viernes, 22 de junio de 2012

"Su nombre es Juan"

En este día nace el gran Precursor,
nacido del seno estéril de Isabel.
Es el más grande entre los profetas;
Nadie más surgió como él,
porque es la lámpara que precede a la claridad suprema
y la voz que precede Verbo.
Conduce a Cristo la Iglesia, su novia, 
y prepara para el Señor un pueblo escogido,
purificándolo por el agua con vistas al Espíritu.

De Zacarías nace esta joven planta,
el más bello entre los hijos del desierto,
el heraldo del arrepentimiento,
el que purifica por el agua a los que se extraviaban,
el precursor del anuncio de la ressurección
de entre los muertos,
y que intercede por nuestras almas.
Desde el seno de tu madre, bienaventurado Juan,
fuiste el profeta y el precursor de Cristo:
te estremeciste de alegría
viendo a la Reina acercarse a la sierva
teniendo ante ti al que el Padre engendra sin madre desde toda eternidad,
tú que naciste de una mujer estéril y anciana, 
según la promesa del Señor.
Ruégale que tenga misericordia de nuestras almas.

(Referencias bíblicas: Mt 11,11; Jn 5,35; Mt 3,3; Jn 3,29; Lc 1,17; 3,16; Mc 6,28; Lc 1,40; 1,13) 

Liturgia bizantina
Lucernario de las vísperas de la fiesta de San Juan Bautista

Santo Tomás Moro




Santo Tomás Moro nació en Londres en 1477. Recibió una excelente educación clásica, graduándose de la Universidad de Oxford en abogacía. Su carrera en leyes lo llevó al parlamento. En 1505 se casó con su querida Jane Colt con quien tuvo un hijo y tres hijas. Jane muere joven y Tomás contrae nuevamente nupcias con una viuda, Alice Middleton. 

Hombre de gran sabiduría, reformador, amigo de varios obispos.  

En 1516 escribió su famoso libro "Utopía". Atrajo la atención del rey Enrique VIII quién lo nombró a varios importantes puestos y finalmente "Lord Chancellor", canciller, en 1529.  En el culmen de su carrera Tomás renunció, en 1532, cuando el rey Enrique persistía en repudiar a su esposa para casarse, para lo cual el rey se disponía a romper la unidad de la Iglesia y formar la iglesia anglicana bajo su autoridad.  

Santo Tomás pasó el resto de su vida escribiendo sobre todo en defensa de la Iglesia. En 1534, con su buen amigo el obispo y santo Juan Fisher, rehusó rendir obediencia al rey como cabeza de la iglesia. Estaba dispuesto a obedecer al rey dentro de su campo de autoridad que es lo civil pero no aceptaba su usurpación de la autoridad sobre la Iglesia. Tomás y el obispo Fisher se ayudaron mutuamente a mantenerse fieles a Cristo en un momento en que la gran mayoría cedía ante la presión del rey por miedo a perder sus vidas. Ellos demostraron lo que es ser de verdad discípulos de Cristo y el significado de la verdadera amistad.  Ambos pagaron el máximo precio ya que fueron encerrados en La Torre de Londres. Catorce meses mas tarde, nueve días después de la ejecución de San Juan Fisher, Sto. Tomás fue juzgado y condenado como traidor. El dijo a la corte que no podía ir en contra de su conciencia y decía a los jueces que "podamos después en el cielo felizmente todos reunirnos para la salvación eterna"

Ya en el andamio para la ejecución, Santo Tomás le dijo a la gente allí congregada que el moría como "El buen servidor del rey, pero primero Dios" ("the King's good servant-but God's first"). Nos recuerda las palabras de Jesús: "Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios."  Fue decapitado el 6 de julio de 1535. Su fiesta es el 22 de junio.

Qué gran modelo es Santo Tomás Moro para todos, en especial para los políticos, gobernantes y abogados.  Pidámosle que su valentía les inspire para mantenerse firmes e íntegros en la verdad sin guardar odios ni venganzas.

Puede leer la carta escrita a su hija desde la cárcel titulada “Me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza


Autor: corazones.org

jueves, 21 de junio de 2012

ME HAS SEDUCIDO SEÑOR





Señor, no soy nada.
¿Por qué me has llamado?
Has pasado por mi puerta
y bien sabes que soy pobre
y soy débil.
¿Por qué te has fijado en mí?

