Siempre, hermanos, la misericordia del Señor
llena la tierra, y la misma creación natural es, para cada fiel,
verdadero adoctrinamiento que lo lleva a la adoración de Dios, ya que el cielo
y la tierra, el mar y cuanto en ellos hay manifiestan la bondad y omnipotencia
de su autor, y la admirable belleza de todos los elementos que le sirven está
pidiendo a la criatura inteligente una acción de gracias.
Pero cuando se avecinan estos días, consagrados más
especialmente a los misterios de la redención de la humanidad, estos días que
preceden a la fiesta pascual, se nos exige, con más urgencia, una preparación y
una purificación del espíritu.
Porque es propio de la festividad pascual que toda la
Iglesia goce del perdón de los pecados, no sólo aquellos que nacen en el
sagrado bautismo, sino también aquellos que, desde hace tiempo, se cuentan ya
en el número de los hijos adoptivos.
Pues si bien los hombres renacen a la vida nueva
principalmente por el bautismo, como a todos nos es necesario renovarnos cada
día de las manchas de nuestra condición pecadora, y no hay nadie que no tenga
que ser cada vez mejor en la escala de la perfección debemos esforzarnos para
que nadie se encuentra bajo el efecto de los viejos vicios el día de la
redención.
Por ello, en estos días, hay que poner especial solicitud
y devoción en cumplir aquellas cosas que los cristianos deben realizar en todo
tiempo; así viviremos, en santos ayunos, esta Cuaresma de institución
apostólica, y precisamente no sólo por el uso menguado de los alimentos, sino
sobre todo ayunando de nuestros vicios.
Y no hay cosa más útil que unir los ayunos santos y
razonables con la limosna, que, bajo la única denominación de misericordia,
contiene muchas y laudables acciones de piedad, de modo que, aun en medio de
situaciones de fortuna desiguales, puedan ser iguales las disposiciones de
ánimo de todos los fieles.
Porque el amor, que debemos tanto a Dios como a los
hombres, no se ve nunca impedido hasta el punto que no pueda querer lo que es
bueno. Pues, de acuerdo con lo que cantaron los ángeles: Gloria a Dios
en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor, el se
compadece caritativamente de quienes sufren cualquier calamidad es
bienaventurado no sólo en virtud de su benevolencia, sino por el bien de la
paz.
Las realizaciones del amor pueden ser muy diversas y,
así, en razón de esta misma diversidad, todos los buenos cristianos pueden
ejercitarse en ellas, no sólo los ricos y pudientes, sino incluso los de
posición media y aun los pobres; de este modo, quienes son desiguales por su
capacidad de hacer limosna son semejantes en el amor y afecto con que la hacen.
Autor San León Magno. Papa, Sermón 6 sobre la Cuaresma, 1-2; PL 54, 285-287
ORACIÓN
Señor, tú que nos has
prometido que las fuerzas del mal nunca prevalecerán contra la Iglesia,
cimentada sobre la roca de Pedro, haz que, por la intercesión del papa san León
Magno, tu pueblo permanezca siempre firme en la verdad y goce de una paz
estable y verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
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