“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los
otros”... el que escucha este mandamiento, o mejor, el que lo obedece, se
renueva interiormente no por un amor cualquiera sino por el mismo amor que el
Señor ha precisado, añadiendo: “Como yo os he amado”... a fin de distinguirlo
de un amor puramente natural. “Todos los miembros del cuerpo se preocupan los
unos de los otros. Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; si un
miembro es glorificado, todos los miembros se congratulan con él” (1Cor.
12,25-26). En efecto, ellos comprenden y observan estas palabras: “Os doy un
mandamiento nuevo, que os améis lo unos a los otros” no como fuente de
desenfrenos, ni como se aman los hombres simplemente porque son
hombres, sino como aquellos que se aman porque todos “son dioses” (Jn 10,35) e
“hijos del Altísimo” (Lc 6,35), para llegar así a ser los hermanos de su Hijo
único, amándose unos a otros con el mismo amor con que él los amó, para
conducirlos a todos a aquel fin que los satisfaga, donde su anhelo
de bienes encuentre su saciedad. Porque no quedará ningún anhelo sin saciar
cuando Dios lo sea “todo en todos” (1Cor. 15,28).
El que ama a su prójimo con un amor espiritual ¿qué amará en él sino a Dios? Este amor es el que el Señor quiere separar del amor puramente natural cuando añade: “Como yo os he amado”. ¿Qué es lo que él ha amado en nosotros sino a Dios? No a Dios tal como ya lo poseemos, sino tal como él quiere que le poseamos cuando dice: "Dios será todo en todos”. El médico ama a sus enfermos por la salud que les quiere dar, no por su enfermedad. “Como yo os he amado, amaos los unos a los otros”. Es por eso que nos ha amado: para que nosotros también sepamos amarnos los unos a los otros.
El que ama a su prójimo con un amor espiritual ¿qué amará en él sino a Dios? Este amor es el que el Señor quiere separar del amor puramente natural cuando añade: “Como yo os he amado”. ¿Qué es lo que él ha amado en nosotros sino a Dios? No a Dios tal como ya lo poseemos, sino tal como él quiere que le poseamos cuando dice: "Dios será todo en todos”. El médico ama a sus enfermos por la salud que les quiere dar, no por su enfermedad. “Como yo os he amado, amaos los unos a los otros”. Es por eso que nos ha amado: para que nosotros también sepamos amarnos los unos a los otros.
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte),
doctor de la Iglesia. Sermón sobre el Evangelio de Juan, nº 65
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