Fiesta de Todos los Santos: 1 de Noviembre
En la Comunión de los Santos, ninguno de nosotros vive para sí mismo;
como tampoco muere nadie para sí mismo (Rom 14,7).
"Si sufre un miembro, sufren con él. Si un miembro es honrado,
todos los demás toman parte en su gozo" (1 Co 12,26-27).
El menor de nuestros actos hecho con caridad repercute en beneficio
de todos, está en solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos,
se funda en la Comunión de los Santos.
Todo pecado daña a esta comunión. (1)
No estamos solos; estamos rodeados por una gran nube de testigos:
con ellos formamos el Cuerpo de Cristo, con ellos somos hijos de Dios,
con ellos hemos sido santificados por el Espíritu Santo.
¡Alégrese el Cielo y celebre la tierra¡
El glorioso ejército de los Santos intercede por nosotros ante el Señor;
nos acompaña en nuestro camino hacia el Reino y nos estimula
a mantener nuestra mirada fija en Jesús, nuestro Señor,
que vendrá en la gloria en medio de sus Santos. (2)
El dogma consolador de la comunión de los santos, quiero decir,
el vínculo espiritual que une íntimamente con Dios Nuestro Señor
y entre sí a todas las almas que viven en estado de gracia. (3)
Estas almas están divididas en tres grupos: unas coronadas en el Cielo,
forman parte de la Iglesia triunfante, otras que se encuentran detenidas
en el Purgatorio para su plena y definitiva purificación, constituyen la
Iglesia Purgante, otras, que peregrinan aún sobre la tierra componen
la Iglesia militante; la solemnidad de Todos los Santos podría decirse
en cierto modo la fiesta de las tres Iglesias. (3)
En la oración de la Misa de todos los Santos se invoca la Bondad
de Dios por todos los méritos de todos los Santos.
Hay méritos en las tres Iglesias: glorificados en la triunfante;
adquiridos y que no se pueden ya aumentar ni perder,
pero que esperan aún su recompensa en la purgante;
adquiridos y capaces de crecimiento, pero también de pérdida,
completa en la militante. La fiesta de todos los Santos es, pues,
como una gran fiesta de familia para todas las almas en estado
de gracia. (3)
Los Santos no son una pequeña variedad de elegidos, sino una
muchedumbre innumerable, hacia la que la liturgia nos invita
en su fiesta a elevar nuestra mirada.
En esa muchedumbre no sólo están los Santos reconocidos de
forma oficial, sino también los bautizados de todas las épocas
y naciones, que se han esforzado por cumplir con amor y fidelidad
la voluntad Divina.
De gran parte de ellos no conocemos ni el rostro ni el nombre, pero
con los ojos de la Fe los vemos resplandecer, como astros llenos de
gloria, en el firmamento de Dios. (2)
Hoy la Iglesia celebra su dignidad de "madre de los santos, imagen de
la ciudad celestial", y manifiesta su belleza de esposa inmaculada de Cristo,
fuente y modelo de toda santidad. Ciertamente, no le faltan hijos díscolos
e incluso rebeldes, pero es en los Santos donde reconoce sus rasgos
característicos, y precisamente en ellos encuentra su alegría más profunda. (2)
Preguntó Santa Matilde a un alma bienaventurada, a la que tuvo la bendición
de contemplar: "¿Qué sucede con las plegarias que ofrecemos a los Santos?"
Le responde el alma: "Cada Santo recibe agradecido lo que se le ofrece
y se lo presenta contento a Dios, su Rey. Es más, si rezas un solo Padrenuestro
a todos los Santos con la intención de rezarlo a cada uno de ellos si te fuera
posible, lo recibe cada uno en particular como si lo rezaras a todos". (4)
¡Qué hermosa y consoladora es la Comunión de los Santos¡
Es una realidad que infunde una dimensión distinta a toda nuestra vida.
¡Nunca estamos solos¡ Formamos parte de una "compañía" espiritual en la que
reina una profunda solidaridad: el bien de cada uno redunda en beneficio de
todos y, viceversa, la felicidad común se irradia sobre cada persona.
Es un misterio que, en cierta medida, ya podemos experimentar en este mundo,
en la familia, en la amistad, especialmente en la comunidad espiritual de la Iglesia. (5)
Ya que existe esta Comunión de los Santos ¿no haríamos bien en aprovecharnos
de ello un poco más de lo que hoy se hace? Debemos conocer a estos Santos,
honrarlos e invocarlos y, sobre todo, imitarlos. Hacerlo así daría el gusto de pensar
bien de la humanidad y nos ayudaría a vivir la vida cristiana. Aunque no lo
reconozcamos, está el hecho de que nos dejamos impresionar por las figuras de
hombres singulares: como los artistas, los deportistas, los héroes, los
poderosos; y está bien, éste es un fenómeno de la convivencia humana; es una
imitación de la que, más o menos, uno no se puede escapar.
Si conociéramos mejor a los Santos, podría suceder que fuéramos también
nosotros mejores, más fieles, más cristianos, y, ¿no sería esto algo muy bello? (6)
Autor: periodico Sagrada Familia
Fuentes:
1) Catecismo de la Iglesia Católica #953;
2) Homilía S.S. Benedicto XVI, 1 Nov;
3) Somos hijos de Santos, Papa Pío XII, Nov. ;
4) Libro de la Gracia Especial de Santa Matilde de Hackeborn;
5) Ángelus, S.S. Benedicto XVI, Mayo .
6) Ángelus, Papa Pablo VI, Mayo 1979
2) Homilía S.S. Benedicto XVI, 1 Nov;
3) Somos hijos de Santos, Papa Pío XII, Nov. ;
4) Libro de la Gracia Especial de Santa Matilde de Hackeborn;
5) Ángelus, S.S. Benedicto XVI, Mayo .
6) Ángelus, Papa Pablo VI, Mayo 1979
No hay comentarios:
Publicar un comentario