando a muchos en gran aflicción. ¿Qué podría haber ocurrido?

- Yo creo y puedo dar mi testimonio. ¡Fue un milagro! ¡Un milagro! - exclamaba el chofer del tren al ser interrogado por sus superiores.
¿Cuál motivo lo hizo parar en medio del recorrido? Todos estaban sorprendidos y querían saber qué había ocurrido, pero el chofer no paraba de repetir la frase de arriba.

¿Qué "milagro" sería ese? ¿Y qué "testimonio" él podría dar?


Al seguir por las trillas, en una considerada velocidad, el maquinista, Jorge Krash, vio delante del tren una gran sombra que ofuscaba el farol izquierdo, pareciendo hacer señal para disminuir la velocidad y parar la máquina. El señor Krash juzgó que estaba teniendo alguna falsa impresión y que las altas horas de la noche estaban influyendo y despertando su imaginación. Prosiguió el recorrido como si nada hubiese acontecido.

Minutos después, la misma sombra apareció nuevamente, haciendo señales todavía más rápidas. Eso se repitió por tres veces más. No pudiendo más contenerse, vio que no podría ser apenas imaginación y comenzó a disminuir la marcha hasta el tren parar. Todos los pasajeros, asustados con la repentina parada, corrieron a las ventanas para ver lo que había pasado. Para su sorpresa constató que la "gran sombra" era producida por las frágiles alas de una mariposa...

Después de certificarse que era solo eso lo que estaba sucediendo, el chofer subió nuevamente al vagón para recomenzar el camino. Mientras accionaba los botones de partida, uno de los pasajeros dio un fuerte grito:

- ¡Alto! ¡No avance, sino morimos todos!

Ese pasajero pudo de su ventana avistar una gran piedra que se había desprendido de la montaña y obstruía el pasaje por las trillas. En ese momento, todos comprendieron que aquella repentina parada había sido una intervención de la Divina Providencia. Si el tren hubiese continuado con la velocidad anterior, habría chocado fuertemente contra la piedra, ocasionando un grave accidente, una explosión y, consecuentemente, la muerte de todos los pasajeros.

El señor Krash, convencido de la protección de su ángel de la guarda, el cual siempre invocaba antes de sus viajes, confirmó que el motivo que lo hiciera parar había sido la sombra de una mariposa puesta allí para salvarlos.

Esa es una bella historia que, aunque ilustrada, puede explicar varios hechos de nuestro día a día.

La acción angélica

Muchas veces, cuando algún presentimiento o una fuerte tentación perturban nuestro interior, luego concluimos: "¡Cosa del demonio!". Entretanto, cuando tenemos una buena inspiración, practicamos una bella acción o sentimos una fuerte inclinación a practicar la virtud, juzgamos que eso viene de nosotros mismos y nos olvidamos de los grandes guardianes que Dios nos concedió con la misión de guiarnos desde el momento de nuestra concepción hasta la Vida Eterna. En la Epístola a los Hebreos, encontramos que todos los ángeles son espíritus al servicio de Dios, el cual les confía misiones en favor de los herederos de la salvación eterna (cf. Hb 1,14).
A lo largo de la Historia, podemos comprobar cómo la Divina Providencia quiere la salvación de cada uno de los hombres y cómo Ella actúa para comunicar y realizar su plan para la humanidad. Por eso, Dios se vale de criaturas como instrumento y envía sus Ángeles que, como mensajeros celestes, ejecutan su voluntad y se relacionan con los hombres. Como dice San Juan de la Cruz: "Los ángeles, además de llevar a Dios noticias de nosotros, traen los auxilios divinos para nuestras almas y las apacientan como buenos pastores [...] amparándonos y defendiéndonos de los lobos, los demonios".1

Mosaico de la Anunciación, Santa María in Trastevere, Roma
Los seres angélicos son puros espíritus dotados de personalidad, de inteligencia y de voluntad, de poder superior a los de los hombres y que sirven a Dios de un modo más próximo y estable. El Catecismo nos enseña que "Jesús anuncia en términos graves que ‘enviará sus ángeles, y ellos erradicarán de su Reino todos los escándalos y los que practican la iniquidad, y los lanzarán a la hoguera ardiente' (Mt 13, 4 1-42) de punición de los condenados, la cual es eterna y durará para siempre" (CCE 1034). Siendo esas criaturas más perfectas - lo espiritual es mayor que lo material - la Providencia creó esos seres en mayor cantidad que los hombres y que toda y cualquier criatura material: "Millares de millares lo servían y centenas de millares asistían ante su trono" (Dn 7,10).

