Estamos en un momento histórico en el que es indiscutible el
rol de la mujer, y en el que ésta va recuperando una serie de derechos que
históricamente le fueron arrebatados; aunque a lo largo de la historia hubo
algunas, que, a pesar de los condicionamientos históricos, se abrieron camino y
son para las mujeres y para la sociedad un referente, y ¿por qué no? un modelo
a imitar.
Coincidiendo con el comienzo de este curso, la semana pasada
tuvo lugar en Madrid un curso, organizado por la CONFER[1], en el que
participaron más de un centenar de personas, sobre “La tarea insustituible de
la mujer en la acción evangelizadora de la Iglesia”. Era abierto, pero los
participantes fueron 134 mujeres... Y esto es un indicativo. El título no
cuestiona, afirma. Pero, he aquí que las participantes y ponentes al finalizar
dicho curso “reclaman un protagonismo mayor e insustituible”; hablan de una
Iglesia patriarcal –hoy- y afirman que “las mujeres son evangelizadoras porque
son portadoras de una antorcha, que pasó de mano en mano, porque ayudan a
despertar, a tomar conciencia y a actuar promoviendo así el cambio social...”.
Hablaron de la mujer evangelizadora y evangelizada como “servidora del Reino,
no como sirvienta gratuita y no rentable, para las cuentas diocesanas; de las
mujeres como comensales del banquete, y no cocineras”... Se habló de
corresponsabilidad, y del papel del acompañamiento espiritual por parte de la
mujer en los procesos de fe, y se indicó que estamos en una sociedad y en una
Iglesia que carece de líderes y de maestros espirituales; y aquí se apunto un
papel insustituible para la mujer, por su capacidad de escucha, por su visión
global de la vida y por su tendencia maternal femenina”. Finalmente se
reconoció que la voz de la mujer había sido silenciada.... ¿y hoy?.... La
pregunta quedó abierta.
Es justa la reivindicación, y ésta es muy diferente de
igualdad de funciones. Confundir los papeles de hombres y mujeres, podría ser
nefasto, nos veríamos privados de la riqueza que aporta lo femenino y lo
masculino a nuestra existencia. Valores igualmente dignos y nobles, pero
diferentes entre sí, complementarios.
Viendo el influjo de Catalina, y pensando en nuestra la
Iglesia, que es madre, llegamos a la conclusión que no puede verse privada de
lo femenino, de la presencia de la mujer en los ámbitos de decisión, de
consulta, de gobierno; en la cátedra, en las relaciones diplomáticas, etc.
porque por naturaleza ella está llamada a llenar de ternura y de cercanía esos
ámbitos, -que de por sí son frios y/o formales- que sirven para acercarse al
corazón del hombre, para comprender, perdonar, acoger.
Es tiempo de devolver a la Iglesia su auténtico rostro de
esposa y de madre, y de no dejar a la sociedad privada de los valores
auténticamente femeninos: La intuición, la capacidad de escucha y de
sufrimiento, la perseverancia, la comprensión......ayudarán a dar respuestas a
los problemas concretos del hombre de hoy, y seguramente será un buen paso para
suavizar actitudes de condena, de inflexibilidad, de excesiva dureza.
En esto también Catalina, fue una precursora, que puede
arrojar mucha luz para ayudarnos a descubrir nuevos caminos de realización.
Basta ver su actuación, para darnos cuenta que hay muchos ámbitos que, entonces
como ahora, pueden ser enriquecidos con la presencia activa de la mujer.
Reducir su influjo o gastar todas las cargas, por defender temas, como por
ejemplo el sacerdocio de la mujer, sería, tal vez una minimización del
auténtico papel de la mujer. Eso, a lo mejor llegue, tal vez lo veamos, tal vez
no, pero no es lo único ni lo más importante. De momento han dicho que no, que
lo estudien los teólogos y lo discutan
los que tienen a su cargo la guía de la Iglesia. Nosotros, tratemos de
“trabajar” por dar un paso “protagónico”, donde tiene que tenerlo la mujer, y
no hay leyes -aunque sí costumbres- que se lo puedan impedir: ¿Serían los
cardenales y los papas; los políticos y religiosos, los clérigos y laicos de
entonces más dóciles que los de ahora?.... Catalina hizo oír ante ellos su voz
enérgica y grave, y fue escucha, y también ignorada, pero no por eso dejó de:
negociar, exponer, congregar en torno suyo una “familia”, orar, viajar, etc....
[1] Conferencia española de Religiosos.
Autor: Dominicos | Orden de Predicadores
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