1) Para
saber
El tiempo
de Navidad nos invita renovar nuestra esperanza con miras a un futuro prometedor.
El Papa Benedicto XVI ha invitado a todos, especialmente a los jóvenes, a
construir una civilización apoyada en tres fuertes columnas: la verdad, el amor
y la paz. Tres valores presentados y llevados a su radicalidad por Cristo. El
Papa ha manifestado su confianza en los jóvenes y quiere que, así como cuando
nació Jesús, los Reyes Magos fueron a adorarle, así ahora todos vayamos a
Cristo también con esa voluntad de ponernos a su servicio, aunque en ocasiones
se nos presente un ambiente no del todo propicio.
Por eso
importa mucho tener una actitud positiva y esperanzadora. Nos puede ayudar un
relato que escribió una joven llamada Katy. Sucedió que fue a una convivencia
con las compañeras de su escuela. Regresó muy contenta y con entusiasmo. Había
tomado algunas notas de lo que había escuchado y las guardó como algo muy
valioso.
Sin
embargo, la siguiente semana resultó un desastre de tipo emocional. Primero, se
sintió profundamente herida por una de sus mejores amigas. Con su mamá tuvo una
fuerte discusión y estaba muy preocupada por algunas calificaciones, en
particular por las de inglés y matemáticas.
Ni el
próximo baile le animaba. Esos días lloraba todas las noches. El viernes se
levantó muy desesperanzada y sin ánimos. Al cerrar un cajón con fuerza se cayeron
las notas que había tomado en la convivencia y vio una de las hojas que le
había dado la encargada de la convivencia. La abrió y leyó. La hoja se dividía
en dos partes. Esto decía la hoja:
La vida
no tiene que ver con llevar el marcador. No tiene que ver con cuántas personas
te telefonean, como tampoco con quien saliste, con quien sales o con quien no
has salido.
Tampoco
tiene que ver con quien has besado, qué deporte practicas o que muchacho o
muchacha te simpatiza. No tiene que ver con tus zapatos o tu cabello o el color
de tu piel o dónde vives o a qué escuela vas. Incluso no tiene que ver con las
calificaciones, el dinero, la ropa... La vida no tiene que ver con cuántos
amigos tienes o si estás solo, y tampoco con cuán aceptada eres o no. La vida definitivamente
no trata de eso.
La vida
tiene que ver con a quien amas y a quien lastimas; cómo te sientes respecto de
ti misma; tiene que ver con la confianza, la felicidad y la compasión. Tiene
que ver que estés ahí cuando tus amigos te necesitan y con que sustituyas el
odio interior por amor. La vida trata de evitar los celos, superar la
ignorancia y adquirir confianza en uno mismo. Tiene que ver con lo que dices y
lo que en verdad quieres decir. Tiene que ver con considerar a la gente por lo
que es y no por lo que posee; pero, sobre todo, tiene que ver con elegir que tu
vida ejerza influencia en la de otra persona de una manera que no habría sido
posible sin esa decisión. Con lo que la vida tiene que ver es con estas
elecciones.
Ese fin
de semana, cuenta Katy, pasó más tiempo con su familia, estuvo más alegre con
sus amigas y con gran paz. Tal vez por ello presentó su examen de inglés
correctamente, y el de matemáticas aunque más dificultoso lo aprobó. También le
fue muy bien en el baile. Y no solo fue cuestión de suerte, sino sobre todo fue
un cambio de actitud ante la vida.
2) Para
pensar
Precisamente
una falta de fe y de esperanza, un descontento con uno mismo, un acendrado
egoísmo o un desprecio por la vida, un autoestima muy baja han sido señaladas como
algunas de las características de una cultura de la muerte. Juan Pablo II nos
previno ante "la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que
en muchos casos se configura como verdadera "cultura de la muerte"
("Evangelio de la vida", n.12).
¿Cómo
podremos enfrentarnos y vencer a esta cultura de la muerte tan difundida en
muchos ambientes? El Papa Benedicto XVI nos señala la solución: "sólo los
santos, sólo de Dios, proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del
mundo... La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la
medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno" (Discurso
del 20 de agosto 2005).
3) Para
vivir
Al
empezar un nuevo año, podemos recordar las palabras que decía en momentos como
estos San Josemaría. Ante el tópico de brindar "Año nuevo, vida
nueva", solía refutar que no es vida nueva, puesto que seguimos siendo los
mismos, sino que lo que deberíamos decir es: "¡Año nuevo, lucha
nueva"!, pues lo nuestro es recomenzar. La vida del cristiano no es pasar
por el mundo sin caídas, sino levantarse siempre poniendo más cuidado y
apoyarse más en Dios.
Autor: Padre José Martínez Colín Fuente: Church Fórum
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