Así, los Ángeles -más especialmente nuestro Ángel de la Guarda- están siempre a nuestro lado y, como que, nos miran del Cielo aguardando que busquemos el auxilio de ellos y los convoquemos para estar entre nosotros. Sepamos, pues, recurrir a esos intercesores celestes en esta gran batalla del hombre que es la de esta Tierra, hasta llegar un día, por la misericordia Divina y la intercesión de María Santísima con su Corte Angélica, a la Vida Eterna.

Por la Hna. Mariella Antunes, EP. Redacción (Martes, 05-04-2016, Gaudium Press) 

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1 SAN JUAN DE LA CRUZ. In: Revista Arautos do Evangelho, n. 58, p. 35.

lunes, 6 de junio de 2016

Si conocieses el don de Dios...



Cierta vez, el gran pintor y escultor Miguel Ángel esculpió una estatua que representaba a Moisés. La imagen era de tamaño y espesura natural y la mirada, idéntica a la del modelo. Tan real parecía que, al contemplarla, no se contuvo y gritó: "Parla! Perché non parli?" (¡Habla! ¿Por qué no hablas?) Él fue capaz de hacer una escultura perfecta, pero en ella no consiguió inyectar la vida. [1]

Valiéndonos de la metáfora arriba, podríamos decir que todo hombre, al nacer, es una estatua de Dios, pues no pasa de mera criatura dotada de vida racional. Entretanto, "Dios, por su infinita bondad, ordenó al hombre a un fin sobrenatural, esto es, a participar de los bienes divinos que sobrepujan totalmente la inteligencia de la mente humana, pues, en verdad, ‘ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre probó lo que Dios preparó para los que lo aman." (1 Cor 2, 9) (Dz 1789).

Este fin sobrenatural dado por Dios a aquellos que Él creó como "su imagen y semejanza" (Gn 1, 26) es la participación del hombre en su vida divina.

Infinitamente superior a este escultor, es Dios que desea comunicar su propia vida a los hombres, creados libremente por Él, para hacerlos, en su Hijo único, hijos adoptivos (cf. CCE 54).

Pero, infelizmente el hombre no permaneció fiel a las exigencias impuestas por su elevación gratuita al orden sobrenatural. Nuestro primer padre, Adán, constituido "en santidad y justicia" (Dz 788), poseía la ciencia infusa y el don de integridad, por el cual ningún sufrimiento lo afectaría y pasaría de esta vida a la eternidad sin pasar por la muerte. Además, tenía en altísimo grado las virtudes y los dones del Espíritu Santo.

Con todo, el varón predilecto recibió de Eva el fruto prohibido y lo comió. Estaba consumado el pecado original. En el mismo instante, fue él despojado de todos los privilegios paradisíacos y se abrió una era de pobreza, de cautiverio, de ceguera y de opresión para todos sus descendientes. Se cerraron las puertas del Cielo para la humanidad, restando apenas dos destinos: limbo o infierno. [2]

Entretanto, siglos después:

Dios envió a su ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen casada con un hombre que se llamaba José, de la casa de David y el nombre de la virgen era María. El Ángel le dijo: "Es que concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás el nombre de Jesús". María preguntó al ángel: "¿Cómo se hará eso, pues yo no conozco hombre?" Le respondió el ángel: ‘El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te envolverá con su sombra. Por eso, el ente santo que nazca de ti será llamado Hijo de Dios. Entonces, dijo María: "He aquí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra' (Lc 1, 26-28.31.34-35.37)

En este mismo instante, el Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo, se encarnó en las purísimas entrañas de esta Virgen Santísima, sin dejar de ser verdadero Dios y verdadero hombre.

