Una mujer estaba en una plaza buscando algo. Curiosa, una vecina le preguntó qué había perdido: “Una aguja”, respondió.
Todos se apresuraron a ayudarla a buscar la aguja. Al atardecer, ya cansados de la búsqueda, los vecinos le preguntaron: Pero, “¿dónde la has perdido exactamente?”
La mujer respondió: “Dentro de mi casa, pero como aquí hay más claridad, pensé que tendría más posibilidades de encontrarla...”
Una mujer le dijo enfadada: “¿Cómo nos has hecho perder tanto tiempo buscando aquí fuera algo que perdiste dentro?”
La mujer, que era una monja, dio una enorme carcajada y contestó: “Es curioso. Pero sucede lo mismo con ustedes: cuando pierden la felicidad en sus corazones, van y la buscan fuera de ustedes, salen al mundo exterior pretendiendo encontrarla... Cometen el mismo error que ahora me achacan a mí. Así es su vida. Buscan fuera lo que perdieron dentro. Pues sepan que solamente en el silencio de sus corazones, en el diálogo con Dios, podrán encontrar la felicidad perdida...”
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