sábado, 7 de septiembre de 2013

Ser su discípulo







Escucha la voz de Dios que te impulsa a salir de ti para seguir a Cristo y serás un discípulo perfecto: “el que no renuncia a todo lo que tiene no puede ser mi discípulo”. ¿Qué tienes que decir? ¿Qué puedes responder a todo esto? Todas tus dudas y tus preguntas caen ante esta sola palabra; la palabra de verdad es el sendero sublime por donde tú avanzarás. Jesús ha dicho más aún: “El que no renuncia a todos sus bienes, y no toma su cruz para seguirme, no puede ser mi discípulo”. Y para enseñarnos a renunciar no sólo a nuestros bienes para darle gloria, y así en el mundo confesarle ante los hombres, sino incluso a nuestra propia vida, añade: “El que no renuncia a sí mismo, no puede ser mi discípulo…” Y en otro lugar dice: “El que se aborrece a sí mismo en este mundo se  guardará para la vida eterna. A quien me sirva, el Padre le premiará” (Jn 12,25s). Y dice a los suyos: “¡Levantaos, vayámonos de aquí!” (Jn 14,31). Por esta palabra nos ha querido enseñar que ni su lugar ni el de sus discípulos está aquí abajo.

    Señor ¿a dónde iremos? “Allí donde esté yo, estará también mi servidor” (Jn 12,26). Si Jesús nos llama: “¡Levantaos, vayámonos de aquí!”, ¿quién será tan necio para consentir quedarse con los muertos en el sepulcro y permanecer entre los enterrados? Cada vez, pues, que el mundo quiera retenerte, acuérdate de la palabra de Cristo: “¡Levantaos, vayámonos de aquí!”. Si estás vivo, esta palabra bastará para estimularte. Cada vez que quieras quedarte sentado, instalarte, que te complaces en permanecer donde estás, acuérdate de esta voz apremiante que te dice “¡Levántate, vayámonos de aquí!”

    Puesto que de todas maneras será necesario que te marches; vete tal como Jesús se va; vete porque él te lo ha dicho, no porque la muerte te lleva a pesar tuyo. Lo quieras o no estás en el camino de los que se van. Márchate, pues, siguiendo la palabra de tu Maestro, no porque te sientes forzado a ello. “¡Levántate, vayámonos de aquí!”… ¿Por qué te retrasas? Cristo camina contigo.


Autor: Filomeno de Mabboug (¿-c.523), obispo de Siria. Homilías, nº 9

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