ME HAS SEDUCIDO, SEÑOR,
CON TU MIRADA.  ME HAS HABLADO
AL CORAZóN Y ME HAS QUERIDO.
ES IMPOSIBLE CONOCERTE
Y NO AMARTE.
ES IMPOSIBLE AMARTE Y NO SEGUIRTE.
ME HAS SEDUCIDO, SEÑOR.

Señor, yo te sigo
y quiero darte lo que pides.
Aunque hay veces que me cuesta
darlo todo, Tú lo sabes; yo
soy tuyo.  Caminas, Señor,
junto a mí.

Señor, hoy tu nombre
es más que una palabra.
Es tu voz que hoy resuena
en mi interior, y me habla
en el silencio.
¿Qué quieres que haga por Tí?


Autor: P. Mariano de Blas, LC

miércoles, 20 de junio de 2012

Buscar la presencia de Dios



1) Para saber

En su reciente audiencia general de los miércoles en la Plaza de San Pedro ante miles de peregrinos procedentes de todo el mundo, el Papa Benedicto XVI quiso recordar a la beata Ángela de Foligno, una gran mística medieval que vivió en el siglo XIII.

En ocasiones, mencionó el Papa, nos fijamos más en los acontecimientos extraordinarios de los santos, sin apreciar que para llegar a las cima de la santidad, tuvieron que recorrer un camino difícil. La beata Ángela, por ejemplo, vivió su juventud un tanto indiferente respecto a la fe. Su vida era despreocupada, e incluso no comprendía a los que dejaban todo para seguir a Cristo. Pero le sobrevinieron algunos acontecimientos dolorosos: la muerte de su madre, luego la de su marido y por último la de todos sus hijos. Así comenzó el largo camino de su conversión.

Progresivamente fue tomando conciencia de sus pecados. Un paso decisivo fue cuando decidió hacer una buena confesión general. Entonces pudo percibir claramente el estado de su alma y tuvo un gran temor de condenarse, con lo cual lloraba amargamente. A partir de ahí, escribe ella, fue necesario aprender a vivir un camino de penitencia, de humildad, sin que faltaran las tribulaciones.

El Papa señala que “hoy estamos todos en peligro de vivir como si Dios no existiera: parece muy alejado de la vida actual. Pero Dios tiene mil maneras, para cada uno la suya, de hacerse presente en el alma, de mostrar que existe y que me conoce y ama”.

2) Para vivir

En efecto, Dios se nos da a conocer de diversas maneras, a cada quien de modo especial. Ha habido personas que han alcanzado un gran sentido de la presencia de Dios en su misma ocupación. Una de ellas fue un versátil científico francés del siglo XIX llamado Enrique Fabre (1823-1915). Además de ser poeta y escritor, se dedicaba a la entomología, que es una rama de la zoología dedicada al estudio de los insectos. 

Darwin le admiraba y decía de él que era un “observador incomparable”. Se le consideraba el hombre que más sabía de insectos en todo el mundo.

Cuando ya era anciano, a los ochenta y siete años, le hicieron una entrevista. Le preguntaron si creía en Dios. El científico, con su ingenio juguetón, respondió: “No, no «creo» en Dios. No necesito creer porque lo «veo» en todas partes”.

Con ello declaraba que sabía descubrir la presencia de Dios, en la ciencia, en la naturaleza. Era tan buen observador que sabía encontrar a Dios en todo lo que le rodeaba.

3) Para vivir

Comentaba el Papa que la beata Ángela, por su parte, supo encontrar a Dios en sus penas y dolores; ella escribía este consejo que el mismo nuestro Señor Jesucristo le había dicho una vez: “Quien quiera conservar la gracia no debe quitar los ojos del alma de la Cruz, tanto en la alegría como en la tristeza”.

Angela supo comprender de modo profundo que lo que lo único que la salvará de “merecer el infierno” es Jesús crucificado, el amor de Jesús por ella, “su crucifixión por mí”. 

También en nuestra vida Dios se nos hace presente tanto en las alegrías como en las penas. Hay que saber descubrir su mirada amorosa y misericordiosa en todos nuestros acontecimientos.

