lunes, 6 de agosto de 2012
La incidencia psíquica de las imágenes
Pero de una forma o de otra, con mayor o menor intensidad, todos los seres humanos tenemos la facultad de imaginar. El tipo de imágenes que elaboramos, la imaginación en sentido amplio, al igual que los caracteres adquiridos es algo que no se hereda. Por ello, la capacidad de imaginar es algo personal e intransferible en cada individuo. Ya dice un viejo adagio, quizá exageradamente, que “según como una persona imagina, así es ella”. Aspecto biográfico de la imaginación, que supo tenerla en cuenta el psicólogo suizo Hermann Rorschach, para la confección de sus conocidos “tests” de las manchas sombreadas, de gran aceptación en psicología clínica. Mediante la aplicación de este “test”, basado en una serie de manchas que tienen un significado indefinido y equívoco, se pretende que el paciente que las percibe, realice su propia interpretación imaginativa, con objeto de poner al descubierto los rasgos psíquicos más específicos de su intimidad, lo que permite diagnosticar con bastante aproximación, los factores caracterológicos más significativos y básicos de su personalidad.
Sin pretender entrar en exhaustivos análisis psíquicos, es indudable la importancia e influencia que tiene la imaginación en la dinámica sentimental y emocional de cualquier individuo De tal modo, que cuando no se encauza y controla debidamente, existe la posibilidad de que llegue a dominar nuestra vida afectiva, y precipite en una serie de anomalías vivenciales o disociaciones mentales, de las que pueden derivarse diversos tipos de neurosis en forma de angustias, ansiedades, obsesiones, delirios, etc., originando todo un conjunto de disfunciones y alteraciones más o menos graves en la conducta. Una de las causas principales de estos trastornos se debe al dominio imperativo de una imaginación obsesiva y descontrolada, que suplantando e irrogándose la función del conocimiento perceptivo de la realidad, impregna y dirige la vida anímica y emocional del sujeto.
Entre la amplia variedad de desequilibrios psíquicos que se manifiestan en la actualidad, podemos referirnos al fenómeno clínico de la anorexia que acomete especialmente a un sector de la juventud (5), y que es suficientemente relevante para esclarecer estas consideraciones. En este tipo de psicosis obsesiva, las imágenes adquieren tal influencia y tenacidad emocional en el conflicto vivencial que sufre una determinada persona, normalmente adolescente, que llega a distorsionar la misma realidad que percibe. Su predominio en el estado anímico es de tal efectividad, que consigue desalojar la influencia psíquica de los estímulos perceptivos y el conocimiento objetivo de la actividad racional, que quedan suplantados por las imágenes elaboradas en su estado de obsesión mental.
Este dominio imperativo de la imaginación, que todavía es más intenso y contundente en determinados estados de carácter alucinatorio, como ocurre en algunas paranoias o delirios que se exteriorizan en forma de supuestos fenómenos visuales. En estos estados patológicos, al confundirse las imágenes con los objetos percibidos, aquellas suelen reproducirse mediante formas exorbitantes y exageradas, que en ocasiones se traducen en un tipo de zoología imaginativa tan terriblemente monstruosa y repugnante, que el sujeto que las sufre, reacciona con comportamientos de pánico y terror, como si esas imágenes delirantes reproducidas por su alucinación mental, fueran reales y estuvieran presentes ante su percepción.
Autor: Lluis Pifarré | Fuente: arvo
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