jueves, 20 de diciembre de 2012

NAVIDAD







El personaje más importante de la navidad es olvidado, relegado muchas veces a un segundo plano

¡Llegó navidad, feliz navidad! Por todas partes, en todos los lugares, en todas las bocas se ve y se escuchan estas o semejantes palabras.

A continuación debía de surgir de nuestro interior esa paz y serenidad del alma. En los corazones se debía de encontrar la respuesta a este deseo de Dios a nuestras almas: ¡Paz a los hombres de buena voluntad! Y es que el Niño Dios se hace presente, se hace hombre, viene a nuestro mundo a cambiarlo a que no haya tanta maldad o injusticias, tanto engaño, egoísmo…

¡Llegó navidad, feliz navidad! Canta el villancico pero se dice con los labios y no con el corazón como debía de ser. La navidad no es sólo un canto sino que es un cambio y una transformación. Es un camino como el camino hacia Belén. Es un camino para que lo recorramos y lo vivamos. Y si llegó navidad es para que nuestra admiración se note en nuestra vida y en nuestro corazón, pero desgraciadamente nos hemos acostumbrado a decirlo sin sentirlo, lo hablamos pero no lo valoramos, lo tenemos delante pero no nos dice nada. Lo vivimos quizá pero sin que nos transforme.

¡Llegó navidad, feliz navidad! Y los pobres, los alejados de Dios continúan en su mismo camino sin probar un cambio y así el que vive sin Dios permanece sin Dios, el que vive con desamor vive de igual manera y es porque no volteamos al prójimo para verlo como un hermano nuestro, un compañero de la vida, una libro abierto a la esperanza de la vida.

Se cuenta que en una ocasión una familia hizo una fiesta en navidad para darse los regalos y hacer que esos momentos fuesen más llevaderos. Poco a poco fueron llegando a la casa de la abuela los hijos con sus nietos. Al entrar a la casa ponía cada uno de ellos su regalo en una gran mesa destinada para la ocasión. El nombre del nieto, del hijo o del papá se veía de forma bien clara para que quien lo recibiera no tuviera duda de quién lo había regalado. Los números se fueron repartiendo uno por uno y así uno de los nietos al ver su número pensó que su regalo iría al familiar más necesitado.

Llegó la hora de iniciar la fiesta y hubo de todo en la fiesta, comida, elegante, adornos en la sala, el árbol de navidad, el nacimiento… y un sinfín de adornos navideños por todos lados.

Todos en semicírculo esperaban el número de la rifa para ver quién era el afortunado. Sentados y tranquilos iban escuchando su número y al levantarse todos aplaudían. Al fondo la música de navidad llegaba a los corazones y hacía del ambiente todo un momento inolvidable.

Al fondo de la habitación estaba un niño que veía a los concursantes mientras él tenía su regalo en sus brazos esperando ver quién era el afortunado pues lo había preparado con mucha ilusión y estaba seguro que el destinatario estaría feliz de recibirlo.

Pasaron los momentos, la música se acabó, salieron todos los familiares, se apagaron las luces y el niño llorando en el mismo rincón se dio cuenta que no lo tomaron en cuenta.

Por ese niño se había hecho la fiesta, por ese niño era el intercambio de regalos, por ese niño la reunión tenía su finalidad.

El hombre de hoy se olvida de lo más importante y del por qué vive en este mundo y para qué vive.

El mundo de hoy toma en cuenta muchas cosas pero no toma la más importante que es aquella que le cambiará en su vida para llevarlo a su destino.

¿Sabrás tú valorar lo que vives, donde vives y para qué vives en este período de la vida?

¿Pero sabrás entender que hay otros muchos necesitados a tu lado que deberás ayudar con tu vida, ejemplo, oración y servicio?

La navidad será incompleta si no volteas a ver a tu prójimo y regalarle una sonrisa y ser un hombre de paz y buena voluntad.

Autor: Padre Enrique Flores Álvarez, LC. 







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