1. El problema de su demostración. Podríamos pensar que Dios puede ser
perceptible directamente por la razón, al modo como vemos las verdades del tipo
"los triángulos tienen tres lados"; a estas proposiciones las
denomina Sto. Tomás evidentes en sí
mismas; en ellas el predicado se incluye en
el sujeto pues en la esencia de sus objetos se encuentra la propiedad referida
en la proposición. Son, además, evidentes
para nosotroscuando las vemos como verdaderas con
solo comprender el concepto sujeto. Si la existencia de Dios se incluyese en su
esencia, entonces podríamos captar la verdad de la proposición “Dios existe”
con la mera comprensión del término "Dios"; algunos filósofos (S.
Anselmo p. ej.) creerán que se puede mostrar la existencia de Dios basándose en
ese supuesto (el "argumento ontológico"). Sto Tomás mantendrá, por el contrario, que
no cabe una argumentación de ese género porque la esencia de Dios no nos es
dada con la misma claridad que por ejemplo, la esencia del triángulo. Ello
quiere decir que la proposición "Dios existe" no es evidente para
nosotros, aunque sea evidente en sí misma (pues es verdad que la existencia se
incluye en la esencia de Dios).
2. Las cinco vías. Según Sto. Tomás, la demostración meramente
racional de la existencia de Dios no es la adecuada pues no es acorde a las
facultades humanas; debemos llegar a Dios a partir de lo más conocido para
nosotros, de la experiencia sensible. Sus pruebas (las Cinco Vías)
tienen antecedentes en Aristóteles y Platón y son demostraciones a posteriori: parten de los efectos de la actuación de Dios en
el mundo para remontarse a Él como causa última. La Tercera Vía comienza
destacando uno de los rasgos más importantes de todos los objetos finitos, la
radical insuficiencia de su ser, la contingencia: todos los seres
existen pero podrían no existir; si existen y podrían no existir es pensable un
tiempo en el que no existían; y si nada más que ellos existiera en la realidad,
ahora nada tendría que existir. Como este no es el caso, es preciso suponer que
exista unser necesario, un ser que tenga la razón de su existencia en sí
mismo y no en otro, y ese ser es Dios. La Quinta Vía parte
de la existencia de orden en el mundo natural y de la necesidad de que exista
siempre una inteligencia que dirija el comportamiento de aquellos seres que
tienen conducta final, conducta ordenada a un propósito. Es el caso de que los
seres naturales no disponen de inteligencia, luego han tenido que ser creados
por otro ser que les haya dado su disposición al comportamiento más adecuado
para alcanzar los fines que les son propios; en conclusión, debe existir una Inteligencia Ordenadora a la que cabe llamar Dios.
Autor: Javier Echegoyen Olleta
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