Autor: P. José Martínez Colín

martes, 19 de junio de 2012

El Amor de Dios y el perdón




Encontré hace tiempo en Cronin aquella historia, que explico algo transformada: un joven que marchó de casa, se malgastó todo el que había recibido, y no sólo el dinero, sino también la salud, e hizo ir a pique el honor de la familia. Cayó en la droga y robó. De vez en cuando le rondaba la idea de volver a casa pero se la sacaba de la cabeza, a veces porque pensaba que no sería bien recibido, también porqué no se sentía capaz de llevar una vida ordenada, le faltaba voluntad... al final, cayó en la prisión por los delitos que cometió, y el sufrimiento que allá encontró le fue haciendo madurar, mientras continuaba dando vueltas a aquella la felicidad perdida, y la posibilidad del perdón. Cuando estaba para cumplir la condena, poco antes de salir en libertad, y acercaba Navidad, se decidió a escribir a su casa y pedir perdón a los suyos por todo lo que había hecho; les decía que si lo perdonaban, si estaban dispuestos a acogerlo -padres y hermanos- pusieran un pañuelo blanco en el manzano que había en el huerto, cerca de la vía de tren; que él al pasar si veía el pañuelo bajaría del tren y volvería a casa. Si no, continuaría el viaje para no volver nunca jamás... El día que salió, cuando ya estaba llegando, no osaba mirar. Y dijo a un compañero de prisión que salió con él y le acompañaba y a quien había explicado: "mira tú, que yo no me atrevo..." y cerrando los ojos, se imaginaba aquel manzano, que tan bien conocía por haber subido de pequeño tantas veces, y al imaginarlo con el pañuelo se ponía contento, pero tenía miedo de que no estuviera, y se entristecía, y le iba diciendo: "-ya nos acercamos... ¿se ve el pañuelo, hay un pañuelo?" Cuando el compañero le contestó: “-No hay un pañuelo, pero abre los ojos... y ¡mira!”. Y al abrirlos se encontró que en el manzano no había un pañuelo blanco sino que estaba pleno de pañuelos blancos. Que los de su casa habían ido colgando en el manzano aquellos trozos de trapo blanco, decorándolo como si fuera un árbol de Navidad, para enviarle el mensaje de que le esperaban con los brazos abiertos, que ahí tenía su hogar...

Es una historia repetida desde que el mundo es mundo, bien resumida en el cuadro que Rembrandt pintó todo haciendo él mismo el camino de conversión ya al final de su vida. Ahí se ve como el Padre abraza el hijo que vuelve, desvalido y hambriento, como decía Nowen: demacrado, destrozado en sus vestidos, descalzo y llagado del viaje y sufrimiento…, todo él mojado, como si volviera a nacer, a salir del vientre de su madre. Y mientras la madre está en segundo plano, como también en las tinieblas el hermano aún envidioso, el padre lo abraza, y lo hace con dos manos, una de hombre –resaltando la fuerza, los tendones tensos- que hace fuerza sobre el hijo, apretándolo contra su pecho y la otra delicada, afectuosa y dulce, que acaricia el hijo devuelto, pues Dios es padre y madre al mismo tiempo. Estamos unidos a una mano amorosa –invisible- que está más allá, ¡la de Dios!, que nos protege. El amor se abre así a la ternura y el respeto, al conocimiento de los demás, y la aceptación incondicional de su manera de ser... "El sentido de la vida se encuentra en el amor, decía Juan Pablo II-. Sólo quien sabe amar hasta olvidarse de él mismo, para darse al hermano, realiza plenamente su vida". Tenemos todos algo dentro, como una luz íntima, que nos habla de perdonar y ser perdonados, especialmente estos días de Navidad: hacer las paces enseguida, el mismo día...

Recuerdo que la película “Love Story” hablaba de “amar es no tener que decir nunca ‘lo siento’”; pensé que  no, que amar es pedirse perdón muchas veces, pero luego he entendido que cuando se ama, el perdón está incluido, y basta una mirada, una sonrisa, para entender que no hace falta pedir lo que ya está dado, pues en el “pack” del amor está incluido el perdón. Contemplando el amor de Dios que lo comprende todo, también nosotros aprendemos a comprender todo el mundo, al ver como Él es siempre padre y nos quiere igual, aunque nosotros muchas veces no nos portemos como buenos hijos, y esto nos abre a la gran fiesta del perdón, a la que invitamos a los demás.

