miércoles, 17 de julio de 2019

Cinco frases inspiradoras de la llegada del hombre a la luna






De la boca de John Fitzerald Kennedy a Pablo VI, la llegada del hombre a la luna, cuyo 50 aniversario se celebra este 20 de julio, ha dejado frases imborrables, tanto como aquellas inmortales imágenes de la primera caminata lunar. Aquí un recorrido de una travesía que desafió los límites de lo que el hombre creía que podía hacer, y que algunos invitaron a leer y entender en su mayor profundidad desde una perspectiva más trascedente.

J. F. Kennedy

En el que uno de los discursos más emblemáticos de la historia de la retórica política, el presidente John Fitzerald Kennedy (1917-1963) anunció que el hombre llegaría a la luna y dispuso de todos los esfuerzos de su país para concretarlo. Cierto es que la carrera espacial con la Unión Soviética fue acaso la más inocente de todas las disputas de la Guerra Fría, y no por ello estuvo libre de espionajes y episodios oscuros. Pero en aquel discurso del 12 de septiembre de 1092, en el estadio de la Universidad de Rice, JFK propuso una política de Estado, pero también un motivo trascendente para esa política de Estado:

Todavía no hay conflicto, ni prejuicios, ni conflicto nacional en el espacio exterior. Sus peligros son hostiles para todos nosotros. Su conquista merece lo mejor de toda la humanidad, y la oportunidad para una cooperación pacífica en ella pueda que nunca vuelva. ¿Pero por qué, dicen algunos, la luna? ¿Por qué elegir esto como nuestro objetivo? Y ellos bien podrían preguntar ¿por qué escalar la montaña más alta? ¿Por qué, hace 35 años, cruzar el Atlántico en avión? ¿Por qué Rice juega a Texas?

1.Nosotros elegimos ir a la luna. Elegimos ir a la luna en esta década y hacer las otras cosas, no porque sean fáciles, sino porque son difíciles, porque ese objetivo servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades, porque ese desafío es uno que estamos dispuestos a aceptar, uno que no estamos dispuestos a posponer.

JFK fue asesinado el 22 de noviembre de 1963. El programa Apollo siguió su marcha. Cuando pronunció su discurso, era mayoritario el rechazo al proyecto lunar. Sus palabras fueron inspiración y podrían haber sido decisivas para cambiar el curso de esta historia.

Pablo VI

San Pablo VI, como la humanidad entera, siguió con atención los sucesos de aquel julio de 2019. Y en el rezo del Ángelus y las audiencias, el Papa, siempre preocupado por la reflexión sobre el progreso, fue acompañando, en actitud de admiración y oración, y catequizando, la travesía de los astronautas.

Ángelus del 13 de julio de 1969: Aquí hay una pequeña pero siempre excelente lección de catecismo, que ilumina nuestra difícil meditación en el cosmos. Escucha, como una voz profunda que se eleva desde las profundidades del espacio y los siglos: “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”. ( Gen. 1, 1). Observa el panorama del cielo y del mundo; Mide, si puedes, la inmensidad; Hazte un concepto de la densidad de la realidad, de la verdad que está contenida en ella; experimenta una emoción de asombro ante la grandeza ilimitada que tenemos ante nosotros; afirmar la distinción irreductible entre Dios el Creador y el mundo creado, y juntos reconocer, confesar, celebrar la inseparable necesidad, que une la creación con su Creador

Además de unirse a la oración y a la espera alegre, victoria sublime del progreso, como la definió, Pablo XVI meditó la jornada que Neil Armstrong pisaría la luna:

2. Ángelus del 20 de julio de 1969: ¿Quiénes somos, capaces de tanto? Haremos bien en meditar sobre el progreso. Hoy el desarrollo científico y operacional de la humanidad alcanza una meta que parecía inalcanzable: ¿el pensamiento y la acción del hombre a donde aún pueden llegar? Nos fascinan la admiración, el entusiasmo, la pasión por los instrumentos, los productos del ingenio y la mano del hombre, quizás hasta el punto de la locura. Y aquí está el peligro: desde esta posible idolatría del instrumento tendremos que mirarnos a nosotros mismos. Es cierto que el instrumento multiplica la eficiencia del hombre más allá de todos los límites; ¿Pero es esta eficiencia siempre a su favor? ¿Lo hace mejor? ¿más hombre? ¿O podría el instrumento no encarcelar al hombre que lo produce y convertirlo en un servidor del sistema de vida que el instrumento en su producción y en su uso impone a su amo? Todo sigue dependiendo del corazón humano.

El salmo que llegó a la luna

No fue Buzz Aldrin el autor ni de este salmo y por supuesto tampoco del Evangelio, pero sí es el hombre que supo llevar la Palabra de Dios a nuestro satélite, por lo que bien se merece el reconocimiento. Presbiteriano, llevó una diminuta comunión preparada por su Iglesia, leyó un pasaje del Evangelio – que la NASA, por un problema judicial que enfrentaba no compartió en vivo con el mundo-, y meditó unos fragmentos del salmo 8 que se había seleccionado:

3. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?

La pisada

Pese a que él lo hubiese querido, no fue Aldrin el primero en pisar la luna. El honor quedó para el comandante Neil Armstrong, quien pronunció una sublime frase que durante mucho tiempo aseguró haber concebido una vez aterrizado el módulo lunar, pero su hermano, más recientemente, expresó la tenía pensada desde antes de partir desde la Tierra.

4. Es un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad

Subsiste aún la polémica, nunca del todo aclarada por Armstrong, de si el expresó “un hombre” o “el hombre”, debido a que en las grabaciones no se escucha con claridad el fonema en inglés “a”.

Sigue pareciendo un sueño

El periodista Walter Cronkite, el hombre más confiable de Estados Unidos, como se lo definía, fue el privilegiado relator de la CBS para el viaje del Apollo XI. Emocionado, convertido en poeta de la llegada del hombre a la luna, en gestos, en manos sudorosas, en lágrimas, en palabras como estas que decía apenas después de compartir las imágenes de Neil Armstrong:

5. Por miles de años ha sido el sueño del hombre caminar en la luna. Ahora, después de verlo pasar, sabiendo que pasó, sigue pareciendo un sueño.

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