¡Oh San José, Custodio de Jesús, Esposo
castísimo de María, que consumiste tu vida en el cumplimiento perfecto del
deber, sustentando con el trabajo de tus manos a la Sagrada Familia de Nazaret;
protege los propósitos de quienes confiadamente se dirigen a ti. Tú conoces sus
aspiraciones, sus angustias, sus esperanzas; y a ti recurren porque saben que
encontrarán en ti quien los comprenda y proteja. También tú experimentaste la
prueba, la fatiga, el agotamiento pero también en medio de las preocupaciones de
la vida material, tu ánimo, lleno de la más profunda paz exultó de alegría
inenarrable por la intimidad con el Hijo de Dios a ti confiado y con María, su
dulcísima Madre.
Haz también que tus protegidos comprendan que no están solos en su trabajo sino que vean a Jesús junto a ellos; acógelos con tu gracia, protégelos fielmente como tú hiciste. Y obtén que en cada familia, en cada oficina, en cada laboratorio, donde quiera que trabaje un cristiano, sea todo santificado en la caridad, en la paciencia, en la justicia, en la prosecución del bien obrar para que desciendan abundantes los dones de la celestial predilección.
Haz también que tus protegidos comprendan que no están solos en su trabajo sino que vean a Jesús junto a ellos; acógelos con tu gracia, protégelos fielmente como tú hiciste. Y obtén que en cada familia, en cada oficina, en cada laboratorio, donde quiera que trabaje un cristiano, sea todo santificado en la caridad, en la paciencia, en la justicia, en la prosecución del bien obrar para que desciendan abundantes los dones de la celestial predilección.
Autor: Beato Juan XXIII (1881-1963), papa.
En Radiomensage del 01/05/1960
No hay comentarios:
Publicar un comentario