 

Autor: Padre Llucià Pou Sabaté


lunes, 18 de junio de 2012

DEL AMOR DE DIOS POR TI Y POR MI!




Conozco tu pobreza, conozco las luchas y preocupaciones de tu alma, la fragilidad y las enfermedades de tu cuerpo; conozco tu cobardía, tus desfallecimientos. Pero a pesar de todo te digo: DAME TU CORAZÓN, ÁMAME TAL COMO ERES.

Si esperas ser perfecto para amar, no me amarás jamás. Aún cuando caigas a menudo en las mismas faltas que quisieras no cometer nunca, aún cuando fueras cobarde en la práctica de la virtud, NO ME NIEGUES TU AMOR.

Ámame tal como eres, a cada instante y en cualquier situación en que te encuentres: en el fervor o en la aridez espiritual, en la felicidad y hasta en la misma infelicidad. Ámame, Tal como eres. 


QUIERO EL AMOR DE TU CORAZÓN HUMILDE.

Si para amarme esperas ser perfecto no me amarías nunca. ¿No podría Yo hacer que cada grano de arena sea un ser radiante, lleno de pureza, de nobleza y de amor? ¿No podría Yo, con el menor designo de mi voluntad, hacer surgir de la nada miles de santos, mil veces más perfectos y más encendidos en amor que los que he creado? ¿No soy Yo, el Omnipotente? ¿Y si quisiera dejar para siempre en la nada a estos seres maravillosos, y preferir, a ellos, tu amor?

Hijo Mío, DÉJAME QUE TE AME.

Quiero tu corazón, quiero formarte, pero mientras tanto, TE AMO COMO ERES. Y anhelo que tú hagas lo mismo. Deseo ver, desde el fondo de tu ser, elevarse y crecer como tu amor.

AMO EN TI HASTA TU MISMA DEBILIDAD.

Amo el amor de tus imperfectos. Quiero que desde tu pobreza, se eleve continuamente este grito: “Señor, te amo”. Es el canto de tu corazón el que más me agrada. ¿Necesito, acaso, de tu ciencia, de tus talentos? Es algo más que virtudes lo que busco. Si te las consediera, tu amor propio, pronto las debilitaría. Por ello no te inquietes. Acepto de ti lo poco que tienes
porque te amo. Yo te he creado para el amor. ¡AMA! El amor te impulsará a hacer lo que tengas que hacer, aún sin que lo pienses. No pretendas otra cosa sino llenar de amor el momento presente. HOY ME TIENES A LA PUERTA DE TU CORAZÓN COMO UN MENDIGO. Llamo y espero. Apresúrate a abrirme. No te excuses de tu pobreza. Si la conocieras plenamente, morirías de dolor.

LO QUE MAS HIERE MI CORAZÓN ES VERTE DUDAR, CARECER DE MI CONFIANZA, Y RECHAZAR MI AMOR.

Quiero que pienses en Mí cada instante del día y de la noche. No hagas nada, ni la acción más insignificante, sino es por AMOR A MI. Cuando tengas que sufrir, Yo te daré mi gracia. Tú dame tu amor y conocer
ás un amor tan grande como jamás podrías soñar. Pero no te olvides: ÁMAME, TAL C0MO ERES. Y no esperes a ser santo para entregarte al amor. De lo contrario, no amarás jamás”.

Jesus.
Autor: Desconocido

domingo, 17 de junio de 2012

Amado hijo





Amado hijo:

El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.

Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, tenme paciencia. Recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame.  Cuando eras pequeño para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.

Cuando estemos reunidos y sin querer, haga mis necesidades, no te avergüences y comprende que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuantas veces cuando niña te ayude y estuve pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.

No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te inventaba para hacerte más agradable tu aseo.

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.

Acuérdate que fui yo quien te enseño tantas cosas  Comer, vestirte y como enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia.

Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.

Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.

Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuánto puedo y cuando no debo.

También comprende que con el tiempo, ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.

Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar.........dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernitas.

Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene que ver con tu cariño o cuanto te ame.

Trata de comprender que ya no vivo sino que sobrevivo, y eso no es vivir.

Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer.

Piensa entonces que con este paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.

No te sientas triste, enojado o impotente por verme así. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a vivir.

De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.

Atentamente.
Tu viejo.