Si verdaderamente
colocamos en primer lugar las realidades espirituales, no tenemos que
preocuparnos de los bienes materiales, porque Dios, en su bondad, nos los
proporcionará en abundancia. Si, por el contrario, únicamente velamos por
nuestros intereses materiales sin ocuparnos de nuestra vida espiritual, la
preocupación constante de las cosas terrestres nos conducirá a descuidar
nuestra alma… Por tanto no invirtamos el orden de las cosas. Conociendo la
bondad de nuestro Señor, confiaremos totalmente en Él y no nos dejaremos
agobiar por las preocupaciones de esta vida… "Vuestro Padre del cielo sabe
lo que os hace falta antes de que se lo pidáis necesitáis" (Mt 6,8- 32).
Jesús quiere pues que
estemos libres de toda preocupación de este mundo y que nos dediquemos
totalmente a las obras espirituales. "Buscad pues, nos dice, los bienes
espirituales y yo mismo proveeré ampliamente todas vuestras necesidades
materiales… Mirad las aves del cielo, no siembran ni cosechan, no tienen
reservas en sus graneros, y vuestro Padre del cielo los alimenta". Es
decir: " Si cuidado de las aves que no están dotadas de razón y les
proporciono todo lo que necesitan, sin sembrar ni labrar, mucho más velaré por
vosotros, que estáis dotados de razón, con tal que antepongáis lo espiritual a
lo corporal. ¿Y ya que los creé para vosotros, así como todos los demás seres,
y los trato con tanto cuidado, de qué cuidado y solicitud no seréis dignos
vosotros, para los que he creado todo esto?"
Autor: San Juan
Crisóstomo (c. 345-407), sacerdote en Antioquía después obispo de Constantinopla,
doctor de la Iglesia. Catequesis bautismales, n°8, 19-25 ; SC 50
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