sábado, 16 de mayo de 2015

Con las armas de la paz, el perdón y la comprensión



“Queridos hermanos, ante la mirada de la Virgen de la Caridad del Cobre, deseo hacerles a ustedes un llamado para que den nuevo vigor a su fe, para que vivan de Cristo y para Cristo y, con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen para construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios”.

Benedicto XVI se encuentra entre una multitud de cubanos celebrando Misa en la Plaza Antonio Maceo en Santiago de Cuba. Es la solemnidad de la Anunciación del Señor, lunes 26 de marzo de 2012, y han sido estas las palabras conclusivas de su homilía. Acaba de llegar a Cuba ¿Conserva vivo el lector el recuerdo?
No queremos olvidar este recientísimo viaje del papa Benedicto XVI que es como un inmenso y entrañable abrazo a todos los pueblos de la América de habla hispana; por el contrario, deseamos mantenerlo como punto seguro de referencia para nuestra oración y una actuación cristiana responsable. Más aún, durante este mes de mayo 2012 especialmente dedicado a buscar a Jesucristo a través de María, Madre suya y Madre nuestra.

Se estaba celebrando el 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, un feliz acontecimiento que motivó este viaje de Benedicto XVI.

*** ¿Que cuál es su historia? La imagen apareció a principios de 1613 en la Bahía de Nipe, la mayor de Cuba. Fue avistada por tres esclavos: un muchacho negro de 10 años (Juan Moreno) y dos hermanos de pura sangre india (Juan y Rodrigo de Hoyos), que trabajaban en las minas de cobre de la región. En un relato -que se conserva en el llamado “Archivo de Indias”, en Sevilla, España-,  hecho bajo juramento eclesiástico setenta y cinco años después del suceso, Juan Moreno contó cómo ocurrieron los hechos.

Los jóvenes, que habían ido en busca de sal, divisaron la imagen en madera de la Virgen con el Niño Jesús en brazos -la misma que hoy es objeto de veneración por el pueblo cubano-, que se les acercaba flotando en las aguas. En una tabla podía leerse: "Yo soy la Virgen de la Caridad". ***

El martes 27 de marzo de 2012 el papa Benedicto XVI, después de  celebrar la Santa Misa en privado en el Seminario San Basilio Magno de Santiago de Cuba, se trasladó al cercano santuario de la Virgen de la Caridad de El Cobre.

El Papa se detuvo en oración ante el Santísimo Sacramento y luego se arrodilló también ante la imagen de la Virgen de la Caridad. Cumpliendo el ritual del Año Jubilar por el Centenario del hallazgo, encendió una vela y recitó la Oración a la Virgen. Benedicto XVI, por último, se asomó a la entrada principal del santuario para saludar y bendecir a los fieles reunidos en la plaza y a lo largo de la escalinata, a quienes dirigió la palabra:
He venido -queridos hermanos y hermanas, les dijo- como peregrino hasta la Casa de la bendita imagen de Nuestra Señora de la Caridad, “la Mambisa”, como ustedes la invocan afectuosamente. Su presencia en este poblado de El Cobre es un regalo del cielo para los cubanos.

Reciban el cariño del papa y llévenlo por doquier, para que todos experimenten el consuelo y la fortaleza en la fe.

Hagan saber a cuantos se encuentran cerca o lejos que he confiado a la Madre de Dios el futuro de su Patria, avanzando por caminos de renovación y esperanza, para el mayor bien de todos los cubanos. También he suplicado a la Virgen Santísima por las necesidades de los que sufren, de los que están privados de libertad, separados de sus seres queridos o pasan por graves momentos de dificultad. He puesto asimismo en su inmaculado Corazón a los jóvenes, para que sean auténticos amigos de Cristo y no sucumban a propuestas que dejan la tristeza tras de sí.

Ante María de la Caridad, también me he acordado de modo particular de los cubanos descendientes de aquellos que llegaron aquí desde África, así como de la cercana población de Haití, que aún sufre las consecuencias del conocido terremoto de hace dos años. Y no he olvidado a tantos campesinos y a sus familias, que desean vivir intensamente en sus hogares el Evangelio, y ofrecen también sus casas como centros de misión para la celebración de la Eucaristía.

A ejemplo de la Santísima Virgen, animo a todos los hijos de esta querida tierra a seguir edificando la vida sobre la roca firme que es Jesucristo, a trabajar por la justicia, a ser servidores de la caridad y perseverantes en medio de las pruebas. Que nada ni nadie les quite la alegría interior, tan característica del alma cubana.

Autor:  Emilio Palafox Marqués

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