La divina justicia exigía una reparación; por eso, habiéndose encarnado, quiso Él asumir sobre Sí los crímenes y miserias de toda la humanidad. Se inició, de este modo, la redención del género humano. [3]

La Segunda Persona de la Santísima Trinidad vino a habitar entre nosotros (cf. Jo 1, 14) para que todos pudiesen tener vida, y no una vida meramente natural, sino la sobrenatural, la gracia. Dios quiso divinizarnos, conforme afirma Santo Tomás. [4]

Explica Monseñor João Clá Dias que eso se da no a la manera de un revoque en una pared, que no la modifica en su interior, sino como si alguien inyectase oro en los ladrillos, al punto de poderse decir "pared de oro". Esta figura, según el referido autor, es pobre para expresar lo que se pasa en un alma cuando le es infundida la vida divina. [5]

Y es a través de la institución de los Sacramentos hecha por el Divino Redentor que el hombre puede usufructuar los beneficios que Dios le reservó desde toda la eternidad.

Actualmente puestos en una crisis de decadencia moral y de costumbres, los cristianos desconocen los sacramentos - bautismo, crisma, eucaristía, penitencia, unción de los enfermos, orden y matrimonio -, juzgando muchas veces ser prácticas familiares, o hasta incluso supersticiosas, no comprendiendo los beneficios, las gracias que por medio de ellos son dispensadas y los auxilios que ellos proporcionan para los combates espirituales que todo bautizado traba a lo largo de su vida.

Se vive en un mundo ávido de paz exterior, pero que no orienta y dirige las almas para un pináculo de perfección que traería consigo la solución de muchos problemas.

Por la Hna. Nágela Shayenne da Silva Pinheiro, EP. Redacción (Viernes, 22-04-2016, Gaudium Press) 

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[1] Cf. CLÁ DIAS, João Scognamiglio. Eternidade feliz. In: O inédito sobre os Evangelhos. Comentários aos Evangelhos dominicais. Domingos do Advento, Natal, Quaresma e Páscoa, Solenidades do Senhor que ocorrem no Tempo Comum - Ano A. Città del Vaticano-São Paulo: LEV; Lumen Sapientiae, 2013, v. I. p. 111.
[2] Cf. CLÁ DIAS, João Scognamiglio. Jesus prega em Nazaré. In: O inédito sobre os Evangelhos. Comentários aos Evangelhos dominicais. Domingos do Advento, Natal, Quaresma e Páscoa, Solenidades do Senhor que ocorrem no Tempo Comum - Ano C. Città del Vaticano-São Paulo: LEV; Lumen Sapientiae, 2012, v. VI. p. 43.
[3] Cf. SAN PIO X. Catecismo Maior. Goiás: Serviço de Animação Eucarística Mariana, 2005, p. 325.
[4] Cf. SAN TOMÁS DE AQUINO. Suma Teológica. I-II, q. 112, a.1.
[5]Cf. CLÁ DIAS, João Scognamiglio. O Batismo que conquistou nosso Batismo. In: O inédito sobre os Evangelhos. Op. cit. p. 169.

domingo, 5 de junio de 2016

La Maravilla de la Liturgia



Querido lector, ¿ya le sucedió de entrar a una iglesia, y extasiarse delante de las maravillas dentro encontradas? ¡A veces son obras de arte de los siglos pasados o reliquias de santos que recuerdan la vida de los justos en la tierra! Pero, cuántas veces también, el alma del visitante "se eleva hasta los pies de Dios al son del órgano, al desarrollo grave y acompasado de la música sacra...".

Puede ocurrir eso en una antigua y majestuosa catedral gótica, que retiene en sus ojivas seculares unos restos de claridad colada a través de los vitrales, mientras desaparece en el cielo, lentamente, un sol crepuscular. Pero también, y cuántas veces, ocurre en una iglesia ‘obrera', en la cual se pueden observar mujeres paupérrimas, mendigos, operarios exhaustos y miserables de los arrabales, que van a dirigir a Dios, después de un día de intenso trabajo, preces confiadas.

