domingo, 23 de diciembre de 2012

Cuando







Cuando antes preguntaba qué somos, respondía que en cuanto cristianos somos bautizados, pero si hubiera de responder a la pregunta de qué somos en cuanto hombres tendría que decir que somos personas; es decir, individuos y al mismo tiempo, seres de relación y en relación, miembros de varios grupos: familia, parroquia, vecinos, sociedad, etc.

Así pues sacerdotes, profetas y reyes que por ser a la vez individuos y personas, cristianos y ciudadanos de este mundo, deben oficiar como tales sacerdotes, profetas y reyes inexcusablemente de forma individual y de forma comunitaria. Ni solo de una forma, ni solo de otra. Ni solo rezar como individuos, ni solo rezar como pueblo.

Hay que cultivar la relación personal con Dios en la intimidad, en privado, en el diálogo a solas, donde el alma pueda explayarse, pero a la vez hay que darle gracias “de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea” . Ni solo hablar como individuos, ni solo como miembros de una sociedad, ni solo reinar como individuos, ni solo hacerlo de manera asociada.

Si, poniendo un símil, quien no reza es un paralítico tetrapléjico, quien reza solamente de manera individual o solamente de manera colectiva es un paralítico hemipléjico. Y lo mismo hay que decir de todo lo demás. Debemos pensar en solitario y en comunidad. Pensar en comunidad es de una fecundidad prodigiosa, porque el flujo de ideas se multiplica.

Y lo mismo en cuanto al oficio regio. Debemos regir en comunidad, de manera colegiada. Esto me hace pensar en la necesidad de participar colectivamente, y de manera directa, en el gobierno de la sociedad, y de forma indirecta -por su constitución jerárquica- en la solicitud pastoral de la Iglesia.

Nuestro “hacer” implica rezar, hablar bien y hacer el bien, anunciar la verdad y la belleza, construir cultura y quiere decir también gobernar, no solo a nivel individual en el propio campo, sino a nivel colectivo, en el campo de la acción política. En lo referente a este último cuesta mucho pensar que Dios no esté suscitando cristianos con capacidad de liderazgo social a quienes se les esté pidiendo que den la respuesta debida.

¿Hasta cuándo vamos a dormitar sin organizarnos?, ¿hasta cuándo vamos a estar volviendo la espalda a esta tarea? Por parte de la Iglesia se nos ha mandado en multitud de documentos, se nos ha urgido, se nos sigue insistiendo y no hacemos caso ninguno.

En el terreno individual hay honrosísimas excepciones, hermanos nuestros que lo están dando todo y por su coherencia de fe y vida están siendo crucificados día tras día, pero en el campo de la acción política colectiva no estamos respondiendo. Al menos hasta ahora, aunque también es verdad que empezamos a otear intentos que prometen.

Dios quiera que salgan adelante.




Autor: Estanislao Martín Rincón. | Fuente: Catholic.net 

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