“Necio, esta noche te van a exigir la
vida. Lo que has acumulado ¿de quién será?”. La conducta del rico del Evangelio
es más irrisoria que riguroso es el castigo eterno. En efecto, este hombre, que
va a ser llevado de este mundo dentro de poco tiempo, ¿qué proyectos tiene en
su espíritu? “Derribaré los graneros y construiré otros más grandes.” Yo, muy a
gusto le diría: Haces bien, porque no merecen otra cosa que ser destruidos los
graneros de la injusticia. Con tus propias manos, destruye de arriba abajo, lo
que has construido deshonestamente. Deja derribar tus reservas de trigo; nunca
han reconfortado a nadie. Haz desaparecer toda construcción refugio de tu
avaricia, quita los tejados, derriba los muros, expone al sol el trigo
enmohecido, saca tus riquezas de la prisión en que las tienes encerradas…
“Derribaré los graneros y construiré otros más grandes.” Una vez hayas
llenado cada uno de ellos, ¿qué sacarás de hacer esto? ¿Los derribarás también
para de nuevo construir otros? ¿Hay peor locura que atormentarse sin fin,
construir encarnizadamente y volverse a encarnizar para destruir? Si tú lo
quieres tienes como graneros allí donde moran los indigentes. Atesorad tesoros
en el cielo. Lo que allí se deposita “ni los gusanos se lo comen, ni la
herrumbre los oxida, ni los ladrones se lo llevan” (Mt 6,20).
Autor: San Basilio Magno (c 330-
379), monje, obispo de Cesarea de Capadocia, doctor de la Iglesia Homilía 31
No hay comentarios:
Publicar un comentario