Mas, tanto en un templo cuanto en otro, invariablemente, de dentro del sagrario, el Señor invisible consuela a todos, repitiendo, sin palabras, el sermón de la montaña: "Bienaventurados los que lloran, los que sufren, los que tienen sed de justicia..."

Un lenguaje sacro

Todo eso forma parte del lenguaje de la Iglesia, que a través de los ambientes creados por ella en la Casa de Dios, que es el templo católico, nos facilita el contacto con lo sobrenatural y predispone nuestras almas para la gracia de Dios.

Nosotros, hombres, comunicamos ciertas notas al ambiente donde estamos. Más aún, tenemos gestos, actitudes y modos de hablar que expresan nuestra mentalidad y son coherentes con ella, son síntomas de ella.

Ahora, en la Iglesia, pasa algo parecido: todos los gestos de la liturgia católica revelan la misma mentalidad, como si fuese el gesticular de una sola persona.

Sea en una Misa, en una bendición del Santísimo, en un casamiento, en un bautizo o cuando un enfermo recibe la unción, que va ayudarlo a superar la enfermedad o prepararlo para la vida eterna, siempre nos acoge el mismo lenguaje sagrado expresado de modos diversos, según las circunstancias.

Acción sagrada por excelencia

Pero, ¿qué es propiamente la liturgia? Ella es una realidad viva y rica al mismo tiempo, comprensible únicamente por los que en ella participan y que no se deja fácilmente encerrar en un solo concepto.

A veces nos equivocamos cuando pensamos que la liturgia de la Iglesia es apenas la parte externa y sensible del culto divino o un bello aparato ceremonial. O entonces las normas con que la jerarquía ordena los ritos sagrados.

Pío XII, en la encíclica Mediator Dei (1958), rechazó semejantes apreciaciones y subrayó la realidad sobrenatural de la liturgia al decir que ella es el ejercicio de la función sacerdotal de Cristo.

Y el Concilio Vaticano II (1963), retomando esa misma idea, explicitó que en la liturgia "las señales sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación de los hombres; en ella, el Cuerpo Místico de Jesucristo - cabeza y miembros - presta a Dios el culto público integral. Por tanto, cualquier celebración litúrgica es, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo que es la Iglesia, acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no es igualada por ninguna otra acción de la Iglesia".

Cuando, en lo alto de la Cruz, el Divino Salvador murió por nosotros, de su costado divino brotó la Iglesia, que a lo largo de los tiempos fue configurando su liturgia, con características propias para cada pueblo de la tierra, haciendo así una recapitulación de la obra de la Salvación: con Jesucristo, finaliza la época de los símbolos y comienza la época de lo simbolizado; termina la figura y se presenta al mundo la figura que inaugura el culto "en espíritu y verdad" (Jn 4, 24).

Por eso, la liturgia terrestre, cuando bien realizada, con amor, piedad y belleza, invita a los fieles a pre-degustar ya la liturgia celeste de la "ciudad santa, la nueva Jerusalén" (Ap 21, 2).

Modelando los hombres

Benedicto XVI, al ser interpelado respecto a lo que hace falta para una verdadera y recta renovación en la Iglesia, responde simplemente diciendo que el destino de la fe y la Iglesia se define, más que en otro lugar, en el contexto de la liturgia. Porque donde los hombres nos ponemos en comunicación con Dios, donde podemos "tocarlo" y donde recibimos instrucción y fuerza, es en la acción litúrgica.

Nosotros salimos de nosotros mismos para ir más allá, entregarnos a Dios y dejarnos "tocar" por Él: es la experiencia de Dios vivida en comunidad.

Si todas las iglesias, cada una en la medida de sus posibilidades, cuidase de su liturgia en las actitudes, movimientos, sonidos, ornamentos y copas sagradas, palabras, oraciones, etc. con esta perspectiva, ¿no es verdad que muchas personas que se alejaron no lo habrían hecho?

