Te queremos
compartir, en este espacio “…amigos fuertes de Dios”, un elemento esencial de
nuestro carisma y estilo de vida: la oración.
Todos los
cristianos estamos llamados a vivir con intensidad la relación con Dios. Los
apóstoles se maravillaron al ver a Jesús en constante oración con el Padre.
Jesús es el Maestro por excelencia.
Desde esta
experiencia evangélica de nuestro Maestro, el Carmelo ha tenido como principal
tarea centrar toda la vida en Dios desde esta vivencia orante y espiritual. Por
ello, la oración nos adentra a un camino verdadero donde todos tenemos esta
dignidad de comunicarnos con Dios. Esta dignidad la encontró Teresa de Jesús en
su camino de búsqueda al descubrir cuánto la amaba Dios desde su experiencia
humana de debilidad y fragilidad que no cierra las puertas para que Dios nos
ofrezca su amor y misericordia.
Por ello, Dios
regala a Teresa de Jesús esta experiencia vital de la oración, donde nosotros,
los carmelitas descalzos, queremos también ser hombres orantes. La
oración la descubrimos como un camino de búsqueda en querer ser amigos del
Amigo verdadero. Teresa de Jesús, desde su experiencia orante nos educa y forma
en este trato de relación y amistad con Jesús que nos lleva a conocerle y
seguirle. Nuestro modo de seguir a Jesús es en la oración que nos hace entender
verdades y amar.
Teresa, en su
camino de búsqueda, vivió con intensidad la relación con Jesús y nos dice que
la oración es tratar muchas veces
tratando a solas con quien sabemos nos ama[1].
Desde su
experiencia, nos propone el camino de la oración como el espacio vital de
encuentro con Jesús donde no consiste en pensar mucho, sino en amar… y centrar
nuestra atención en mira que te mira.
En la oración, para Teresa de Jesús, es poner toda nuestra atención en el OTRO,
en Jesús, y no entretenernos en lo que se
dice, como se dice, sino en la consideración (conciencia) de la presencia
de Jesús. Esto es la verdadera oración. En la oración nos adentramos al
dinamismo de la relación, del trato, características propias de una
verdadera amistad.
Para ser orantes, hay que ser humanos. Teresa de Jesús apuesta por esta
tesis fundamental en el camino de la
contemplación. Por ello, propone tres virtudes
grandes: amor de unos con otros, desasimiento de todo lo criado y la humildad
que es andar en verdad, para ejercitar nuestro proceso de libertad y de relación con Jesús humano.
El trato con Jesús por la
oración, nos lanza al mundo de la relación.
Nos ejercitamos en la relación, en el trato fraterno en la comunidad donde
apostamos a vivir valores teresianos como: la alegría, trasparencia,
sinceridad, espontaneidad en el trato, amabilidad y afabilidad, respeto,
creando juntos un trato cordial en un ambiente de familia.
Nuestras Constituciones orientan
nuestro compromiso como descalzos al servicio de la iglesia: Estamos
llamados a la oración, que, alimentada con la escucha de la palabra de Dios y
la liturgia, nos conduce al trato de amistad con Dios, no sólo cuando oramos,
sino cuando vivimos. Nos comprometemos en esta vida de oración, que se ha de
nutrir de la fe, la esperanza y sobre todo de la caridad divina, a fin de
poder, una vez purificados los corazones, profundizar en nuestra vocación cristiana
y disponernos a una efusión más copiosa de los dones del Espíritu Santo. Así
participamos del carisma teresiano y llevamos adelante la inspiración
originaria del Carmelo, envueltos por la presencia y el misterio del Dios vivo.
La experiencia orante, desde nuestro carisma, nos hace vivir
con intensidad de entrega y donación en todo lo que realizamos. La oración no
se centra sólo en los momentos o espacios dedicados a ella, sino que en el
Carmelo, se vive como una ACTIDUD DE VIDA que nos lleva a determinarnos del
todo a Dios y, cuando es verdadera oración, nos despierta a amar. La
experiencia orante es camino para la contemplación que es regalo de Dios. Lo
que está de nuestra parte para recibir este gran regalo de Dios es la
disposición y libertad para poder recibir. Dios se da del todo, nosotros
tenemos que darnos del todo y aprender y educarnos a reconocer las grandezas de
Dios. Él se da del todo.
Fraternalmente
Fr. Germán Melgarejo Lomelín, OCD
Promotor vocacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario