Soltar lastre, dejarse llevar… es una buena forma para
seguir adelante y extraer las lecciones de una experiencia tan dolorosa como la
de un corazón roto. Helen Monnet, coach profesional certificada,
relaxoterapeuta, especialista en psicología y autora del cuaderno de ejercicios
Lâcher prise (ed. Larousse) nos explica cómo hacerlo.
– ¿Qué significa soltar lastre?
Helen Monnet: La imagen de una hoja otoñal da una mejor idea
del concepto de “soltar lastre”. Antes de desprenderse repentinamente del
árbol, el momento habrá ido precedido de un largo secado, sucesivos golpes de
viento. Del mismo modo, el proceso de soltar las riendas, abandonarse, soltar
lastre, requiere tiempo. Para que sea perenne, debe ser la culminación de un
desapego progresivo en el que yo distingo tres etapas:
Tomo consciencia de que algo en mi vida es inadecuado,
molesto, que dificulta mi bienestar y ya no me conviene.
Comprendo que ya no lo quiero y veo en qué medida puedo
separarme de ello sin daños.
Tomo distancia y me despego de ello, como un fruto maduro
que cae de un árbol.
El proceso es similar a una relajación. Los pensamientos
parasitarios vienen a nuestra mente, tomamos conciencia de ellos, respiramos y
los ponemos a un lado. Poco a poco, se van por sí mismos. El mayor obstáculo
para soltar lastre es actuar al calor de la ira, del capricho o de la emoción.
En ese caso es imposible liberarse por completo y desprenderse en paz.
– ¿Cuál es tu primer consejo en caso de ruptura amorosa?
Cada persona reacciona de manera diferente a una ruptura
amorosa. También depende de cuánto tiempo duró la relación, si fue un amor de
vacaciones o si duró meses o años. En cualquier caso, en ese momento hay que
consolarse, disfrutar, comer chocolate, llorar, irse de vacaciones, dormir
bien, acurrucarse en el sofá, recurrir a las personas buenas de tu entorno con
las que puedas desahogarte.
Aquellos que realmente pueden ayudar no son quienes te juzgan
en vez de apoyarte ni quienes te parasitan con sus propios problemas, sino
aquellos que son positivos, en quienes confiamos y con quienes podemos
compartir nuestra carga.
Hay que buscar también a nuestra “madre interior”. En
psicoanálisis, a esto se le llama “introyección”. Es un sujeto amado
interiorizado que nos tranquiliza y nos calma. Dependiendo de la persona, la
introyección está más o menos presente. Se trata de acusar el golpe, sin añadir
nada, sin rehacer la historia diciéndonos, por ejemplo: “si no lo/la hubiera
conocido”, “si no hubiera dicho esto o aquello”, etc.
– ¿Qué aconsejas hacer una vez pasada esta primera fase?
Tomarse un tiempo para ver qué pasó en esa relación,
observar sin culpabilizar cuáles fueron los puntos de inflexión que fueron
empeorando la situación poco a poco. Recordar las acciones del otro u otra que
puedan habernos decepcionado e identificar cuál es nuestra propia
responsabilidad.
Esta revisión puede realizarse solo o en compañía de un
coach personal. Y, sobre todo, no intentar volver a ver a ese ser querido.
Luego, es momento de buscar qué lecciones se pueden extraer
de esta experiencia. Esta será la base de nuestra renovación. Por ejemplo, ¿no
me convenía esa historia en términos de territorio, porque permití que invadieran
mi espacio vital? ¿De qué manera no se respetaron mis necesidades? Este es un
tema importante para las mujeres, que a menudo olvidan sus propias necesidades
para satisfacer las de los demás.
Un fracaso amoroso también puede hacer aparecer heridas o
necesidades insatisfechas que se remontan a la infancia temprana, como
sentimientos de abandono o traición. Es importante identificar esos daños con
la mayor sinceridad posible, con ayuda si es necesario. De lo contrario, las
rupturas podrían reproducirse. Una vez identificadas las necesidades, la “madre
interior” se pondrá en movimiento más fácilmente.
Me parece verdaderamente necesario durante este proceso el
aceptar la soledad. No serviría arrojarse a los brazos de otra persona sin
haber realizado antes este trabajo.
– Después de una ruptura, ¿cómo se conserva la confianza en
el futuro?
Practicando la satisfacción. Por supuesto, una ruptura no es
fácil, pero los pequeños placeres de la vida están siempre al alcance de la
mano: un paseo, una exposición, un buen desayuno, etc. Sin embargo, es
necesario mantener una actitud mínimamente receptiva. El soltar lastre, porque
permite el desapego, nos pone en este estado. Dejando de lado la energía
concentrada en el pasado, en darle vueltas a la cabeza, queda disponible otra
energía para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Apoyándose en eso,
volverá la confianza física. El hecho de marcharse, de cambiar de contexto,
incluso unos pocos días, permite desarrollar mejor esta receptividad.
¿Y no nos tienta suplir la falta del otro sumergiéndonos en
el trabajo, por ejemplo?
Si se compensa con el trabajo, con el alcohol, con la
comida, con el deporte, se corre el riesgo de caer en un exceso que, tarde o
temprano, pasará factura. En cualquier caso, eso significaría que no hemos
soltado ese lastre, que no hemos afrontado ese sufrimiento. Hay que aceptar el
no sentirse bien durante un tiempo, pero confiar en la compañía de nuestra
“madre interior”. ¡Hay que mimarse! Conozco a algunas personas que, durante
este periodo incómodo, ¡dormían con su osito de peluche!
Author: Bénédicte Saint-Germain
Article title: Pasar por una ruptura amorosa soltando lastre
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URL: https://es.aleteia.org/2018/01/04/pasar-por-una-ruptura-amorosa-soltando-lastre/
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