Los dos discípulos de Emaús, tras haber reconocido al Señor,
«se levantaron al momento» para ir a comunicar lo que habían visto y oído.
Cuando se ha tenido verdadera experiencia del Resucitado, alimentándose de su
cuerpo y de su sangre, no se puede guardar la alegría sólo para uno mismo. El
encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la intimidad eucarística,
suscita en la Iglesia y en cada cristiano la exigencia de evangelizar y dar
testimonio. Lo subrayé precisamente… refiriéndome a las palabras de Pablo:
«Cada vez que coméis de este pan y bebéis de la copa, proclamaréis la muerte
del Señor, hasta que vuelva» (1Co 11,26). El Apóstol relaciona íntimamente el
banquete y el anuncio: entrar en comunión con Cristo en el memorial de la
Pascua significa experimentar al mismo tiempo el deber de ser misioneros del
acontecimiento actualizado en el rito. La despedida al finalizar la Misa es
como una consigna que impulsa al cristiano a comprometerse en la propagación
del Evangelio y en la animación cristiana de la sociedad.
La Eucaristía no sólo proporciona la fuerza interior para dicha misión, sino también, en cierto sentido, su proyecto. En efecto, la Eucaristía es un modo de ser que pasa de Jesús al cristiano y, por su testimonio, tiende a irradiarse en la sociedad y en la cultura. Para lograrlo, es necesario que cada fiel asimile, en la meditación personal y comunitaria, los valores que la Eucaristía expresa… Un elemento fundamental de este “proyecto” aparece ya en el sentido mismo de la palabra “eucaristía”: acción de gracias. La Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. El cristiano que participa en la Eucaristía aprende de ella a ser promotor de comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la vida…; el servicio a los más pequeños…, un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna...: inclinándose para lavar los pies a sus discípulos (cf. Jn 13,1), Jesús explica de modo inequívoco el sentido de la Eucaristía.
La Eucaristía no sólo proporciona la fuerza interior para dicha misión, sino también, en cierto sentido, su proyecto. En efecto, la Eucaristía es un modo de ser que pasa de Jesús al cristiano y, por su testimonio, tiende a irradiarse en la sociedad y en la cultura. Para lograrlo, es necesario que cada fiel asimile, en la meditación personal y comunitaria, los valores que la Eucaristía expresa… Un elemento fundamental de este “proyecto” aparece ya en el sentido mismo de la palabra “eucaristía”: acción de gracias. La Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. El cristiano que participa en la Eucaristía aprende de ella a ser promotor de comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la vida…; el servicio a los más pequeños…, un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna...: inclinándose para lavar los pies a sus discípulos (cf. Jn 13,1), Jesús explica de modo inequívoco el sentido de la Eucaristía.
Autor: San Juan Pablo II (1920-2005), papa Carta apostólica "Mane nobiscum
Domine", § 24-28 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana
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