El Ave María (en Latín) es sin duda una de las más hermosas y
familiares oraciones de la Iglesia Universal. Tú preguntas por qué recitamos
esta oración si no se encuentra en la Biblia. Te sorprenderá saber, sin
embargo, que en realidad el Ave María está muy enraizada en la Escritura.
Déjame decirte en primer lugar que la oración es por
definición, un llamado, un grito, una plegaria o petición que se hace a Dios.
No tiene que hallarse necesaria y explícitamente en la Biblia. La oración es
siempre un diálogo con Dios y muchas de nuestras más atesoradas oraciones,
incluyendo el Ave María, están ciertamente inspiradas por o encuentran su base
en la Escritura.
Las palabras del Ave María son como sigue: “Alégrate
María, llega de gracia, el Señor es contigo; bendita eres entre las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.” Como puede
reconocerse fácilmente, la oración puede ser dicha en dos partes, la primera
siendo una salutación y la segunda una petición, un ruego serio y urgente.
¿Quién fue quien saludó a María diciendo, “Alégrate,
llena de gracia, el Señor es contigo? No fue un Papa, un obispo o un líder de
la iglesia; fue el arcángel Gabriel, el que “está delante de Dios” (Lucas
1:19). Lucas nos narra la espléndida y maravillosa historia de la Anunciación
(Lucas 1:26-38). Aunque las traducciones pueden variar, no puede haber duda de
que esta primera declaración o saludo en el Ave María, nos viene del Evangelio
de Lucas. (Lucas 1:19). Gabriel dijo estas palabras y él era un mensajero
enviado directamente por Dios.
Así pues, es sencillo ver cómo los primeros
Cristianos adoptaron estas hermosas palabras del ángel tan pronto como la
devoción a María surgió en la Iglesia.
La segunda parte del saludo también viene de la
Escritura. Recordemos las palabras de Isabel cuando María la visitó. Cuando
ella escuchó el saludo de María, Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó con
gran voz, “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno (Lucas
1:42). Los Cristianos posteriormente añadieron el nombre de Jesús a efecto de
identificar más exactamente que Él era “el fruto del seno de María.” Así, es
evidente que la primera parte del Ave María está tomada directamente de las
palabras que se encuentran en la Biblia, palabras pronunciadas por el ángel del
Señor y por Isabel, la prima de María, quien también fue elegida por Dios para
dar a luz a Juan el Bautista, el que prepararía el camino para el Salvador.
Algo más en la cuenta de la Visitación nos lleva a la segunda parte del Ave
María, la cual dijimos es una petición. Sin embargo, lo primero que observamos
es que esta parte inicia declarando que María es santa. De nuevo, vemos en el
Evangelio de Lucas que la Bendita Virgen dice esto sobre sí misma en el Cántico
o “Magníficat” – “desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada” (Lucas 1:48). La palabra “bienaventurada” y “santa” tienen el
mismo significado.
Autor: Felipe Santos, Salesiano. Málaga-octubre-2006
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