Compenetrémonos y sepamos explicar que la Iglesia es una institución existente desde Jesucristo hasta hoy. Ella transmite un conjunto de convicciones (son las verdades de la fe), un conjunto de normas (son las leyes de la moral). La Iglesia no es un conjunto de libros, sino un conjunto de virtudes practicadas y transmitidas de generación en generación. Tales virtudes, efectuación en la vida humana de las enseñanzas propuestas por la fe e indicadas por la moral, van así modelando a los hombres en todos los lugares del mundo y en todos los tiempos.

Por José Alejandro Mendoza.

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1 - CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. O Legionário, nº 93. São Paulo, 1932.
2 - MARTIMORT, Aimé Georges. La Iglesia en Oración. Introducción a la Liturgia. Barcelona: Herder, 1992, p. 41-44.
3 - CONCÍLIO ECUMÊNICO VATICANO II. Constituição Conciliar Sacrosanctum Concilium sobre a Sagrada Liturgia, n. 7.
4 - FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Pedro. Introducción a la liturgia. Conocer y celebrar. Madrid: San Esteban-Edibesa, 2005, p. 243.
5 - BENEDICTO XVI. Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos. Una conversación con Peter Seewald. Bogotá: Herder, 2010. p. 163-165.

sábado, 4 de junio de 2016

La patria del dolor y de la misericordia




He aquí el lugar donde los minutos son siglos interminables, donde el dolor y la expiación se mezclan a la alegría y la consolación de la esperanza de poder ver a Dios en un cara a cara eterno: el querido lector ciertamente ya concluyó que se trata de la Iglesia que padece.

De hecho, nadie merece el Cielo fácilmente. El purgatorio es la patria de la justicia rigurosa y, al mismo tiempo, es la patria de la infinita misericordia de Dios: pues, para nosotros es una grandísima misericordia encontrar, después de la muerte, un lugar de expiación y a pesar del grande rigor de la justicia divina, nos consuela la idea de que en el purgatorio debe haber consolaciones y alegrías.

Purgatorio_Gaudium_Press.jpg

¿Alegrías? ¿Puede haber en este estado donde almas, inclusive santas, pasan años en un fuego expiatorio - semejante al de la negra prisión del infierno - por pecados veniales alguna alegría auténtica?

San Francisco de Sales es quien nos va decir que las alegrías y las consolaciones que de hecho existen en el purgatorio son un bálsamo suavizante para las almas. En lo que se refiere a este asunto, el Obispo y Doctor de la Iglesia sintetizó algunos puntos respecto a las almas que padecen:

1. Las almas del purgatorio están en una continua unión con Dios y perfectamente sumisas a su voluntad de Él. No pueden dejar esta unión divina y nunca pueden contradecir la divina voluntad, como infelizmente sucede con nosotros, en este mundo;

2. Ellas se purifican con mucho amor y con muy buena voluntad, porque saben que es esta la voluntad de Dios. Sufrir para hacer la voluntad de Dios es una alegría para ellas.

3. Ellas quieren estar de la forma que Dios quiere y cuanto tiempo Él quiera.

4. Ellas son impecables y no pueden experimentar ni el más leve movimiento de impaciencia, ni cometer una imperfección siquiera.

5. Aman a Dios más que a sí mismas y más que todas las cosas y con amor muy puro y desinteresado.

6. Las almas son consoladas por los Ángeles.

7. Ellas están seguras de su salvación y con una seguridad que no puede ser confundida.

8. Las amarguras que experimentan son muy grandes, pero en una paz profunda y perfecta.

9. Si, por lo que padecen, están como en una especie de infierno, cuanto al dolor, es un paraíso de dulzura, cuanto a la caridad, más fuerte que la muerte.

En efecto, hay una esperanza de la salvación segura, no obstante el gran sufrimiento, mayormente en el oscuro y hondo purgatorio. Y a nosotros, hijos e hijas de aquel que no admite pequeñas concesiones y es absolutamente intransigente en relación a los pecados veniales, vale siempre la máxima: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto". O sea: ¡Nuestra santidad debe ser tal, que no se concibe siquiera que esperemos pasar por un largo purgatorio! En nuestras almas no debe haber espacio para semi-fidelidades, semi-virtudes y pequeñas concesiones, sino que deben ser receptáculos de un deseo radical de entrega completa al sufrimiento en esta tierra de exilio y de una ciega confianza en Nuestra Señora, que abatirá todas nuestras miserias si estamos en consonancia con Ella, llevándonos a la convivencia completa y eterna por la cual tanto y tanto deseamos.

