Eterno
Padre, Dios de infinito amor, bondad y misericordia, por el Inmaculado Corazón
de María y en unión con San José y de todos los Ángeles y Santos y en nombre de
todos los hombres y de las almas del purgatorio, te ofrezco el Rostro llagado,
ensangrentado e inundado de lágrimas de tu muy amado Hijo.
Te ofrezco
este santísimo y adorable Rostro de nuestro Señor Jesucristo para expiar los
pecados de todo el mundo, las blasfemias, sacrilegios e irreverencias; para la
iluminación de tus sacerdotes y religiosos y por la conversión de todos los
pecadores, en especial de los más obstinados; como también para las almas del purgatorio.
En tu rostro
desfigurado por el dolor, reconozco la inmensidad de tu amor hacia mí.
Imprime en
mi corazón la imagen de tu divinidad, y dame un amor ardiente a Ti, para que un
día pueda ver tu Faz glorificada. Amén.
(Compilado
por José Gálvez Krüger)
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