Hace unos días el mundo se estremeció por las noticias de los atentados en París, días de pánico y de terror movieron al mundo, muestras de apoyo y solidaridad como es esperado en estos casos y lo que ya se mueve en los medios como la tercera guerra mundial. Días después en otros lugares del mundo, las agresiones parece que no cesan. Ayer mismo en Estados Unidos tiroteos en California dejan familias rotas y sufriendo. En nuestro país una crisis interna tiene vueltos locos a unos y otros, siguen agrediéndose y buscando que el otro sufra por su posición política, los maestros siguen sufriendo por un gobierno que los obliga a evaluarse de forma imparcial, otros alaban la obra del gobierno diciendo que ya era hora.
Y así parece
que los vaivenes del mundo nos obligan a preguntarnos ¿Adviento? ¡Qué no ven
que la lumbre no está para tortillas! ¿Cómo calmar nuestro corazón ante las
injusticias? ¿Cómo dejar de lado tanto sufrimiento para hacer silencio? ¡Cómo
callarse cuando parece que es tiempo de levantar la voz! Y me parece que quizás
valdrá la pena ponerse a considerar que Dios es acaso el que más puede hacer
aquí. Dios es capaz de cambiar el curso de la historia, y no lo hace con
transformaciones inmediatas, sino justamente suscitando corazones sedientos de
justicia, sedientos de amor por los demás, inflamados por el ardor de la
verdad, pero a Dios no se le escucha sino en el silencio, no se le oye hasta
que se acerca el hombre a escuchar los latidos del Señor en el Sagrario. A
veces pecamos de suficiencia más de lo que deberíamos, porque creemos que con
nuestras fuerzas podemos y con nuestros esfuerzos llegaremos, ya lo decía la
sabiduría de las abuelitas, cuando te toca aunque te quites, y cuando no,
aunque te pongas. Espero que este año, sepamos valorar lo que nos toca, y hoy
nos toca, el silencio, escuchar aún en medio de tanto alboroto y de tanta
necesidad, escuchar la voz del Padre que nos llama a ser como su Hijo, a ser la
voz de su Hijo, a ser paladines de la verdad y la justicia. ¡Busca primero el
Reino de Dios y su justicia divina, y lo demás se dará por añadidura! Yo prefiero incluso el peor de los mundos
cristianos al mejor de los paganos, porque en un mundo cristiano hay lugar para
los que no tienen lugar en un mundo pagano”
Autor: Carlos F. Amador Treviño Díaz
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