Pidamos, pues, esta gracia, por la intercesión de nuestros santos patronos y de las santas almas del purgatorio: ¡rectitud absoluta y santidad llevada hasta las últimas consecuencias!

Por Ana Laura de Oliveira Bueno Redacción (Martes, 17-05-2016, Gaudium Press)

viernes, 3 de junio de 2016

¿Por qué es tan importante la Inmaculada Concepción de María? Te lo explicamos en 7 puntos



Aunque no lo parezca, es súper importante tener claro este dogma Mariano de la Inmaculada Concepción, no solo porque es un conocimiento que debería ir en la catequesis básica sobre la Virgen, sino porque nos ayuda a comprender mejor la vida de Jesús, su divinidad, el plan de Dios y cómo es que la Virgen María ha ayudado en la realización de ese plan.

Conocer en qué consiste la Inmaculada Concepción es casi un elemento de apologética, pues además de hacernos amarla aún más, nos permitirá defenderla ante esos tan frecuentes ataques de quienes no creen en ella y en su rol como la Madre de Dios.

En el libro del Génesis, dice: «Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar» (Gn 3,15).

Te preguntarás, ¿qué tiene que ver el Génesis con la Virgen? Para uno que no conoce, parece que se quisiera hacer calzar los textos a la fuerza, para articular una explicación y salvar el prestigio de la Virgen María. Sin embargo, hay que saber que los teólogos llaman a este pasaje el “protoevangelio”, palabra que significa «primera buena nueva», dejando entrever el plan de salvación que Dios tenía desde el comienzo, antes del nacimiento de Jesús. Dios ya consideraba el nacimiento de su hijo y a una mujer en toda esa historia. Además, afirmaba que el linaje de esa mujer pisará la cabeza de la serpiente. María es precisamente esa mujer.

Queremos explicarte a través de esta galería, algunos aspectos del dogma de la Inmaculada Concepción de María que es importante que conozcas y si los sabes, que los  refresques en tu corazón.

¿Por qué es tan importante la Inmaculada Concepción de María? Te lo explicamos en 7 puntos

fuente: madreshoy.com
Primero que todo, ¿qué es la Concepción de María?

La concepción es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica  procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana.

Cuando hablamos del dogma de la Inmaculada Concepción no nos referimos a la concepción de Jesús quién obviamente, también fue concebido sin pecado.
El dogma declara que María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir María es la "llena de gracia" desde su concepción.
fuente: tiempodeevangelizar.org
¿Y por qué es tan importante creer que María es Inmaculada?

Esa enemistad de la que nos habla el pasaje del Génesis, es una enemistad eterna que Dios ha puesto entre la Virgen y Satanás.
Si la Santísima Virgen en algún momento hubiera cometido pecado o hubiera perdido la gracia de Dios por acción de ella o de otros (como por el pecado original por ejemplo), habría dejado de estar enemistada con Satanás  como relata la tradición de la Iglesia.

La Encíclica "Fulgens corona", del Papa Pío XII en 1953 para conmemorar el centenario del dogma de la Inmaculada Concepción, dice:

«Si en un momento determinado la Santísima Virgen María hubiera quedado privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría ya -al menos durante ese periodo de tiempo, por más breve que fuera- la enemistad eterna de la que se habla desde la tradición primitiva hasta la solemne definición de la Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre».
fuente: aciprensa.com
Y si fue concebida sin pecado, ¿cómo ocurrió eso?

La verdad es que no hay evidencia histórica ni bíblica y lo que sabemos sobre ello lo relatan los libros apócrifos, por lo que no todo es confiable y es difícil distinguir lo cierto de la leyenda, pero la tradición de la Iglesia nos enseña que Santa Ana y San Joaquín, los padres de la Virgen María, siendo de muy avanzada edad no habían podido tener descendencia y Dios se manifestó en sus vidas.

