1) Para saber
Posiblemente
muchos se habrán hecho muy buenos propósitos al inicio del año. Habrá de varias
clases: hacer más ejercicio, bajar de peso, etc. Esos propósitos muestran
nuestros intereses. Si bien, es importante mantener el cuerpo en forma, lo es
más aún tener el alma. Por ello, es conveniente pensar en cómo crecer
espiritualmente, cómo crecer en el amor a Dios.
2) Para
pensar
¿Cuáles son
nuestros intereses? Un relato nos ilustra al respecto.
Se cuenta
que un newyorkino enseñaba la ciudad a un amigo japonés, mientras hablaban de varios
temas, incluyendo el de la fe. Paseaban por el centro de Manhattan, a la hora
del almuerzo. En medio del infernal ruido producido simultáneamente por
bocinas, sirenas, altoparlantes, música a todo volumen y miles de personas
hablando al mismo tiempo, el oriental le dijo a su amigo: "Estoy oyendo un
grillo".
“¿Qué?
¡Debes estar loco! -replicó el americano- ¡No es posible que puedas escuchar un
grillo en medio de todo este ruido!”
Sin decir
nada, el japonés caminó hacia un tarro de flores que había en la acera y, tras
una ligera búsqueda, extrajo de allí un pequeño grillo. El amigo, sorprendido,
dijo: "Esto es extraordinario, debes tener los oídos de Superman".
“No
-respondió el nipón-, mis oídos son iguales a los tuyos. Solo que todo depende
de lo que a uno le interese escuchar”.
Para
demostrar lo que decía, sacó de su bolsillo varias monedas y discretamente las
dejó caer al piso. El sonido producido por las monedas al tocar el suelo
provocó que todos los transeúntes voltearan inmediatamente la cara, curiosos
por saber dónde había caído el dinero.
“¿Ves lo que
te digo? -insistió su amigo oriental-, el sonido del dinero lo escucharon
todos, pero el del grillo no. Todo depende de lo que es importante para ti. Tu
mismo pregúntate, ¿Qué es importante para mí? Pues de la respuesta que des,
dependerán tus acciones. Algunos dicen que no pueden oír a Dios, que Él nunca
les habla. Pero quizás no lo pueden escuchar porque ese no es el sonido que
quieren oír. Pueden escuchar la moneda que cae al piso, pero son incapaces de
captar el chirrido del grillo”.
Y terminó
diciendo el japonés: “Dice una canción «no busques a Cristo en lo alto, ni lo
busques en la oscuridad, mucho menos entre la multitud, pues muy dentro de ti,
en tu corazón, puedes adorar a tu Señor». Dios es esa musiquita dentro de
nuestro ser, que no debemos acallar por escuchar otros atractivos sonidos”.
3) Para
vivir
En la
mayoría de los casos la conversión que nos pide Dios no será cambiar de
actividades, sino de actitud. Es decir, cambiar nuestro modo de estar en esas
mismas actividades: Si antes me enojaba ver a mi cuñada, o mi suegra, mi
conversión consistirá en tratar de vivir la caridad y no criticar más; si me
impaciento demasiado con los hijos, habré de tener más paciencia y no dejarme
llevar por la ira; si no obedezco rápido y de buena manera a mis padres, mi
conversión podrá consistir en obedecerlos ‘a la primera y con buena cara’.
En pocas
palabras, la conversión consistirá en hacer lo que ya hacemos, pero como más le
agraden a Dios. Haciendo un examen de conciencia sabremos qué nos pide Dios. Y
si no hallamos en qué, preguntémosle a quienes conviven con nosotros, ellos sí
lo saben.
Autor: P. José Martínez
Colín Fuente: Church Fórum
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