Sentimos el corazón ensanchado. Del mismo modo que el calor
dilata los cuerpos, así también la caridad tiene un poder dilatador, pues se
trata de una virtud cálida y ardiente. Esta caridad es la que abría la boca de
Pablo y ensanchaba su corazón. «No os amo sólo de palabra –es como si dijera–,
sino que mi corazón está de acuerdo con mi boca; por eso, os hablo
confiadamente, con el corazón en la mano». Nada encontraríamos más dilatado que
el corazón de Pablo, el cual, como un enamorado, estrechaba a todos los
creyentes con el fuerte abrazo de su amor, sin que por ello se dividiera o
debilitara su amor, sino que se mantenía íntegro en cada uno de ellos. Y ello
no debe admirarnos, ya que este sentimiento de amor no sólo abarcaba a los
creyentes, sino que en su corazón tenían también cabida los infieles de todo el
mundo.
Por esto, no dice simplemente: «Os amo», sino que emplea esta expresión más enfática: «Nos hemos desahogado con vosotros, sentimos el corazón ensanchado; os llevamos a todos dentro de nosotros, y no de cualquier manera, sino con gran amplitud». Porque aquel que es amado se mueve con gran libertad dentro del corazón del que lo ama; por esto, dice también: Dentro de nosotros no estáis encogidos, sois vosotros los que estáis encogidos por dentro. Date cuenta, pues, de cómo atempera su reprensión con una gran indulgencia, lo cual es muy propio del que ama. No les dice: «No me amáis», sino: «No me amáis como yo», porque no quiere censurarles con mayor aspereza.
Y, si vamos recorriendo todas sus cartas, descubrimos a cada paso una prueba de este amor casi increíble que tiene para con los fieles. Escribiendo a los romanos, dice: Tengo muchas ganas de veros; y también: Muchas veces he tenido en proyecto haceros una visita; como también: Pido a Dios que alguna vez por fin consiga ir a visitaros. A los gálatas les dice: Hijos míos, otra vez me causáis dolores de parto; y a los efesios: Por esta razón, doblo las rodillas por vosotros; a los tesalonicenses: ¿Quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestra honrosa corona? Añadiendo, además, que los lleva consigo en su corazón y en sus cadenas.
Asimismo escribe a los colosenses: Quiero que tengáis noticia del empeñado combate que sostengo por vosotros y por todos los que no me conocen personalmente; busco que tengáis ánimos; y a los tesalonicenses: Como una madre cuida de sus hijos, os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas. Dentro de nosotros no estáis encogidos, dice. Y no les dice solamente que los ama, sino también que es amado por ellos, con la intención de levantar sus ánimos. Y da la prueba de ello, diciendo: Tito nos habló de vuestra añoranza, de vuestro llanto, de vuestra adhesión a mí.
Por esto, no dice simplemente: «Os amo», sino que emplea esta expresión más enfática: «Nos hemos desahogado con vosotros, sentimos el corazón ensanchado; os llevamos a todos dentro de nosotros, y no de cualquier manera, sino con gran amplitud». Porque aquel que es amado se mueve con gran libertad dentro del corazón del que lo ama; por esto, dice también: Dentro de nosotros no estáis encogidos, sois vosotros los que estáis encogidos por dentro. Date cuenta, pues, de cómo atempera su reprensión con una gran indulgencia, lo cual es muy propio del que ama. No les dice: «No me amáis», sino: «No me amáis como yo», porque no quiere censurarles con mayor aspereza.
Y, si vamos recorriendo todas sus cartas, descubrimos a cada paso una prueba de este amor casi increíble que tiene para con los fieles. Escribiendo a los romanos, dice: Tengo muchas ganas de veros; y también: Muchas veces he tenido en proyecto haceros una visita; como también: Pido a Dios que alguna vez por fin consiga ir a visitaros. A los gálatas les dice: Hijos míos, otra vez me causáis dolores de parto; y a los efesios: Por esta razón, doblo las rodillas por vosotros; a los tesalonicenses: ¿Quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestra honrosa corona? Añadiendo, además, que los lleva consigo en su corazón y en sus cadenas.
Asimismo escribe a los colosenses: Quiero que tengáis noticia del empeñado combate que sostengo por vosotros y por todos los que no me conocen personalmente; busco que tengáis ánimos; y a los tesalonicenses: Como una madre cuida de sus hijos, os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas. Dentro de nosotros no estáis encogidos, dice. Y no les dice solamente que los ama, sino también que es amado por ellos, con la intención de levantar sus ánimos. Y da la prueba de ello, diciendo: Tito nos habló de vuestra añoranza, de vuestro llanto, de vuestra adhesión a mí.
Autor: San Juan Crisóstomo, Homilías sobre II
Corintios. Homilía 13,1-2
ORACIÓN DE SAN JUAN CRISÓSTOMO
Oh Dios, desprende, quita, perdóname
los pecados que he cometido ante Ti, de palabra, obra, pensamiento, voluntaria
o involuntariamente, a sabiendas o por ignorancia, perdóname todo, Tú que eres
Bondadoso y Amante de la humanidad.
Por las oraciones de tu Purísima Madre, de tus Servidores Espirituales, de las Fuerzas Santas y de todos los Santos que Te complacieron desde el principio de los siglos.
Házme digno de recibir sin condenación tu Santo y Purísimo Cuerpo y Preciosa Sangre, para la curación de mi alma y de mi cuerpo, y para la purificación de mis malos pensamientos.
Pues Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, del Padre y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Por las oraciones de tu Purísima Madre, de tus Servidores Espirituales, de las Fuerzas Santas y de todos los Santos que Te complacieron desde el principio de los siglos.
Házme digno de recibir sin condenación tu Santo y Purísimo Cuerpo y Preciosa Sangre, para la curación de mi alma y de mi cuerpo, y para la purificación de mis malos pensamientos.
Pues Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, del Padre y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
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