La "sabiduría de este
mundo", explicó el Papa, "es un modo de vivir y de ver las cosas
prescindiendo de Dios y siguiendo las opiniones dominantes, según los criterios
del éxito y del poder".
En cambio, añadió, la "sabiduría divina" consiste en "seguir la mente de Cristo, que es quien nos abre los ojos del corazón para seguir el camino de la verdad y del amor".
Esta contraposición, que hace san Pablo, "no se identifica con la diferencia entre la filosofía, por una parte, y la filosofía y las ciencias, por otra".
Lo que denuncia es, explicó, "el veneno de la falsa sabiduría, que es el orgullo humano. No es por tanto el conocimiento en sí lo que puede hacer daño, sino la presunción, el "vanagloriarse" de adonde se ha llegado -o se presume haber llegado- a saber".
El apóstol, añadió el Santo Padre, "no quiere en absoluto conducir a una minusvaloración del empeño humano necesario para el conocimiento, sino que se pone en otro plano: a Pablo le interesa subrayar -y lo hace sin medias tintas- qué es lo que vale realmente para la salvación y qué, en cambio, puede traer la división y la ruina".
Lo que san Pablo combate, reafirmó el pontífice, es "un tipo de soberbia intelectual, en la que el hombre, incluso sabiendo mucho, pierde la sensibilidad por la verdad y la disponibilidad a abrirse a la novedad de la actuación divina".
"Ésta no es una postura anti intelectual, no es oposición a la recta ratio", añadió.
El obispo de Roma invitó por tanto a los estudiantes a "considerar la formación espiritual según el pensamiento de Cristo fundamental para vosotros", y "verdadera perspectiva de vuestros estudios".
"Para conocer y comprender las cosas espirituales hay que ser hombres y mujeres espirituales, porque si se es carnal, se recae inevitablemente en la necedad, aunque uno estudie mucho y sea ´docto´ y ´sutil razonador de este mundo´", añadió.
"Permaneciendo fieles a ese Jesús que María nos ofrece, al Cristo que la Iglesia nos presenta, podemos empeñarnos intensamente en el trabajo intelectual, interiormente libres de la tentación del orgullo y gloriándonos siempre y solo en el Señor", concluyó.
En cambio, añadió, la "sabiduría divina" consiste en "seguir la mente de Cristo, que es quien nos abre los ojos del corazón para seguir el camino de la verdad y del amor".
Esta contraposición, que hace san Pablo, "no se identifica con la diferencia entre la filosofía, por una parte, y la filosofía y las ciencias, por otra".
Lo que denuncia es, explicó, "el veneno de la falsa sabiduría, que es el orgullo humano. No es por tanto el conocimiento en sí lo que puede hacer daño, sino la presunción, el "vanagloriarse" de adonde se ha llegado -o se presume haber llegado- a saber".
El apóstol, añadió el Santo Padre, "no quiere en absoluto conducir a una minusvaloración del empeño humano necesario para el conocimiento, sino que se pone en otro plano: a Pablo le interesa subrayar -y lo hace sin medias tintas- qué es lo que vale realmente para la salvación y qué, en cambio, puede traer la división y la ruina".
Lo que san Pablo combate, reafirmó el pontífice, es "un tipo de soberbia intelectual, en la que el hombre, incluso sabiendo mucho, pierde la sensibilidad por la verdad y la disponibilidad a abrirse a la novedad de la actuación divina".
"Ésta no es una postura anti intelectual, no es oposición a la recta ratio", añadió.
El obispo de Roma invitó por tanto a los estudiantes a "considerar la formación espiritual según el pensamiento de Cristo fundamental para vosotros", y "verdadera perspectiva de vuestros estudios".
"Para conocer y comprender las cosas espirituales hay que ser hombres y mujeres espirituales, porque si se es carnal, se recae inevitablemente en la necedad, aunque uno estudie mucho y sea ´docto´ y ´sutil razonador de este mundo´", añadió.
"Permaneciendo fieles a ese Jesús que María nos ofrece, al Cristo que la Iglesia nos presenta, podemos empeñarnos intensamente en el trabajo intelectual, interiormente libres de la tentación del orgullo y gloriándonos siempre y solo en el Señor", concluyó.
Autor: Zenit | Fuente: Zenit
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