El Hijo de Dios, el
que es anterior a todos los siglos, el invisible, el incomprensible, el
incorpóreo, el que es principio de principio, luz de luz, fuente de vida y de
inmortalidad, representación fiel del arquetipo, sello inamovible, imagen
absolutamente perfecta, palabra y pensamiento del Padre, él mismo se acerca a
la criatura hecha a su imagen y asume la carne para redimir a la carne; se une
con un alma racional para salvar mi alma, par purificar lo semejante por lo
semejante: asume nuestra condición humana, asemejándose a nosotros en todo, con
excepción del pecado. Fue concebido en el seno de una virgen, que previamente
había sido purificado en su alma y en su cuerpo por el Espíritu (porque
convenía que fuese dignamente honrada la maternidad y que , a la vez, fuese
grandemente exaltada la excelencia de la virginidad); nació Dios con la
naturaleza humana que había asumido, unificando dos cosas contrarias entre si,
es decir la carne y el espíritu. Una de ellas aportó la divinidad, la otra la
recibió.
El que enriquece a
otros se hace pobre; soporta la pobreza de mi carne para que yo alcance los
tesoros de su divinidad. El que todo lo tiene, de todo se despoja; por un breve
tiempo se despoja de su gloria par que yo pueda participar de su plenitud.
¿Por qué tantas
riquezas de bondad? ¿Por qué este admirable misterio en favor mío? Recibí la
imagen divina y no supe conservarla. Él asume mi carne para dar la salvación al
alma creada a su imagen y para dar la inmortalidad a la carne; se une a
nosotros mediante un consorcio mucho más admirable que el primero.
Convenía que la
santidad fuese otorgada al hombre mediante la humanidad asumida por Dios; de
manera que , habiendo vencido con su poder al tirano que nos tenía sojuzgados,
nos librara y atrajera nuevamente hacia sí por medio de su Hijo, que realizó
esta obra redentora para gloria de su Padre y que tuvo siempre esta gloria como
objetivo de todas sus accione.
Aquel buen Pastor
que dio su vida por las ovejas salió a buscar la oveja perdida, por las
montañas y colinas donde tú ofrecías sacrificios a los ídolos. Y , cuando
encontró a la oveja perdida, la cargó sobre sus hombros, sobre los que había
cargado también el madero de la cruz, y así la llevó nuevamente a la vida
eterna.
La luz brillante
sigue a la antorcha que la había precedido, la Palabra a la voz, el Esposo al
amigo del Esposo, que preparaba par el Señor un pueblo bien dispuesto y lo
purifica con el agua, disponiéndolo a recibir el bautismo del Espíritu.
Tuvimos necesidad de
que Dios asumiera nuestra carne y muriera, para que nosotros pudiéramos vivir.
Hemos muerto con él para ser purificados, hemos resucitado con él, porque con
él hemos muerto; y con él hemos sido glorificados, porque juntamente con él
hemos resucitado.
Autor:
San
Gregorio Nacianceno, Obispo (Sermón 45, 9. 22. 26. 28: PG 36, 634-635. 654.
653-659. 662)
Oración de San
Gregorio Nacianceno
Señor, enséñanos a vivir
Señor, enséñanos a vivir
Señor, no dejes de darme,
para que yo pueda compartir.
Sigue perdonándome,
para que yo aprenda a ser indulgente;
para que yo pueda compartir.
Sigue perdonándome,
para que yo aprenda a ser indulgente;
No te canses de pedirme,
para que no me encierre en mí mismo.
Reclama, para que no me vuelva avaro
persiste en mover mi pereza,
para que no me instale en mi egoísmo.
enséñame a vivir en el amor,
enséñame a amar con tu corazón.
para que no me encierre en mí mismo.
Reclama, para que no me vuelva avaro
persiste en mover mi pereza,
para que no me instale en mi egoísmo.
enséñame a vivir en el amor,
enséñame a amar con tu corazón.
Y... ten paciencia con éste tu
ojo
para que no se canse nunca de servirte.
Enséñame a vivir.
para que no se canse nunca de servirte.
Enséñame a vivir.
Amén
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