La familia ofrece a todos
sus miembros algo que necesitan para desarrollarse: la oportunidad de aportar,
de “construir” la casa con sus esfuerzos, de aprender a auto-dominarse. Ello
supone el uso de las facultades específicamente humanas: la inteligencia y la
voluntad.
Necesitamos todos un pequeño cambio, porque a veces no tratamos a los hijos o alumnos como seres capaces de darse a los demás, como personas que pueden aportar algo, sino como seres de necesidades, proporcionándoles muchos bienes materiales que no siempre les hacen falta y privándolos de ayudar y de comunicar sus iniciativas.
Por eso es importante que la participación de los hijos ponga a prueba dichas facultades, por medio del pensamiento y de la puesta en práctica de sus ideas.
Como dice un amigo: “No basta hacer hacer. Es necesario, también, hacer pensar”.
Y una manera sencilla de hacer pensar a niños y mayores es explicarles a cada una y a cada uno, personalmente, las consecuencias que podría tener no cumplir con su respectivo encargo: Si tú no dejas a secar las toallas por la mañana..., si tú no abres el buzón de las cartas..., si tú no preparas el desayuno…, si tú no dejas el abrigo en su sitio…, si tú no vas a comprar el pan a primera hora de la mañana,…
En todo caso, comprobaremos como, poco a poco, ganan en ver mejor lo que necesitan los demás, en saber qué pueden hacer para ayudar a ser más felices a los otros y hacerlo efectivamente, en la medida de sus posibilidades pero sin temer el qué dirán.
Así, todos encontramos en las pequeñas tareas familiares un gran medio de afirmación propia y de autoestima. Entonces, se ve el “sitio” claro de cada uno en el hogar, se saben valorados, necesarios y muy queridos. Estará clarísimo que, sobre ese “asunto”, la casa depende de ese hijo o hija y los demás se han de fiar y evitar interferencias o pequeñas invasiones de “territorio”.
¿Qué y cuándo?
Decíamos que según las peculiaridades de cada hijo buscaremos unos u otros encargos. Antes de pasar a relacionar una larga lista de ellos, vale la pena recordar que, incluso cuando ya son adolescentes, hay un tipo de actividades o tareas que podemos denominar “de autonomía personal” en las que todos han de poner un pequeño esfuerzo diario.
Desde peinarse por la mañana o atarse bien los zapatos, hasta lavarse los dientes antes de ir a descansar o dejar en lugar fijo sus carpetas de trabajo.
Eso, como también hacer lo que toca sin distraer ni molestar a los demás, facilitará la organización familiar y el buen ambiente de convivencia. Habrá tiempo para el descanso y tiempo para el trabajo. Y todo con mucha paz; será la tranquilidad y la seguridad que da el saber que no estamos solos en el esfuerzo, somos un equipo y en caso de debilidad tenemos a alguien de la familia siempre cerca nuestro.
TAREAS QUE PUEDEN HACER LOS HIJOS, SIEMPRE Y TODOS LOS DÍAS
- Hacer su cama.
- Ordenar su habitación y el baño.
- Ordenar sus juguetes, ropa y escritorio.
- Avisar de los desperfectos de su ropa y material de trabajo; pedir ayuda para arreglarlos (coser un botón, comprar lápices o libretas,…).
- Apagar las luces que no son necesarias.
- Dejar en su lugar el DVD que vio, el disco que escuchó, o el diario que leyó.
- Colocar en el lugar previsto las carpetas y mochilas de la escuela.
- Dejar la habitación o el salón bien ordenados después de jugar.
- Ir a comprar el pan o el diario.
- Ayudar en las tareas de cocinar.
- Contestar el teléfono.
- Poner o quitar la mesa.
- Vaciar el lavavajillas cuando haya terminado.
- Sacar la basura.
- Cepillar zapatos de todos.
- Preparar el desayuno a sus hermanos.
- Despertar a sus hermanos pequeños.
- Acostar a los peques, o cuidar de ellos, cuando los padres están fuera.
- Barrer el comedor o la terraza.
- Hacer las camas de los pequeños.
- Retirar el correo del buzón y dejarlo en casa.
- Tender la ropa, o bien ponerla en la secadora.
- Cuidar y alimentar al perro, gato o canario.
- Abrir y cerrar ventanas y persianas cuando sea necesario.
- Bendecir la mesa en las comidas.
- Repartir la ropa limpia a sus hermanas y hermanos.
- Dirigir y acompañar en los juegos a otros hermanos más pequeños.
PARA HACER CADA SEMANA, O EN EL TIEMPO QUE SE CONCRETE
- Pequeñas tareas en la cocina como preparar y aliñar las ensaladas, batir huevos, rayar zanahorias, etc.
- Ayudar a confeccionar el menú de comidas y cenas, semanal.
- Administrar el antivirus y las actualizaciones del ordenador familiar.
- Ordenar el armario de juguetes.
- Ordenar los murales de horarios, anotaciones, dibujos, etc.
- Regar las plantas y/o el jardín.
- Explicar matemáticas o inglés a un hermano pequeño.
- Ordenar las estanterías de los libros.
- Hacer compañía a la abuelita.
- Hacer algún arreglo sencillo en la casa.
- Ayudar a limpiar el coche.
- Poner la lavadora.
- Enseñar a utilizar el ordenador, a otros hermanos.
- Planchar o doblar la ropa.
- Orden y revisión de la despensa.
- Preparar lista de la compra.
- Acompañar a papá y mamá a comprar y a hacer gestiones diversas.
En fin, seguro que se os ocurren muchos encargos más. Pero, ¿no os parece que una buena organización familiar y una buena distribución de tareas es, sobre todo, un medio de amor, de mejora personal y unidad familiar?
Como dice un buen amigo, el amor es como los idiomas, que si no los cultivas cada día, se olvidan. Pues actualicemos el amor en detalles, concretos y cotidianos.
¡Que en eso estemos todos!
Autor: Emilio Avilés Cutillas Director de de www.esferaeducativa.com
Necesitamos todos un pequeño cambio, porque a veces no tratamos a los hijos o alumnos como seres capaces de darse a los demás, como personas que pueden aportar algo, sino como seres de necesidades, proporcionándoles muchos bienes materiales que no siempre les hacen falta y privándolos de ayudar y de comunicar sus iniciativas.
Por eso es importante que la participación de los hijos ponga a prueba dichas facultades, por medio del pensamiento y de la puesta en práctica de sus ideas.
Como dice un amigo: “No basta hacer hacer. Es necesario, también, hacer pensar”.
Y una manera sencilla de hacer pensar a niños y mayores es explicarles a cada una y a cada uno, personalmente, las consecuencias que podría tener no cumplir con su respectivo encargo: Si tú no dejas a secar las toallas por la mañana..., si tú no abres el buzón de las cartas..., si tú no preparas el desayuno…, si tú no dejas el abrigo en su sitio…, si tú no vas a comprar el pan a primera hora de la mañana,…
En todo caso, comprobaremos como, poco a poco, ganan en ver mejor lo que necesitan los demás, en saber qué pueden hacer para ayudar a ser más felices a los otros y hacerlo efectivamente, en la medida de sus posibilidades pero sin temer el qué dirán.
Así, todos encontramos en las pequeñas tareas familiares un gran medio de afirmación propia y de autoestima. Entonces, se ve el “sitio” claro de cada uno en el hogar, se saben valorados, necesarios y muy queridos. Estará clarísimo que, sobre ese “asunto”, la casa depende de ese hijo o hija y los demás se han de fiar y evitar interferencias o pequeñas invasiones de “territorio”.
¿Qué y cuándo?
Decíamos que según las peculiaridades de cada hijo buscaremos unos u otros encargos. Antes de pasar a relacionar una larga lista de ellos, vale la pena recordar que, incluso cuando ya son adolescentes, hay un tipo de actividades o tareas que podemos denominar “de autonomía personal” en las que todos han de poner un pequeño esfuerzo diario.
Desde peinarse por la mañana o atarse bien los zapatos, hasta lavarse los dientes antes de ir a descansar o dejar en lugar fijo sus carpetas de trabajo.
Eso, como también hacer lo que toca sin distraer ni molestar a los demás, facilitará la organización familiar y el buen ambiente de convivencia. Habrá tiempo para el descanso y tiempo para el trabajo. Y todo con mucha paz; será la tranquilidad y la seguridad que da el saber que no estamos solos en el esfuerzo, somos un equipo y en caso de debilidad tenemos a alguien de la familia siempre cerca nuestro.
TAREAS QUE PUEDEN HACER LOS HIJOS, SIEMPRE Y TODOS LOS DÍAS
- Hacer su cama.
- Ordenar su habitación y el baño.
- Ordenar sus juguetes, ropa y escritorio.
- Avisar de los desperfectos de su ropa y material de trabajo; pedir ayuda para arreglarlos (coser un botón, comprar lápices o libretas,…).
- Apagar las luces que no son necesarias.
- Dejar en su lugar el DVD que vio, el disco que escuchó, o el diario que leyó.
- Colocar en el lugar previsto las carpetas y mochilas de la escuela.
- Dejar la habitación o el salón bien ordenados después de jugar.
- Ir a comprar el pan o el diario.
- Ayudar en las tareas de cocinar.
- Contestar el teléfono.
- Poner o quitar la mesa.
- Vaciar el lavavajillas cuando haya terminado.
- Sacar la basura.
- Cepillar zapatos de todos.
- Preparar el desayuno a sus hermanos.
- Despertar a sus hermanos pequeños.
- Acostar a los peques, o cuidar de ellos, cuando los padres están fuera.
- Barrer el comedor o la terraza.
- Hacer las camas de los pequeños.
- Retirar el correo del buzón y dejarlo en casa.
- Tender la ropa, o bien ponerla en la secadora.
- Cuidar y alimentar al perro, gato o canario.
- Abrir y cerrar ventanas y persianas cuando sea necesario.
- Bendecir la mesa en las comidas.
- Repartir la ropa limpia a sus hermanas y hermanos.
- Dirigir y acompañar en los juegos a otros hermanos más pequeños.
PARA HACER CADA SEMANA, O EN EL TIEMPO QUE SE CONCRETE
- Pequeñas tareas en la cocina como preparar y aliñar las ensaladas, batir huevos, rayar zanahorias, etc.
- Ayudar a confeccionar el menú de comidas y cenas, semanal.
- Administrar el antivirus y las actualizaciones del ordenador familiar.
- Ordenar el armario de juguetes.
- Ordenar los murales de horarios, anotaciones, dibujos, etc.
- Regar las plantas y/o el jardín.
- Explicar matemáticas o inglés a un hermano pequeño.
- Ordenar las estanterías de los libros.
- Hacer compañía a la abuelita.
- Hacer algún arreglo sencillo en la casa.
- Ayudar a limpiar el coche.
- Poner la lavadora.
- Enseñar a utilizar el ordenador, a otros hermanos.
- Planchar o doblar la ropa.
- Orden y revisión de la despensa.
- Preparar lista de la compra.
- Acompañar a papá y mamá a comprar y a hacer gestiones diversas.
En fin, seguro que se os ocurren muchos encargos más. Pero, ¿no os parece que una buena organización familiar y una buena distribución de tareas es, sobre todo, un medio de amor, de mejora personal y unidad familiar?
Como dice un buen amigo, el amor es como los idiomas, que si no los cultivas cada día, se olvidan. Pues actualicemos el amor en detalles, concretos y cotidianos.
¡Que en eso estemos todos!
Autor: Emilio Avilés Cutillas Director de de www.esferaeducativa.com
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