1. 'Tú eres mi hijo: / yo te he engendrado hoy' (Sal 2, 7). En el intento de hacer comprender la plena verdad de la paternidad de Dios, que ha sido revelada en Jesucristo, el autor de la Carta a los Hebreos se remite al testimonio del Antiguo Testamento (Cfr. Heb 1, 4-14), citando, entre otras cosas, la expresión que acabamos de leer tomada del Salmo 2, así como una frase parecida del libro de Samuel:
'Yo ser para
él un padre / y él será para mí un hijo' (2 Sm 7, 14):
Son palabras
proféticas: Dios habla a David de su descendiente. Pero, mientras en el
contexto del Antiguo Testamento estas palabras parecían referirse sólo a la
filiación adoptiva, por analogía con la paternidad y filiación humana, en el
Nuevo Testamento se descubre su significado auténtico y definitivo: hablan del
Hijo que es de la misma naturaleza que el Padre, del Hijo verdaderamente
engendrado por el Padre. Y por eso hablan también de la paternidad real de
Dios, de una paternidad a la que le es propia la generación del Hijo
consubstancial al Padre. Hablan de Dios, que es Padre en el sentido más
profundo y más auténtico de la palabra. Hablan de Dios, que engendra
eternamente al Verbo eterno, al Hijo consubstancial al Padre. Con relación a
Él, Dios es Padre en el inefable misterio de su divinidad.
'Tú eres mi
hijo: / yo te he engendrado hoy':
El adverbio
'hoy' habla de la eternidad. Es el 'hoy' de la vida íntima de Dios, el 'hoy' de
la eternidad, el 'hoy' de la Santísima e inefable Trinidad: Padre, Hijo y
Espíritu Santo, que es Amor eterno y eternamente consubstancial al Padre y al
Hijo.
2. En el
Antiguo Testamento el misterio de la paternidad divina intra-trinitaria no
había sido aún explícitamente revelado. Todo el contexto de la Antigua Alianza
era rico, en cambio, de alusiones a la verdad de la paternidad de Dios, tomada
en sentido moral y analógico. Así, Dios se revela como Padre de su Pueblo
Israel, cuando manda a Moisés que pida su liberación de Egipto: 'Así habla el
Señor: Israel es mi hijo primogénito. Yo te mando que dejes a mi hijo ir.' (Ex
4, 22-23).
Al basarse
en la Alianza, se trata de una paternidad de elección, que radica en el
misterio de la creación. Dice Isaías: 'Tú eres nuestro padre, nosotros somos la
arcilla, y tú nuestro alfarero, todos somos obra de tus manos' (Is 64, 7; 63,
16).
Esta
paternidad no se refiere sólo al pueblo elegido, sino que llega a cada uno de
los hombres y supera el vínculo existente con los padres terrenos. He aquí
algunos textos: 'Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá' (Sal
26, 10). 'Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura
por sus fieles' (Sal 102, 13). 'El Señor reprende a los que ama, como un padre
a su hijo preferido' (Prov 3, 12). En los textos que acabamos de citar está
claro el carácter analógico de la paternidad de Dios-Señor, al que se eleva la
oración: 'Señor, Padre Soberano de mi vida, no permitas que por ello caiga.
Señor, Padre y Dios de mi vida, no me abandones a sus sugestiones' (Sir 23,
1-4). En el mismo sentido dice también: 'Si el justo es hijo de Dios, El lo
acogerá y lo librará de sus enemigos' (Sab 2, 18).
3. La
paternidad de Dios, con respecto tanto a Israel como a cada uno de los hombres,
se manifiesta en el amor misericordioso. Leemos, por ejemplo, en Jeremías:
'Salieron entre llantos, y los guiar con consolaciones. pues yo soy el padre de
Israel, y Efraín es mi primogénito' (Jer 31, 9).
Son
numerosos los pasajes del Antiguo Testamento que presentan el amor
misericordioso del Dios de la Alianza. He aquí algunos: 'Tienes piedad de
todos, porque todo lo puedes, y disimulas los pecados de los hombres para
traerlos a penitencia. Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amador
de las almas' (Sab 11, 24-27). 'Con amor eterno te amé , por eso te he
mantenido mi favor' (Jer 31, 3). En Isaías encontramos testimonios conmovedores
de cuidado y de cariño:
'Sión decía:
el Señor me ha abandonado, y mi Señor se ha olvidado de mí. ¿Puede acaso una
mujer olvidarse de su niño, no compadecerse del hijo de sus entrañas.? Aunque
ella se olvidare, yo no te olvidaría' (Is 49, 14-15. Cfr. también 54, 10). Es
significativo que en los pasajes del Profeta Isaías la paternidad de Dios se
enriquece con connotaciones que se inspiran en la maternidad (Cfr. Dives in
misericordia, nota 52).
4. En la
plenitud de los tiempos mesiánicos Jesús anuncia muchas veces la paternidad de
Dios con relación a los hombres remitiéndose a las numerosas expresiones
contenidas en el Antiguo Testamento. Así se expresa a propósito de la
Providencia Divina para con las criaturas, especialmente con el hombre: '
Vuestro Padre celestial las alimenta.' (Mt 6, 26. Cfr. Lc 12, 24), 'Sabe
vuestro Padre celestial que de eso tenéis necesidad' (Mt 6, 32. Cfr. Lc 12,
30). Jesús trata de hacer comprender la misericordia divina presentando como
propio de Dios el comportamiento acogedor del padre del hijo pródigo (Cfr. Lc
15, 11-32); y exhorta a los que escuchan su palabra: 'Sed misericordiosos, como
vuestro Padre es misericordioso' (Lc 6, 36).
Terminar
diciendo que, para Jesús, Dios no es solamente 'El Padre de Israel, 'El Padre de los hombres', sino 'Mi Padre'.
Catequesis
sobre DIOS PADRE por el Siervo de Dios S.S. JUAN PABLO II
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