Una costra de dolor,
comodidad y rutina
oculta en el corazón
ansias del agua divina;
es tanta la cerrazón
que en la mente se adivina,
que no encuentra la razón
dónde la tiene escondida.
Del hombre tiene sed Dios
y sin Dios está perdida
el alma, porque el Amor
es el Agua y es la Vida.
Buscas una solución
para encontrar la salida,
que devuelva la ilusión
a las almas divididas:
sólo la contemplación
de Quien en la Cruz nos mira
nos habla de salvación,
sabiendo cómo nos cuida.
Uno solo es el Señor
que a las almas ilumina
cuando grita a plena voz:
¡TENGO SED…! Y luego expira.
(dedicado a la Madre Teresa de Calcuta)
comodidad y rutina
oculta en el corazón
ansias del agua divina;
es tanta la cerrazón
que en la mente se adivina,
que no encuentra la razón
dónde la tiene escondida.
Del hombre tiene sed Dios
y sin Dios está perdida
el alma, porque el Amor
es el Agua y es la Vida.
Buscas una solución
para encontrar la salida,
que devuelva la ilusión
a las almas divididas:
sólo la contemplación
de Quien en la Cruz nos mira
nos habla de salvación,
sabiendo cómo nos cuida.
Uno solo es el Señor
que a las almas ilumina
cuando grita a plena voz:
¡TENGO SED…! Y luego expira.
(dedicado a la Madre Teresa de Calcuta)
Autor: José García Velázquez | Fuente: Catholic.net
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