En nuestra
vida también la oración se da de distintas maneras:
“La oración
es una de las experiencias más personales del creyente. Es la experiencia
del encuentro íntimo con Jesús. Y en el mismo proceso de este encuentro con Él,
frente a Él, un reencuentro en un nuevo nivel de profundidad con toda nuestra
vida — con su honda realidad — y un encuentro con los demás. La oración es el
espacio en el cual vamos cristianizando todas las dimensiones de nuestra vida.
Por lo mismo, la oración será muy diversa en cada persona y en cada momento de
la vida. No se trata de imitar a otros, sino de ir adquiriendo cada vez más un
estilo propio de oración, aprendiendo de otros, a veces dejándonos guiar, pero
para llegar a una síntesis personal, única e intransferible. Dado que la
persona no es estática, nuestra oración debe estar en permanente proceso de
desarrollo. Nuestra oración no puede quedársenos rígidamente instalada en una
forma concreta, sino que debe irse adecuando a los diversos momentos de
desarrollo de nuestra vida. De otro modo se nos queda atrás y se nos transforma
en rutina, en obligación. Es importante no abandonar nunca la búsqueda de
formas y honduras nuevas. Hay que tener creatividad personal en la oración,
porque la rutina mata el amor. Creatividad que no significa necesariamente
estar cambiando con fre-cuencia las formas exteriores o no ceñirse por
principio a las fórmulas oficiales. La creatividad en la oración la entiendo
como esa capacidad de ir gestando un estilo dinámico de oración, que responda a
la experiencia de Dios que está en cada uno de nosotros.
La oración es
ante todo un regalo de Dios. No
una obligación, un deber, un mandato. La oración es la gratuita, inmerecida y
gozosa posibilidad que tenemos de ir revisando nuestra vida con Dios, junto a
Él. Haciéndole presente nuestras necesidades y las de los demás; y recorrer con
Él nuestra vida para entenderla y asumirla mejor. Con Jesús también vamos
aprendiendo a mirar con ojos nuevos a las personas que están cerca nuestro. En
el NT la oración nunca aparece como obligación impuesta, sino como un don
gozoso, como una maravillosa posibilidad que estamos invitados a acoger, porque
es una tontería desperdiciarla. En el NT también se nos señala que es el ES
quien nos enseña a orar, porque nos da la confianza necesaria para llamar a
Dios Abba (cf. Romanos 8,15; Gálatas 4,6), y la vez es el
que nos enseña a pedir lo que nos conviene (cf. Romanos 8,26-27). La
oración no la hacemos solos, sino que es la fuerza de Dios la que se mete
dentro nuestro y nos ayuda a orar. Es algo así como una buena conversación con
un amigo, que nos ayuda a sacar de nuestro interior lo más personal.
Algunas
características y dimensiones de la oración. Nuestra oración se puede dar de diferentes formas y
maneras que no se excluyen mutuamente, sino que se complementan y enriquecen.
Vamos a señalar características de la oración que, a veces, oponemos, porque
son polaridades, pero que tenemos que ver como dos dimensiones que se
complementan:
1) “estado de
oración” y “oración explícita”:
Una oración
que empapa toda la vida: todo lo que hacemos lo referimos a Dios; vivimos en un
cierto estado de oración.
Una oración,
“sensu estricto”, de algunos momentos explícitos. Se entra en diálogo con el
Señor para escucharlo.
2) Oración
personal y comunitaria:
La oración
personal: soy yo quien me encuentro con Jesús desde mi propia intimidad, desde
mi propia verdad (mi secreto).
La oración
comunitaria: nos apoyamos y motivamos los unos a los otros para nuestro
encuentro con el Señor como comunidad.
3) Oración en
momentos de paz y en momentos de prueba:
La oración en
los momentos de paz: es la ocasión de alimentar la confianza y el amor al
Señor; es la “vigilancia del corazón”; es la oración en la vida, alimentada por
la vida de oración.
La oración en
la prueba: es el tiempo de la crisis o de la tentación: es la ocasión de
reafirmar los compromisos, volver a decir sí al señor.
4) En el
silencio y en el tumulto:
La oración en
el silencio: en el tiempo y el lugar propicio, buscado especialmente para ella.
La oración en
el tumulto: cuando no puedo conseguir el tiempo y el lugar adecuados (viajes,
trabajos, ruidos y bulla ambiental, etc.). Exige de un esfuerzo particular de
la voluntad y de mucha experiencia de oración.
Distintos
tipos de oración. Podemos
señalar un sin-número de formas o tipos de oración. Quizás convenga hacerlo
para poder recurrir a ellas en los momentos más difíciles o de menos
motivación: alabanza, adoración (reconocer el señorío de Dios), de petición, de
escucha, de ofrecimiento, de perdón, de vigilancia (revisión de la vida), de
intercesión, de lamentación y súplica, de confianza, oración con los rezos,
etc., etc.
Siempre la oración será un camino. Se trata de un proceso
que estará muy en consonancia con nuestra sensibilidad, nuestra edad, los
procesos personales que estemos viviendo, las búsqueda personales que
realizamos, etc., etc. Por eso mismo, nunca “estacionamos” en el camino de la
oración; nunca nos aferramos a experiencias que pueden ser transitorias. De ahí
la necesidad de cultivar la oración especialmente en el silencio para escuchar
de verdad a Dios.
Autor: Congregación de los Sagrados Corazones
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