“No quiero
oro ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata”
Cuando los primeros evangelizadores
llegaron a México se enfrentaron a una forma de vida totalmente diferente a la
que ellos practicaban. La conquista fue no solo el adueñarse de los territorios
de la recién descubierta América, también fue la imposición del idioma, los
hábitos y costumbres españolas, y entre otros favores ¡La religión!
Para los evangelizadores no fue fácil
cambiar toda la ideología politeista de las distintas etnias que poblaban “las
indias”, así que tuvieron la necesidad de crear estrategias para enseñar los
misterios de Dios a los indígenas.
Uno de los dogmas más complicados fue el
del pecado y la manera en que satanás nos tienta, de cómo debemos ser fuertes
para vencerlo y así hacernos acreedores de los beneficios celestiales... ¡que
complicado!
Y con este enorme peso a cuestas los
frailes franciscanos encontraron la respuesta... ¡una piñata!
Diseñaron una olla de barro rodeada de
papeles de colores en forma de estrella, donde cada uno de los picos representa
cada uno de los pecados capitales, y que sube y baja del cielo (por eso la
forma de estrella) pero molesta a la gente... la toca... ¡la tienta!
Hay que darle ¡duro!, vencer la tentación,
romper el mal, poner toda nuestra energía y nuestra concentración en acabar con
el. ¡Pero no es fácil! El pecado nos ciega los ojos, les pone una venda y son
nuestros compañeros, amigos, familiares ( es decir, el prójimo-próximo ) quien
nos guía a través de sus consejos para romper con el mal.
¡Dale, dale,
dale! ¡arriba… abajo!
¡duro…duro! ¡rómpela...rómpela!
y... cuando alguien bien guiado ha hecho
caso al clamor popular ¡se rompe la piñata! Y del cielo caen las bendiciones
que llueven sobre nosotros por haber hecho pedazos al pecado... fruta, dulces,
juguetes, alegría inmensa que nos llena de dicha y felicidad... el mal esta
derrotado, Dios está con nosotros, los evangelizadores cumplen con su tarea y
los mexicanos gozamos una de nuestras tradiciones más divertidas.
La piñata se ha transformado como toda la
cultura popular, y ha cambiado su forma hasta adquirir diversas formas, pasando
de la tradicional estrella a ser conejo, perrito, zanahoria, betabel, piolín y
pokemon... y siempre, siempre el anhelo de todo niño: Llegar a la fiesta y
romper la piñata, pues ahora no solo se usan en las posadas, ya que también son
atracción importante en las fiestas infantiles y otras celebraciones donde los
niños esperan ansiosos pegar con un enorme palo a la piñata.
De cartón o de barro, en época de posadas
o en pleno verano, estrella o animal, las piñatas seguirán siendo por muchos
años más una feliz referencia a las tradiciones mexicanas.
Autor: Oscar Guzmán de la Fuente: inside-mexico
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