Ambos recibieron la visita del ángel del Señor quien les comunico la promesa de concebir una niña. De esta forma, unos padres estériles por acción del Espíritu Santo pudieron tener una hija, quien sería luego la Madre de nuestro Salvador.
fuente: imferblog.com
¿Y cuál es el fundamento bíblico de este dogma?

La Biblia no menciona explícitamente el dogma de la Inmaculada Concepción, como tampoco menciona explícitamente muchas otras doctrinas que la Iglesia recibió de los Apóstoles. La palabra "Trinidad", por ejemplo, no aparece en la Biblia.

El primer pasaje que contiene la promesa de la redención (Genesis 3:15) menciona a la Madre del Redentor. Es el llamado Proto-evangelio, donde Dios declara la enemistad entre la serpiente y la Mujer.

En Lucas 1, 28 el ángel Gabriel enviado por Dios le dice a la Santísima Virgen María «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.». Las palabras en español "Llena de gracia" no hacen justicia al texto griego original que es "kecharitomene" y que significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios. Aunque este pasaje no "prueba" la Inmaculada Concepción de María, ciertamente, lo sugiere.

El Apocalípsis habla de una «mujer vestida de sol» (Ap 12,1).  Ella representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente en la Santísima Virgen. Ella es toda esplendor porque no hay en ella mancha alguna de pecado.
fuente: periodicocamino.com
Si Jesús murió para la salvación de todos, es decir nos salvó del pecado, y María no tuvo pecado. ¿Entonces la redención de Jesús no es universal?

Los grandes teólogos del siglo XIII tenían dificultades con el asunto: La redención obrada por Cristo no sería universal si la condición de pecado no fuese común a todos los seres humanos.  Si María no tiene pecado original, no hubiera podido ser rescatada. En efecto, la redención consiste en librar a quien se encuentra en estado de pecado, sin pecado no hay redención. ¿Entonces cómo?



El franciscano Juan Duns Escoto, en el siglo XIV, inspirado en algunos teólogos del siglo XII y por el mismo San Francisco (siglo XIII, devoto de la Inmaculada), brindó la clave para superar las objeciones contra la doctrina de la Inmaculada Concepción de María. El sostuvo que Cristo, el mediador perfecto, realizó precisamente en María el acto de mediación más excelso: Cristo la redimió preservándola del pecado original. Se trata una redención aún más admirable: No por liberación del pecado, sino por preservación del pecado.
fuente: jhonnyquinde.com
Pero San Pablo en el libro a los Romanos dice que "Todos han pecado", entonces, ¿Este dogma contradice a la palabra de Dios?

En efecto en Romanos 3, 23 dice "todos han pecado y están lejos de la presencia salvadora de Dios".

Si fuéramos a tomar las palabras de San Pablo "todos han pecado" en un sentido literal absoluto, Jesús también quedaría incluido entre los pecadores, pues también fue un humano. Sabemos que esta no es la intención de S. Pablo ya que después menciona que Jesús "no conoció pecado" (2Cor 5,21).

El dogma de la Inmaculada Concepción de María no contradice la enseñanza Paulina  sobre la realidad pecadora de la humanidad en general. San Pablo enseña que Cristo nos libera del pecado y nos une a Dios.  Esta es la enseñanza del Catecismo, el pecado original "afecta a la naturaleza humana", que se encuentra así "en un estado caído". Por eso, el pecado se transmite «por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales». Pero Jesús tiene la potestad para preservar a su Madre del pecado aplicando a ella los méritos de su redención y ya lo explicamos antes: La redimió no liberándola del pecado, sino que preservándola de él.


fuente: el19digital.com
¿Dios gana algo con que María sea inmaculada desde su concepción?

El teólogo Juan Duns Escoto se lo preguntó y llegó a la siguientes conclusiones, preparando el camino para que esto se convirtiera en un dogma:

1. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original?
- Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.
2. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original?
- Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.
3. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace?
- Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.

Entonces Escoto exclamó: Luego
1. Para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original.
2. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha.
3. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.

Autor: Sebastian Campos